Brasil: ¡Las Vidas Negras Importan!

Timo Bartholl | Traducción: Raúl Zibechi

“Ni de disparos, ni de Covid, ni de hambre. El Pueblo negro quiere vivir”, fue el lema bajo el cual los activistas negros convocaron las marchas del pasado domingo en Rio de Janeiro.

El racismo estatal que se siente diariamente en las venas y en las favelas a través de los disparos policiales y el abandono del sistema de salud pública frente a la pandemia, fueron los objetivos de un acto importante y bien organizado que demostró una gran madurez política, el domingo 6 de junio en el centro de Río de Janeiro. Fue una respuesta al racismo institucional y estructural.

Las movilizaciones fueron protagonizadas por el movimiento negro y de la población de las favelas, articulados con el movimiento Black Lives Matter de los Estados Unidos, quienes evaluaron que incluso ante el riesgo de contagio, era importante salir a la calle. No todos estuvieron de acuerdo y hubo debates en las redes sociales sobre si ir o no. Después de todo, lo más importante era que cada uno evaluara los riesgos de participar en el acto y aproximadamente tres mil personas eligieron la calle.

La marcha comenzó poco después de la hora programada, algo importante para la seguridad de los participantes, ya que la represión estaba presente en todas partes. Curiosamente, los partidarios de Bolsonaro que se acercaron, queriendo provocar y agredir al comienzo de la manifestación, se encontraron … con policías encubiertos. Tan pronto como quisieron golpearlos, los policías sacaron pistolas y dos docenas de policías militares avanzaron hacia los provocadores. Dos o tres de los bolsonaristas fueron arrestados. Después de eso, el acto continuó sin incidentes, pero la presencia de policías armados vestidos de civil, mostró el nivel de represión que enfrentaron los manifestantes: el despliegue de violencia estatal se mostró con toda su fuerza.

Los jóvenes negros quieren tomar las calles para gritar: «¡Nuestras vidas importan!». La respuesta del Estado fue colocar tanques fue guerra frente a la sede del gobierno de Rio y la policía cercó toda la manifestación, al punto que nadie pudo participar sin que su mochila fuera registrada. No se dejaron pasar frascos de alcohol en gel, a pesar de la pandemia. Es probable que hubiera muchos más policías que manifestantes, muchos de ellos con armas pesadas. La manifestación fue creciendo en su andar hacia la iglesia de la Candelaria, a pesar de la intimidación policial. Después de escuchar oratorias y performances, finalizó frente a la estatua de Zumbi, líder de la República de Palmares donde se refugiaban los esclavos que huían de las plantaciones, hace cuatro siglos.

Fue posible superar la tensión generada por el despliegue policial ya cerca de la Candelaria, donde los altos edificios devolvieron un potente eco con los cánticos de resistencia, generando un sentimiento de unidad al enviar su mensaje al mundo: “Tomamos las calles y las volveremos a tomar. Nuestra lucha no ha comenzado ni termina aquí. Comenzó hace siglos, mañana continúa en nuestros vecindarios, ¡En nuestros barrios pobres, en las familias, en nuestros colectivos y movimientos, en nuestra vida cotidiana, en campañas y frentes de solidaridad!”.

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