Foto: Bolsonaro discursea en la Asamblea de la ONU – Reprodução
El presidente Jair Bolsonaro (sin partido) culpó a indígenas, caboclos*, prensa y ONG por los incendios en la Amazonía y el Pantanal y por las consecuencias de la pandemia de coronavirus durante su discurso en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), este martes (22). Lea el discurso entero más abajo.
En vídeo grabado en portugués, Bolsonaro dijo haber sido víctima de una campaña de «desinformación», capitaneada por la prensa brasileña, que “politizó el virus” y «diseminó pánico» entre la población con el lema “Quédate en casa”. No citó que, hasta este martes más de 137 mil brasileños habían muerto a consecuencia de la covid-19.
Aunque haya minimizado la gravedad de la pandemia, el presidente afirmó a los presentes que alertó a la población sobre el virus «desde el comienzo».
El se apropió del auxilio de emergencia, sugerencia del Congreso Nacional, y distorsionó el valor pagado (cinco cuotas de R$ 600 y cuatro de R$ 300). «[Nuestro gobierno] concedió un auxilio de emergencia en cuotas que suman aproximadamente 1000 dólares para 65 millones de personas», exageró. Sumadas, las nueve parcelas del beneficio dan un total de R$ 4.200 o US$ 771,49 a la fecha.
Al relatar a la ONU que «asistió a más de 200 mil familias indígenas«, Bolsonaro omitió su veto al auxilio de emergencia específico y al agua para esa parte de la población.
Bolsonaro dijo además que Brasil es «referencia en preservación ambiental» y que los bosques brasileños no se incendian porque “son húmedos”. El culpó a poblaciones tradicionales por incendios. El fuego en el Pantanal, no obstante, tuvo origen en haciendas ganaderas, conforme análisis de los focos de calor en la región.
“Nuestro bosque es húmedo y no permite la propagación del fuego en su interior. Los incendios suceden prácticamente en los mismos lugares, en el entorno este del bosque, donde el caboclo y el indio queman sus terrenos en busca de su sobrevivencia, en áreas ya deforestadas”, distorsionó.
El jefe de Estado brasileño también atribuyó a Venezuela la responsabilidad por la filtración de petróleo en el litoral, en 2019. “En 2019, Brasil fue víctima de un criminal derramamiento de petróleo venezolano, vendido sin control, acarreando severos daños al medio ambiente y serios perjuicios a las actividades de pesca y turismo”. La investigación sobre las causas y los culpables, sin embargo, sigue sin respuestas, un año después.
Bolsonaro exaltó con omisiones la exportación de alimentos. «Estamos abiertos al mundo en aquello de mejor que tenemos para ofrecer, nuestros productos del campo. Nunca exportamos tanto. El mundo depende cada vez más de Brasil para alimentarse».
No dijo nada sobre el alza del arroz en el mercado interno, provocada por factores como el énfasis en el agronegocio y la negligencia respecto a la seguridad alimentaria. El presidente tampoco informó que prohibió 17 de los 20 artículos del auxilio de emergencia para la agricultura familiar.
Bolsonaro enalteció a Donald Trump y al acuerdo entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, considerado una traición a la causa palestina. Al final del discurso, Bolsonaro hizo un llamado contra la «cristofobia», e ignoró la laicidad y la pluralidad del país al afirmar que toda la población sigue sus ideologías. “Brasil es un país cristiano y conservador y tiene su base en la familia”, declaró.
*pequeños productores familiares de la Amazonia que viven de la explotación de los recursos del bosque, usualmente también son mestizos de indígenas con blancos.
Lea el discurso completo de Bolsonaro:
«Señor presidente de la Asamblea General, Volkan Bozkir;
Señor secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a quien tengo la satisfacción de saludar en nuestra lengua materna;
Jefes de Estado, de gobierno y de delegación;
Señoras y señores,
Es una honra abrir esta Asamblea con los representantes de naciones soberanas, en un momento en que el mundo necesita de la verdad para superar sus desafíos.
La covid-19 ganó el centro de todas las atenciones a lo largo de este año y, en primer lugar, quiero lamentar cada muerte ocurrida.
Desde el principio, alerté en mi país que teníamos dos problemas por resolver: el virus y el desempleo, y que ambos deberían ser tratados simultáneamente y con la misma responsabilidad.
Por decisión judicial, todas las medidas de aislamiento y restricciones a la libertad fueron delegadas a cada uno de los 27 gobernadores de las unidades de la Federación. Al presidente, cabe el envío de recursos y medios a todo el país.
Como aconteció en gran parte del mundo, parte de la prensa brasileña también politizó el virus, diseminando el pánico entre la población. Con el lema “Quédate en casa” y “la economía vemos después”, casi trajeron el caos social al país.
Nuestro gobierno, de forma audaz, implementó varias medidas económicas que evitaron el mal mayor:
– Concedió auxilio de emergencia en cuotas que suman aproximadamente 1000 dólares para 65 millones de personas, el mayor programa de asistencia a los más pobres en Brasil y tal vez uno de los mayores del mundo;
– Destinó más de 100 billones de dólares para acciones de salud, socorro a pequeñas y microempresas, así como compensó la pérdida de recaudación de los estados y municipios;
– Asistió a más de 200 mil familias indígenas con productos alimenticios y prevención a la covid;
– Estimuló, consultando a profesionales de salud, el tratamiento precoz de la enfermedad;
– Destinó 400 millones de dólares para investigación, desarrollo y producción de la vacuna de Oxford en Brasil;
No faltaron en los hospitales los medios para atender a los pacientes de covid.
La pandemia deja la gran lección de que no podemos depender apenas de unas pocas naciones para la producción de insumos y medios esenciales para nuestra sobrevivencia. Solamente el insumo de la producción de hidroxicloroquina sufrió un reajuste de 500% al inicio de la pandemia. En esta línea, Brasil está abierto al desarrollo de tecnología de punta e innovación, por ejemplo, de la industria 4.0, de la inteligencia artificial, nanotecnología y de la tecnología 5G, con cualquier socio que respete nuestra soberanía, aprecie la libertad y la protección de datos.
En Brasil, a pesar de la crisis mundial, la producción rural no paró. El hombre del campo trabajó como nunca, y produjo, como siempre, alimentos para más de mil millones de personas.
Brasil contribuyó para que el mundo continuara alimentado.
Nuestros camioneros, marinos, trabajadores de puertos y aeropuertos mantuvieron activo todo el flujo logístico para la distribución interna y la exportación.
Nuestro agronegocio continua pujante y, por sobre todo, poseyendo y respetando la mejor legislación ambiental del planeta.
Incluso así, somos víctimas de una de las más brutales campañas de desinformación sobre la Amazonía y el Pantanal.
La Amazonía brasileña es sabidamente riquísima. Eso explica el apoyo de instituciones internacionales a esta campaña apuntalada por intereses oscuros que se unen a asociaciones brasileñas, aprovechadoras y antipatrióticas, con el objetivo de perjudicar al gobierno y al propio Brasil.
Somos líderes en conservación de bosques tropicales. Tenemos la matriz energética más limpia y diversificada del mundo.
Incluso siendo una de las 10 economías más grandes del mundo, somos responsables por apenas el 3% de las emisiones de carbono.
Garantizamos la seguridad alimentaria de un sexto de la población mundial, preservando el 66% de nuestra vegetación nativa y usando apenas el 27% de nuestro territorio para la ganadería y la agricultura. Cifras que ningún otro país posee.
Brasil despunta como el mayor productor mundial de alimentos.
Y, por eso, hay tanto interés en propagar desinformación sobre nuestro medio ambiente.
Estamos abiertos al mundo en aquello de mejor que tenemos para ofrecer, nuestros productos del campo. Nunca exportamos tanto. El mundo depende cada vez más de Brasil para alimentarse.
Nuestro bosque es húmedo y no permite la propagación del fuego en su interior. Los incendios suceden, prácticamente en los mismos lugares, en el entorno este de la selva, donde caboclos e indígenas queman sus terrenos en procura de su supervivencia, en áreas ya deforestadas.
Los focos criminales son combatidos con rigor y determinación. Mantengo mi política de tolerancia cero con el crimen ambiental. Juntamente con el Congreso Nacional, procuramos la regularización de tierras, buscando identificar a los autores de esos crímenes.
Les recuerdo que la Región Amazónica es más grande que toda Europa Occidental. De ahí la dificultad para combatir, no sólo los focos de incendio, sino también la extracción ilegal de madera y la biopiratería. Por eso, estamos ampliando y perfeccionando el empleo de tecnologías y mejorando las operaciones inter-agencias, contando, inclusive, con la participación de las Fuerzas Armadas.
Nuestro Pantanal, con área mayor que muchos países europeos, así como California, sufre de los mismos problemas. Los grandes incendios son consecuencias inevitables de la alta temperatura local, sumada al acúmulo de masa orgánica en descomposición.
Nuestra preocupación con el medio ambiente va más allá de nuestros bosques. Nuestro Programa Nacional de Combate a la Basura en el Mar, uno de los primeros en ser lanzados en el mundo, crea una estrategia para nuestros 8.500 kilómetros de costa.
En esa línea, Brasil se esforzó en la COP25 en Madrid para reglamentar los artículos del Acuerdo de Paris que permitirían el establecimiento efectivo del mercado de carbono internacional. Desgraciadamente, fuimos vencidos por el proteccionismo.
En 2019, Brasil fue víctima de un criminal derramamiento de petróleo venezolano vendido sin control, acarreando severos daños al medio ambiente y serios perjuicios a las actividades de pesca y turismo.
Brasil considera importante respetar la libertad de navegación establecida en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Mar.
Mientras tanto, las reglas de protección ambiental deben ser respetadas y los crímenes deben ser investigados con agilidad, para que agresiones como la ocurrida contra Brasil no vayan a afectar a otros países.
No es sólo en la preservación ambiental que el país se destaca. En el campo humanitario y de los derechos humanos, Brasil viene siendo referencia internacional por su compromiso y dedicación en el apoyo prestado a los refugiados venezolanos, que llegan a Brasil por la frontera en el estado de Roraima.
La Operación Acogida, encabezada por el Ministerio de Defensa, recibió a casi 400 mil venezolanos desplazados debido a la grave crisis política y económica generada por la dictadura bolivariana.
Con la participación de más de 4 mil militares, la Fuerza Tarea Logístico-Humanitaria busca acoger, albergar y asentar a las familias que llegan a la frontera.
Como miembro fundador de la ONU, Brasil está comprometido con los principios básicos de la Carta de las Naciones Unidas: paz y seguridad internacional, cooperación entre las naciones, respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos. En este momento en que la organización cumple 75 años, tenemos la oportunidad de renovar nuestro compromiso y fidelidad a esos ideales. La paz no puede estar disociada de la seguridad.
La cooperación entre los pueblos no puede estar disociada de la libertad. Brasil tiene los principios de paz, cooperación y prevalencia de los derechos humanos inscritos en su propia Constitución, y tradicionalmente contribuye, en la práctica, a la consecución de esos objetivos.
Brasil ya participó en más de 50 operaciones de paz y misiones similares, habiendo contribuido con más de 55 mil militares, policiales y civiles, con participación destacada en Suez, Angola, Timor del Este, Haití, Líbano y Congo.
Dos militares brasileñas fueron premiadas por la ONU en la Misión en la Republica Centroafricana por su trabajo contra la violencia sexual.
Seguimos comprometidos con la conclusión de los acuerdos comerciales firmados entre el Mercosur y la Unión Europea y con la Asociación Europea de Libre Comercio. Estos acuerdos poseen importantes cláusulas que refuerzan nuestros compromisos con la protección ambiental.
En mi gobierno, Brasil, finalmente, abandona una tradición proteccionista y pasa a tener en la apertura comercial la herramienta indispensable de crecimiento y transformación.
Reafirmo nuestro apoyo a la reforma de la Organización Mundial de Comercio que debe proporcionar pautas adaptadas a las nuevas realidades internacionales.
Estamos igualmente cerca del inicio del proceso oficial de acceso de Brasil a la OCDE. Por eso, ya adoptamos las prácticas mundiales más elevadas en todas las áreas, desde la regulación financiera hasta los dominios de la seguridad digital y de la protección ambiental.
En mi primer año de gobierno, concluimos la reforma de las pensiones y, recientemente, presentamos al Congreso Nacional dos nuevas reformas: la del sistema tributario y la administrativa.
También se están implementando nuevos marcos regulatorios en sectores clave, como el saneamiento y el gas natural. Ellos atraerán nuevas inversiones, estimularán la economía y generarán ingreso y empleo.
Brasil fue, en 2019, el cuarto mayor destino de inversiones directas en todo el mundo. Y, en el primer semestre de 2020, a pesar de la pandemia, verificamos un aumento del ingreso de inversiones, en comparación con el mismo período del año pasado. Eso comprueba la confianza del mundo en nuestro gobierno.
Brasil ha trabajado para, en coordinación con sus socios sur-atlánticos, revitalizar la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur.
Brasil está preocupado y repudia el terrorismo en todo el mundo.
En América Latina, continuamos trabajando por la preservación y promoción del orden democrático como base de sustentación indispensable para el progreso económico que deseamos.
LA LIBERTAD ES EL MAYOR BIEN DE LA HUMANIDAD.
Hago un llamamiento a toda la comunidad internacional por la libertad religiosa y por el combate a la cristofobia.
También quiero reafirmar mi solidaridad y apoyo al pueblo del Líbano por las recientes adversidades sufridas.
Creemos que el momento es propicio para trabajar por la apertura de nuevos horizontes, mucho más optimistas para el futuro de Oriente Medio.
Los acuerdos de paz entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, y entre Israel y Bahréin, tres países amigos de Brasil, con los cuales ampliamos inmensamente nuestras relaciones durante mi gobierno, constituyen una excelente noticia.
Brasil saluda también el Plan de Paz y Prosperidad lanzado por el presidente Donald Trump, con una visión promisoria para, después de más de siete décadas de esfuerzos, retomar el camino de la tan deseada solución del conflicto israelí-palestino.
La nueva política de Brasil de aproximación simultánea a Israel y a los países árabes converge con estas iniciativas, que finalmente encienden una luz de esperanza para esa región.
Brasil es un país cristiano y conservador y tiene su base en la familia
¡Dios bendiga a todos!
¡Y muchas gracias!»
Edición: Leandro Melito
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