Carta al Comandante Contreras

Argelia Guerrero Rentería

Foto: Otomíes en Resistencia y Rebeldia

Don Pablo, querido Comandante Contreras:

Hoy toca despedirse de su cuerpo y se arremolinan los pensamientos, se atropellan las palabras. Todo se me desborda y quedo muda…

Quise escribir porque así despedí a mí abuelo querido; porque además así recurrentemente lo traigo a la memoria.

Siento ese mismo amor por usted, viejo querido.

Fíjese que yo supe de usted muy jovencilla. Cuando mis papás me llevaban a la bella Ciudad Universitaria a patinar, andar en bici, ver cine, entrar al teatro y a los conciertos especiales para niños. Mi papá me decía que la universidad pública para los hijos de los trabajadores como él, era posible gracias a un tal Pablo Gonzalez Casanova…

Así hoy, esta hija de hombre y mujer sencillos le agradece esa educación y necedad por pensar y hacer.

Hace un tiempo le regalé una moneda que mi papá le envió. Me dijo “debe tener cientos, pero yo se la quiero obsequiar” Asi entregué la moneda y el mensaje, usted levantó su mirada luminosa y me preguntó “¿cómo se llama su papá?”

-Arturo, le dije.

– Dígale al compañero Arturo que muchas gracias.

La moneda es la de 3 pesos cubanos que lleva en uno de sus lados al Che.

Usted siempre fue así de generoso y al mismo tiempo agradecido con el más mínimo gesto de las personas que se le acercaron.

Llevo en el corazón y la memoria aquel gesto suyo de renuncia al CEICH como protesta por el encarcelamiento de los estudiantes que participamos en la huelga de 1999-2000 por mantener el carácter gratuito de la universidad. Que un gigante como usted pensara en nosotros, tan pequeños, tan impetuosos, tan soñadores, me lo mostró en su dimensión de hombre bueno.

Por eso grité bien fuerte aquel Goya cuando el zapatismo le dio su grado de Comandante.

Y volvió a levantar su cabeza con aquella sonrisa luminosa.

Otro día, querido comandante, al volver de la escuelita zapatista, lo encontramos sentado en las bancas de CIDECI. No lo pude evitar y le pedí una foto. Atesoro esa imagen de usted con mi madre y conmigo. Yo traigo puesto un impermeable con un puma universitario al frente. Ese mismo día tuvo la deferencia de llevarnos en su auto a San Cristobal mientras nos preguntaba con detalle TODO lo que había visto y aprendido en la Escuelita. Era usted como niño curioso y yo primero cohibida le contaba cosas, luego ya agarré confianza y no paraba de hablarle, menos mal que se acabó el camino, si no, yo seguiría hablándole.

Pensar en usted es acordarme de aquel día cuando en el 100 aniversario luctuoso del General Zapata usted acompañó al Congreso Nacional Indígena y al final nos acompañamos por el camino de terracería que usted dominaba re bien. Ahí me contó que el General había leído a los revolucionarios rusos de 1917. Yo lo escuchaba asombrada por los datos que usted me compartía y más asombrada aún más por la sonrisa con la que platicaba en medio del camino.

Don Pablo, usted iluminó vidas, caminos y luchas. La gratitud de tantos y tantas es infinita. Aquí le dejo la mía. Con estas palabras que le agradecen todo.

Prometido está que todo lo que usted y la universidad pública por la que tanto trabajó me han dado se ha de retribuir en las aulas, las calles, los campos y los mares. “Porque la patria grita y necesita… “

Para mí, si me permite, el recuerdo de esa sonrisa luminosa.

Gracias, don Pablo. Usted cumplió.

Acá falta lo que falta…

¡Viva el Comandante Pablo Contreras!

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