¿Quién debe decidir el modo en que los hombres pueden habitar un territorio? ¿Quién es el más indicado para determinar los espacios que requiere una comunidad: la academia, el arquitecto, el Estado? La arquitectura participativa arrastra estas preguntas en su quehacer cotidiano, y pone en crisis los medios y métodos canónicos de proyectar arquitectura para ofrecer alternativas de hábitat sustentadas en una democratización de los procesos de diseño. Así lo plantea en la revista de arquitectura Redalyc, William García de la Universidad Nacional de Colombia.
Inicialmente, el término arquitectura participativa pareciese caer en una reiteración de lo obvio, pues la arquitectura es construida para el ser humano, su razón de ser y su objetivo final. Es por ello que la arquitectura cobra valor en tanto es apropiada por el hombre que la habita. Sin embargo, y tal como lo afirma la crítica de arquitectura Ada Louise Huxtable (1993), la arquitectura contemporánea se ha venido separando lentamente del hombre común, creando una brecha entre práctica profesional y realidad cotidiana, sobre todo a partir del peligroso tránsito que ha realizado en los últimos años hacia lo que se denomina como arquitectura-arte, una suerte de esculturas semifuncionales caracterizadas por constituirse como formas autistas, sin lenguaje ni vocabulario público que las conecte con la realidad de sus usuarios, una arquitectura que por momentos olvida el motivo de su existencia: el ser humano, para entregarse a la exaltación de lo formal y lo tecnológico.
En este contexto, la arquitectura participativa se presenta como un fenómeno aparentemente reciente dentro del panorama de la arquitectura contemporánea, en contraste con las provocativas y costosas formas arquitectónicas de renombrados arquitectos internacionales que llenan páginas casi infinitas de libros y publicaciones virtuales. Sin embargo, esta investigación revela que aunque el reconocimiento de la arquitectura participativa en el medio profesional y académico apenas data de mediados del siglo xx, la existencia de esta forma de gestión en la arquitectura es tan antigua como la esencia en la cual basa su existencia: la relación arquitecto-comunidad, concluye el académico de la Universidad Nacional de Colombia.
En México, en algunas universidades, el aprendizaje de la arquitectura y su inserción y utilidad para la sociedad pasa por esta reflexión. La Universidad Iberoamericana se aboca al tema, en su constante ocupación por tener alumnos y egresados vinculados plenamente a la realidad nacional.
Estudiantes IBERO construyen ‘Casa de la Partera’ en comunidad tzeltal
Es así, que los alumnos del Taller Vertical de arquitectura de la IBERO de los periodos Otoño 2016 y Primavera 2017 están en Tenejapa, Chiapas con la comunidad indígena tzeltal construyendo juntos la Casa de la Partera. Aquí el video que muestra el trabajo realizado.
Se trata de un espacio físico adecuado y con mejores condiciones sanitarias para el trabajo tradicional de las parteras de Chiapas.
Estudiantes y académicos del Departamento de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México construyeron una ‘Casa de la Partera’ en el pueblo originario tzeltal de Tenejapa, Chiapas, municipio donde el 90.7 por ciento de las mujeres que dan a luz son atendidas en casas de parteras.
La beneficiaria directa de esta ‘Casa de la Partera’ es la señora Petrona Hernández Ramírez, de la localidad de Kokil, quien a partir de este año cuenta con un espacio físico adecuado, digno y con mejores condiciones sanitarias (que eran las necesidades planteadas por ella misma y otras parteras), lo que sumado a sus saberes le permitirá mejorar y hacer más eficiente su labor de partera.
Dentro del solar de Petrona (ella donó para la causa un espacio de su propiedad) se construyó el centro de partos, que tiene una superficie de 4 x 6 metros y cuenta con las siguientes características: piso de cemento, muros de madera, baño, lavamanos, cama de trabajo, espacios para guardar instrumentos, sala de espera externa, ventilación adecuada y luz suficiente.
La ‘Casa de la Partera’ se construyó con 45 mil pesos, recursos que aportó la Fundación Mesoamérica Profunda para la compra del material. La mano de obra la aportaron alumnos (as) y profesores(as) del Taller Vertical: Proyectos de Impacto Regenerativo de la IBERO, la Red Comunitaria de Salud y Ambiente ‘Un solo Corazón’ A.C, integrada por 64 parteras y parteros de Tenejapa, y colaboradores externos como ecoconstructores.
La articulación, apoyo, respaldo, metodología, acompañamiento y seguimiento del diseño y construcción del centro estuvo a cargo de la Fundación Mesoamérica Profunda, que compartió su experiencia de más de 30 años de trabajo en regiones indígenas de Chiapas con los arquitectos de la IBERO.
Con la construcción de esta ‘Casa de la Partera’, donde Petrona Hernández puede atender el proceso de embarazo, parto y postparto, los miembros de la IBERO contribuyeron al fortalecimiento, reconocimiento y dignificación del trabajo esencial de las parteras del municipio indígena de Tenejapa.
Además cumplieron el objetivo central de valorar, preservar y potenciar la práctica de las parteras tradicionales; y aprender de ella para recuperar gradualmente la solidaridad y el espíritu comunitario, al Involucrar en tales construcciones a más y más miembros de la comunidad.
Arquitectura y cultura se unen en Casa de la Partera
De acuerdo con la Fundación Mesoamérica Profunda el espacio arquitectónico ‘Casa de la Partera’ se desarrolló bajó un esquema de arquitectura participativa, en el cual los alumnos de la IBERO muestran una capacidad de escucha que permite ver y convivir con la realidad social de un pueblo originario que demanda propuestas y diseños que valoren y respeten su cultura.
Para tal efecto, profesores y estudiantes dialogaron con las parteras, sintieron y conocieron sus necesidades; para posteriormente proponer, corregir y mejorar sus diseños arquitectónicos, con los que siempre participaron las parteras a través de su revisión y sugerencias.
Asimismo, a través del levantamiento de la ‘Casa de la Partera’ se ha iniciado una recuperación gradual de las técnicas tradicionales de construcción (que han sido amigables con el ser humano y con el medio ambiente). En esta labor, y por iniciativa propia, se sumó la colaboración de Agustín López, un joven arquitecto tzeltal de Tenejapa, para contribuir en el diseño de muros de bajareque y carrizo (materiales de la zona), lo cual permitió un intercambio de saberes entre la comunidad tzeltal y los alumnos que participaron en la construcción.
Todo el proceso de diseño y construcción de la ‘Casa de la Partera’ detonó un profundo sentido de responsabilidad en los estudiantes de la Universidad Iberoamericana, al explorar el potencial de la arquitectura como una herramienta de cambio socio-ambiental.
La Mtra. Jesica Amescua Carrera, académica del Departamento de Arquitectura, explicó que el centro de partos surgió de la colaboración entre la Fundación Mesoamérica Profunda y el Taller Vertical ‘Proyectos de Impacto Regenerativo’. Éste último opera como un espacio académico y práctico de acción-reflexión en torno al papel actual de los arquitectos en la producción social del hábitat.
Los proyectos que aborda el taller (impartido por los arquitectos Jesica Amescua, Juan Casillas Pintor y Mariana Ordóñez) surgen necesariamente de demandas reales y se llevan a cabo bajo procesos participativos y de intercambio de saberes, técnicos y locales, que buscan la construcción de un conocimiento común en constante retroalimentación; así como detonar el empoderamiento, la autonomía y la autogestión de las comunidades.
Más allá de los objetivos arquitectónicos, los procesos con la gente se vuelven el centro de los proyectos en sus tres momentos: diagnóstico, diseño y construcción.
Construirán más Casas de las Parteras
Debido a la total aceptación que tuvo la ‘Casa de la Partera’ construida para Petrona, las y los integrantes de la Red Comunitaria de Salud y Ambiente ‘Un solo Corazón’ solicitaron a los estudiantes y académicos de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México la edificación de dos nuevos centros de partos, los cuales serán construidos este verano.
El diseño de los mismos inició en febrero pasado en Tenejapa, Chiapas, donde los arquitectos y sus alumnos se reunieron con Pedro Pérez Jiménez y Ana Jiménez Méndez, partero y partera de Kotolté y Yashanal, con quienes tuvieron unas sesiones de diagnóstico y diseño participativo, como primera etapa del proyecto.
Amescua explicó que en dichas reuniones la y el partero emplearon maquetas didácticas (llevadas por los alumnos universitarios) con las cuales comenzaron a diseñar desde un inicio sus proyectos. “Ellos conformaron la distribución de espacios, propusieron dónde quieren ventanas, por dónde quieren entrar, cómo quieren sus techumbres. Los alumnos y los parteros aportaron su conocimiento y sugerencias en torno al proyecto a través de un intercambio de ideas”.
A su regreso a la Ciudad de México el estudiantado utilizó esas maquetas como proyectos base, a partir de las cuales comenzaron a hacer sus contribuciones al proyecto sin dejar de lado la esencia, criterios y lógicas de los parteros, quienes en abril acudirán a la IBERO a revisar ambos proyectos en una segunda sesión de diseño participativo, pues “el éxito del proyecto radica en que debe de partir de necesidades reales y contar con la participación activa de todos los actores involucrados, a través de un acompañamiento permanente”, añadió la maestra Amescua.
Las parteras en Chiapas
La investigación antropológica de la fundación, realizada previamente al diseño y construcción del centro de partos para Petrona, refleja que en el municipio de Tenejapa el 89.1% de las mujeres prefieren ser atendidas por una partera que hable su misma lengua, la comprenda y la respete; lo que no sucede cono los médicos del sector salud.
En los últimos años las parteras de Tenejapa, en particular las que integran la Red Comunitaria de Salud y Ambiente ‘Un solo Corazón’, han logrado disminuir a cero las muertes maternas; e incidido positiva y notablemente en la muerte fetal, perinatal y de menores de un año de edad.
A pesar de los cambios que Tenejapa ha experimentado en las últimas dos décadas, principalmente en el reforzamiento de las unidades de salud y en las comunicaciones, sigue siendo uno de los municipios con menor índice de desarrollo humano.
El municipio sigue siendo eminentemente rural y con localidades dispersas de difícil acceso, y aunque la mayoría cuenta con energía eléctrica y agua entubada siguen presentando servicios básicos deficientes para la mayoría de la población.
Las parteras tradicionales realizan su labor en condiciones de muchas carencias ya que atienden los partos en sus propias casas, las cuales no reúnen los requisitos más indispensables para la atención del parto de manera adecuada y con los requerimientos mínimos de higiene.
Por esta razón, y para atender de manera digna a las mujeres embarazadas, las parteras de la Red Comunitaria de Salud y Ambiente ‘Un solo Corazón’ tomaron la iniciativa de acercarse a la Fundación Mesoamérica Profunda, y a través de ella a la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, con el fin de colaborar en el diseño y construcción de ‘Casas de las Parteras’, espacios que deberán contar al menos con una habitación dotada de cama, baño completo, área de espera y herramientas necesarias para la esterilización del instrumental que utilizan.
El texto es un fragmento del artículo publicado en la revista de arquitectura Redalyc cuyo autor es William García Ramírez de la Universidad Nacional de Colombia