“Bolsonaro es el resultado de la venganza de las élites”: Mônica Francisco

Alberto Azcárate

Foto: Mônica Francisco (Bruna Maiscedo)

La diputada autonómica por el partido Socialismo y Libertad (PSOL), ex asesora de Marielle Franco, concejala asesinada hace poco más de un año, concedió esta entrevista a El Salto durante el mes de julio pasado, en la ciudad de Río de Janeiro.

Tú formas parte de una bancada que integra a sectores tradicionalmente segregados, la comunidad negra, LGTBI, etc. ¿Cómo es la relación de esos sectores con el gobierno Bolsonaro?

Cada vez más difícil. Primero porque esos sectores —mayoritarios en la sociedad brasileña, femenina, joven y negra— viven en las favelas y periferias en las condiciones más precarias de vida. El gobierno federal de Jair Bolsonaro y el autonómico de Wilson Witzel implementan una política ultraconservadora con fuerte sesgo fascista. Promueven acciones violentas, políticas austericidas, como la reforma de las pensiones, el aumento de las desigualdades sociales y el desempleo.

Hay 23,3 millones de brasileños en extrema pobreza, tenemos 14 millones de desempleados. En el Estado de Río de Janeiro el 56% de los hogares recibe como máximo dos salarios mínimos (el SM equivale a 200 euros) y muchos no llegan ni a eso, siendo que el 12,5% de la población del Estado vive con menos de un salario mínimo. Esa gente padece el agravamiento y profundización de las violencias, entre ellas la violencia del Estado, a través de una deficitaria atención básica sanitaria, totalmente recortada, con políticas públicas escasas y un sistema de transporte precario, violento, principalmente para las mujeres.

¿Es cierto que ha habido un aumento de muertes de jóvenes pobres y negros a manos de fuerzas policiales? 

Sí, en el primer semestre de 2019 tuvimos cerca de 3.000 muertes, de las cuales más de 800 fueron producidas por armas de fuego. Y se trata de jóvenes de entre 15 y 25 años. También hubo un aumento de muertes de niños y mujeres, de feminicidios, especialmente entre mujeres negras, vecinas de áreas populares.

Hay investigadores y periodistas que afirman que hay una fuerte militarización de la vida en la ciudad de Río y sus periferias. ¿Es cierto? Y, en caso afirmativo, ¿en qué se traduce? 

En los primeros 100 días del gobierno de Wilson Wiztel, se aplicaron políticas de seguridad en las áreas carentes que priorizan armamento, grupos armados, con programas ligados a esa expansión, hubo un aumento de la violencia directa con la utilización inconstitucional de francotiradores y helicópteros militares. Y quiero enfatizar esto, porque el uso de francotiradores solo sería tolerable en situación de gran riesgo, de secuestro y/o donde hubiera una guerra civil declarada. Esa relación se constituye a partir de un discurso que criminaliza la pobreza, redunda en la utilización de francotiradores, de helicópteros a modo de plataformas aéreas de tiro y en la utilización cada vez más amplia de fuerzas de seguridad con un uso de la violencia inaudito contra la población más pobre.

¿Se trata de una violencia con algún grado de discriminación, de selección de objetivos? 

En absoluto. Tiene un alto grado de indiscriminación. Y quiero resaltar que hay una criminalización creciente sobre los activistas de Derechos Humanos. Paradójicamente, la Declaración Universal de los Derechos Humanos —que está cumpliendo 70 años— tuvo como objetivo amparar a colectivos que eran víctimas de violaciones sistemáticas que podrían caracterizarse de genocidio, los judíos, los homosexuales… Hoy, los defensores de los Derechos Humanos son presentados como aliados del terrorismo y como una amenaza al Estado y a las “personas de bien”.

¿Después del asesinato de Marielle Franco y de la renuncia y salida del país del diputado Jean Willys, el gobierno ha tomado medidas para proteger la vida de los políticos amenazados? 

Muy por el contrario, ha habido un incremento de la violencia. Los movimientos sociales, políticos de izquierda y aquellos que no siéndolo son demócratas, garantistas, constitucionalistas, son objeto de hostilidades con declaraciones y gestos violentos, actitudes que proceden del gobierno y de los grupos políticos bajo su influencia.

Brasil dejó que en 2017 se asesinara a más de 70 activistas de Derechos Humanos, la mayoría eran figuras importantes en la defensa del medio ambiente y de las reivindicaciones de las poblaciones del campo

Brasil dejó que en 2017 se asesinara a más de 70 activistas de Derechos Humanos, la mayoría eran figuras importantes en la defensa del medio ambiente y de las reivindicaciones de las poblaciones del campo. Culminó con el asesinato de Marielle Franco, que expresaba una multiplicidad de banderas, era negra, lesbiana y de izquierdas. Fue masacrada en la segunda capital más importancia del país y digo esto por la importancia relativa de Río de Janeiro, una ciudad de destacado valor simbólico, sede de eventos decisivos en el área política, social y cultural, que marca tendencias, tenemos aquí las mayores plataformas de petróleo, es sede de Petrobrás, la empresa pública más importante del Brasil y una de las mayores del mundo. Por eso el asesinato de Marielle marca una fractura democrática enorme.

A qué atribuyes que Bolsonaro enfatice que quiere enfrentarse a políticas de género y a lo políticamente correcto? 

Los cuerpos de los grupos indisciplinados se rebelan contra esa política conservadora que insiste en desconocer nuevas formas de conformación social, que no son solo de Brasil sino el resultado de una evolución de la humanidad. Ya existían, pero van ganando fuerza a medida que la sociedad madura, evoluciona, que entiende que hay otros modos de constitución familiar, de relacionarse en lo amoroso, lo sexual y así emergen con fuerza identidades diversas. Hay un tipo de discurso, de pensamiento atrasado, que insiste en desconocer esto y llega al extremo de afirmar que la Tierra es plana.

En tu opinión, ¿Bolsonaro expresa a las capas medias urbanas, o también tiene fuerza en sectores populares? 

Expresa una serie de convergencias. Es la síntesis de una estrategia vengativa de las élites que tan bien describe Jessé Sousa en su libro A elite do atraso, que crecieron a partir de explotar mano de obra esclava, de diezmar a la población indígena, que hizo fortuna y la transfirió a sus descendientes de maneras no ortodoxas. Hay un hilo de continuidad, una tentativa de mantener una concepción colonial, se trata de una élite predatoria, extractivista. Y no hablamos sólo de la caña de azúcar y del café, sino de las maderas del Amazonas y de la minería. Frey Leonardo Boff la caracteriza como un estamento que odia a los pobres y negros que explota, porque su proyecto de eugenesia se proponía que en 2012 ya no hubiese una mayoría negra en Brasil y también un porcentaje mínimo de población indígena; la sociedad sería mayoritariamente blanca por la llegada de los inmigrantes a los que les darían incentivos para instalarse.

Bolsonaro es el resultado de la venganza de esas élites, que tienen una fuerte influencia en las capas medias, descendientes de los altos funcionarios y de los lacayos que labraron estos 519 años de historia del Brasil, muchos de los cuales fueron agraciados con títulos de nobleza y otras migajas. Entonces tenemos unos estamentos medios que sueñan formar parte de la elite, que cumplen el papel de lacayos de esa élite y que genera fenómenos como Bolsonaro. Y también hay camadas populares, influencias por la narrativa mediática, que convergen en ese resultado dramático que padecemos hoy en Brasil.

Tenemos unos estamentos medios que sueñan formar parte de la élite, que cumplen el papel de lacayos de esa élite y que genera fenómenos como Bolsonaro


Tú eres pastora evangélica. ¿Cómo entender el apoyo de las iglesias evangélicas al gobierno Bolsonaro? 

Es una pregunta que requiere una respuesta compleja. Son grupos religiosos, categorizados por la izquierda como fundamentalistas, y se trata precisamente de mujeres negras y de una juventud extremadamente precarizada, que viven en las peores condiciones, sin ninguna perspectiva de futuro ni de protagonismo social y que encuentra ese protagonismo cuando se les da la oportunidad de formar parte de algún colectivo.

En la Baixada Fluminense, donde la gente vive en las peores condiciones de vida, la mayoría está por debajo de la línea de pobreza, no tiene transporte, es un espacio controlado por grupos paramilitares, un lugar donde cualquier tipo de receptividad viene de parte no solo de las iglesias evangélicas sino también de la católica. Su base social es mayoritariamente negra, joven, femenina. Pero, ¿quiénes son los líderes de esas iglesias, los pastores? Son blancos, procedentes de camadas medias, que se han ido configurando como una élite religiosa anclada a poderes constituidos, como es el caso del obispo Edir Macedo.

Estos pastores despliegan un discurso religioso totalmente deformado que promueve una “narrativa de la prosperidad”, lo que es una falacia, que no pasa de un discurso meritocrático travestido de religioso y también por una docilización del alma, porque el alma, en nuestra tradición cristiana, es un espacio de emociones, de sentimientos. Se crea ahí una relación que se apoya también en resquicios coloniales, que estos líderes utilizan. Y, a partir de ellos, hay una tentativa de construcción de un poder mediático hegemónico, no solo dentro de grupos religiosos sino de un amplio espectro, centrado en sectores consolidados en el mundo secular, como son la bancada del agronegocio y la ganadería.

Entonces se produce la fusión de una narrativa bíblica distorsionada, en la que se va insertando el mensaje de que necesitamos de un hombre de dios, de un perfil muy similar al que desde hace muchos años se impuso en los EEUU a partir de un poder religioso, que se propone la promoción de líderes políticos con un áurea de “enviados de dios”, al modo de Trump.

Hace dos semanas recibimos en Brasil la visita de Los Ministros de Dios, una sociedad secreta norteamericana, que mantiene una relación muy próxima con la Casa Blanca desde la era Kennedy y Nixon. Un paréntesis: Jair Bolsonaro es católico, sin embargo fue a Israel y allí fue bautizado en el río Jordán por un pastor y de ese modo se constituye aquí en un referente para una parte de la población que tiene dificultades en la interpretación de textos y ahí se convierte en un “enviado de dios” para hacer frente a los grupos identitarios que luchan por una política de igualdad de género, a favor de un sistema de salud donde las mujeres no sean criminalizadas, grupos que pelean históricamente por ser reconocidos en su orientación sexual y su identidad de género, por otros que luchan para no ser tratados como ciudadanos de segunda clase, como negros y negras.

Hablaste de meritocracia. Si entendí bien, esa representación del mundo que esos pastores blancos traen a las poblaciones carentes, de cierto modo, traen también la promesa de un ascenso social… 

Exacto. Cuanto más contribuyes —y la contribución financiera es decisiva— más bendecido tu grupo será y la bendición está inspirada en el imperativo de la acumulación. Es un concepto de matriz weberiana. Se trata del espíritu de la acumulación del capital y se hace presente bajo esa forma religiosa.

Las escolas de samba son un ámbito de resistencia política, a pesar de que el carnaval haya sido capturado por el capital

¿Cuáles son los motivos de que el pastor Crivella, actual alcalde de Río de Janeiro, haya elegido el mundo del carnaval como un objetivo a atacar? 

Hay varias respuestas. Por una parte, porque las escolas de samba son un ámbito de resistencia política, a pesar de que el carnaval haya sido capturado por el capital. Sin embargo, así como las religiones de matriz africana, el carnaval es expresión de la presencia negra, de una resistencia negra. Esa es una parte de la respuesta; otra, es que el carnaval traería en su cierne una cosa mundana, profana, que iría en contra de los principios religiosos.

Ese comportamiento de Crivella hiere totalmente los principios de un estado laico, el gestor del ejecutivo del municipio tiene que gobernar para una población que en gran parte no es religiosa y que, aunque alguna lo sea, responde a diferentes convicciones. Entonces él no puede gobernar como parte una comunidad religiosa específica. Además, su posicionamiento religioso es un gesto mediático para una parcela de electores que precisa ser reconocida. En los bastidores, hay asociaciones, articulaciones con empresarios ligados al carnaval, entonces es mucho más una batalla cultural, una representación, para un sector al que se quiere fidelizar.

¿Es el neoliberalismo sólo una política injusta en lo que respecta a los derechos sociales y a la redistribución de la riqueza, o es algo más que eso? 

Hemos vivido la época del capitalismo salvaje, en la década de los 70 con la crisis del petróleo y luego vinieron los 80 y 90. En Brasil, tuvimos “la década perdida” en los 80. En los 90 hubo picos de recesión económica y salimos de esa fase para entrar en el neoliberalismo posmoderno, de barbarie, que condena a la mayoría joven a la marginalidad, sin formación académica, sin futuro, a la desaparición.

Esta fase es muy cruel, tiene la capacidad de capturar importantes sectores de la sociedad para los valores de ese capital financiero. Completamente distante, sin forma, consigue capturar mentes y corazones y conquista apoyo. Hasta el punto de que en Brasil a los trabajadores precarizados les parezca bien no tener más derechos. Ese es el punto más perverso de este modelo. Y eso hace muy difícil, no imposible, la lucha contra el fascismo, contra ese capitalismo de barbarie. Ese es un gran desafío para nosotras en el siglo XXI.

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