Fotos: Ezequiel Sanchez
Bajo el cielo nublado, pequeñas gotas de lluvia apenas humedecían el suelo, sin mitigar el calor intenso que afectaba a miles de personas. “Pareciera que la madre tierra llora por Berta”, dijo una de las asistentes a la multitudinaria despedida de la líder indígena y ambientalista Berta Cáceres, asesinada vilmente el pasado tres de marzo.
“La ciudad del Monte Blanco”, como es reconocido el municipio de La Esperanza, en el departamento de Intibucá, Honduras, fue el punto de reunión para que miles de personas dijeran adiós a una mujer que demostró que las ideas y las acciones pueden hacer cambios para las personas vulnerables.
“Berta no murió, se multiplicó”, gritaban a una voz los miles de personas que acompañan las ideas de la líder ambientalista, que además, reafirmaban el compromiso de continuar la lucha pese a no tener la presencia de Berta entre ellos.