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Buscando mujeres desaparecidas en vida: entre trata de personas y violencia de género

Aranzazú Ayala Martínez*

Las desapariciones de mujeres responden a lógicas distintas a las de los hombres y ocurren en lugares donde pareciera que este fenómeno es ajeno. Para buscar a mujeres desaparecidas el manual “Caminos de búsqueda en vida” plantea que hay que tomar en cuenta factores de vulnerabilidad como violencia de género y trata de personas.

Cuando pensamos en la desaparición de personas en México las imágenes que nos atraviesan son las de familias buscando en la tierra, descubriendo restos humanos en fosas clandestinas. No buscando en vida. Pero si nos remontamos a los inicios de estos horrores lo que llega de inmediato son los recuerdos de las mamás buscando a sus hijas desaparecidas en el norte del país, en Ciudad Juárez, Chihuahua. El horror de las desaparecidas se convirtió pronto en el horror de los feminicidios, dos fenómenos que muchas veces están ligados. Así, la búsqueda de mujeres responde casi siempre a otra lógica, la de la violencia de género, de explotación sexual, de abuso de confianza de personas cercanas y espacios supuestamente seguros.

“Por ejemplo, si quien desaparece es una mujer joven, soltera y “dejó” un hijo menor de cinco años, pero que siempre se preocupa por él y está al pendiente de sus necesidades, es posible suponer que su ausencia no sea voluntaria.”, se señala en el manual “Caminos de búsqueda en vida”, un documento hecho por el Grupo de Investigación en Antropología Social y Forense (GIASF) y Serapaz con la participación de representantes de 53 colectivos, que incluye por primera vez una guía específica sobre cómo actuar ante la desaparición de mujeres.

Esto es importante porque los hombres y las mujeres no desaparecen por las mismas razones. Las desapariciones de mujeres generalmente no responden a un contexto de crimen organizado, de guerra o de conflicto, como sucede con los hombres; históricamente las mujeres en México han desaparecido por ser víctimas de trata o asesinadas por hombres.

Eso no es todo: también hay una revictimización social en torno a la desaparición de mujeres.

Como en el caso de la desaparición de Laura Karen Espíndola en diciembre de 2019, que movilizó a la Ciudad de México y medios nacionales: la joven fue localizada con vida, su ausencia había sido temporal y voluntaria, pero la opinión pública se dedicó a señalarla como irresponsable, en criminalizarla y así en minimizar las miles de desapariciones de mujeres en México.

Mayra Millán, fue desaparecida en Culiacán el 15 de febrero de 2015. La Fiscalía de Sinaloa dio a conocer que su cuerpo fue encontrado junto a la carretera México 15 la tarde del 20 de diciembre de 2020. Foto: Marcos Vizcarra

La jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, tuvo que hacer un pronunciamiento público, con el que pidió respeto para Laura Karen al considerar incorrectos los castigos públicos contra la joven, quien fue reportada como desaparecida por su hermano, primero en redes sociales y posteriormente sus familiares presentaron una denuncia en la PGJ la madrugada del miércoles. Al mismo tiempo la Procuradora de Justicia, Ernestina Godoy, cuestionaba las críticas en redes sociales y comunicadores en medios de comunicación.

“¿Qué es lo que se busca? Que haya justicia, que aparezca, que aparezca con vida, eso se logró. Cerremos la carpeta. No es un asunto donde por este tipo de casos la Procuraduría va a dejar de investigar. Vamos a estar siempre atentos a lo que se nos presente, como denuncia y lo vamos a hacer de manera profesional, como lo hemos hecho siempre”, afirmó.

Más tarde el Instituto Nacional de las Mujeres manifestó su rechazo hacia burlas hechas a Laura Karen, con comentarios como “eso pasa con todas las mujeres desaparecidas” o “o estaba muerta…andaba de parranda”; también cuestionó la filtración y divulgación de videos donde se le ve en un bar para ridiculizarla públicamente.

Lo que pasó con Laura Karen refleja lo que dice el manual: que una constante de las autoridades son los prejuicios, culpando tanto a la víctima como a sus familias de lo ocurrido. Que si se fue con el novio, que qué estaba haciendo sola a esas horas de la noche. ¿Cómo iba vestida, traía escote, minifalda? No, pues con razón, seguro se fue con alguien, anda de fiesta, ¿o luego por qué les faltan al respeto?

“Tanto las autoridades como una parte considerable de la sociedad culpabilizan a la víctima y a sus familiares por el hecho. Frases como “seguramente está con el novio”, “se fue de fiesta”, “¿qué hacía en la calle a esas horas?”, “¿por qué estaba sola?”, “se lo buscó por ir vestida de esa forma”, entre otras, son realizadas por la simple razón de tratarse de una mujer. Por eso es tan importante que tú reconozcas cada una de las características de la mujer desaparecida, las antepongas ante los juicios revictimizantes y criminalizantes y las enuncies como condiciones de vulnerabilidad que obligan a las autoridades a iniciar la búsqueda inmediata”, dice el manual.

Pese a que incluso hay un mecanismo específico para la investigación de los casos de mujeres, el Protocolo ALBA, este casi nunca se usa ni aplica. Este protocolo en teoría facilita la coordinación de las autoridades de los tres niveles de gobierno, por lo que hay que exigir su activación al momento de interponer la denuncia. Este mecanismo tiene, entre otros objetivos, “que se eviten los obstáculos que, por prejuicios de género, suelen presentarse cuando se denuncia la desaparición de una mujer”, es decir, agilizar la búsqueda y evitar más dolor a los familiares. 

Otro punto importante es hacer un análisis del contexto de la mujer en el momento de su desaparición, y generar hipótesis a partir de ello. Por ejemplo, saber dónde trabajaba, si en el barrio donde desapareció hay trata de personas, si han desaparecido más mujeres, de qué edades. También analizar su núcleo familiar y personal, pues muchas veces la violencia inicia desde las parejas sentimentales, o ex parejas. Si es que vivía una relación de pareja violencia, si había sido amenazada o agredida, si alguien la acosaba.

Mayra Millán, fue desaparecida en Culiacán el 15 de febrero de 2015. La Fiscalía de Sinaloa dio a conocer que su cuerpo fue encontrado junto a la carretera México 15 la tarde del 20 de diciembre de 2020. Foto: Marcos Vizcarra

Después de hacer este análisis, inicia como tal la búsqueda en las calles, para la cual se sugiere pegar volantes con la foto de la desaparecida. Un indicador de dónde puede estar es si en alguna calle o colonia específica los carteles con la media filiación fueron arrancados o destruidos: ahí hay una pista, una señal que indica que alguien no quiere que se sepa.

“De acuerdo con la experiencia de quienes llevan a cabo este tipo de búsquedas, pegar las cédulas de manera masiva en una o varias rutas previamente delimitadas, permite a las comunidades de búsqueda detectar si en algún área éstas son despegadas o destruidas. Si es así, se recomienda considerar estos hechos como una señal que indica que la mujer a la que se está buscando puede encontrarse cerca de dicha zona, o que en ese sector se pueden encontrar pistas de su desaparición. Por el contrario, si las cédulas permanecen intactas, es muy probable que la mujer no se encuentre en esa zona o que haya sido trasladada a otro lugar.”

En la búsqueda en campo hay que considerar los puntos de riesgo, que son sitios donde las mujeres pudieron haber sido privadas de su libertad. “Estos lugares son generalmente sitios abiertos como: mercados, parques, plazas, terminales de transporte, paraderos o rutas de transporte público, sitios de taxis y mototaxis, por mencionar algunos. Aunque también es importante tener en cuenta que existen casos en los que la mujer ha desaparecido de su propia casa.”

El manual señala también los delitos que de acuerdo con la experiencia de las buscadoras, pueden estar ligados a la desaparición de mujeres: son corrupción de menores, trata de personas y feminicidio. Este último, siendo el peor escenario, puede ser evitado activando la búsqueda inmediata y movilizando las redes de apoyo y autoridades para la pronta localización de la mujer.

También la trata con fines de explotación sexual es un foco rojo. La experiencia de familias reunida en el documento dice que si hay sospecha de que la mujer sea víctima de trata, hay que activar la búsqueda lo más rápido posible, porque en estos casos los tratantes las mueven de lugar e incluso les cambian la apariencia física.

A partir de la experiencia de las buscadoras, en el documento se plantea que si una mujer estaba en un contexto de violencia en su día a día, y es localizada, es probable que no quiera regresar a su entorno. Por ello es necesario el análisis de contexto previo, y tener estrategias para salvaguardar su integridad.

“Caminos de búsqueda en vida” reúne conocimientos prácticos y puntuales sobre búsqueda en vida. Habla no sólo de qué hacer y qué no, sino que también responde a las necesidades de los familiares que buscan. Por ejemplo, tiene un apartado de cuidados emocionales, donde da consejos para cuidar la salud mental y física cuando se busca a un ser querido.

Algo que el manual enfatiza es que las familias que buscan no están solas. El documento además de ser una guía práctica es también una mano extendida y una invitación a que las familias y colectivos sigan apoyándose y articulándose.

“Las familias pueden sobrevivir, y de hecho lo hacen. La tuya también lo hará, pero necesitarás toda la fortaleza, esperanza y fuerza de voluntad para enfrentar este momento.”

El manual completo puede consultarse y descargarse en este sitio, donde también se incluyen herramientas, infografías y más guías:

*Aranzazú Ayala Martínez (@aranhera)

Publicado originalmente en A dónde van los desaparecidos

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