Santiago, 10 de junio. Una batalla campal se libró hoy en el viejo barrio bohemio de la capital chilena, cuando lo más granado del fascismo iberoamericano se reunió en el teatro Caupolicán para rendirle un provocador homenaje al fallecido dictador Augusto Pinochet. Entre los asistentes estuvieron Miguel Méndez Piñar, nieto de Blas Piñar, miembro del gabinete del ex dictador español Francisco Franco, y Joseph Torres, líder de la juventud nacionalista cubana en el exilio. Por el lado chileno apareció un ex ministro de la dictadura, Alfonso Márquez de la Plata, y el nieto del ex dictador, Augusto Pinochet Molina. Ningún miembro del gobierno derechista actual asistió al homenaje, a pesar de que algunos de sus elementos sustentaron ideológicamente a la dictadura. Los concurrentes vieron un documental del realizador Ignacio Zegers titulado Pinochet, que fue precedido de varios discursos, incluido uno del nieto. Este es un acto para honrar la historia
, dijo Pinochet Molina a la audiencia que le apluadió con entusiasmo. Estuvimos 20 años callados y ahora estamos empezando a hablar
, afirmó a su vez el teniente retirado del ejército, Juan González, presidente de la Corporación 11 de Septiembre, que organizó el acto y lleva en su nombre la fecha del golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende, perpetrado en 1973. Divisiones, a 40 años del golpe Al salir, los pinochetistas gritaron vivas a Pinochet y consignas como ¡El general salvó a mi patria!
y ¡Gracias por librarnos de los izquierdistas!
, lo que mostró de nuevo las profundas divisiones que genera la figura de Pinochet a casi 40 años del golpe de Estado que instaló su régimen. La Corporación 11 de Septiembre se reúne cada semana para analizar la actualidad y evocar la memoria del general. Sus miembros adaptaron la canción nazi alemana Lili Marleen para incorporar estrofas que elogian al gobierno porque supo dar seguridad y tranquilidad
y salvar a la patria del yugo marxista
. La agrupación demanda la liberación de unos 70 militares presos en cárceles chilenas, acusados de haber cometido violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. A decenas de metros, cercados por agentes policiales, varios centenares de opositores al homenaje respondieron a los pinochetistas con gritos de: “¡asesino, asesino!
justicia y verdaden torno a unos tres mil asesinados y desaparecidos y unos 40 mil torturados que hubo en Chile entre 1973 y 1990, la mayoría en el inicio del régimen militar, que además forzó al exilio a unos cien mil opositores.
Este es un acto de los genocidas, de los violadores de derechos humanos, acusó Lorena Pizarro, presidenta de la AFDD. Para deslindar al gobierno actual de la ceremonia pinochetista, el vocero del gobierno, Andrés Chadwick, declaró este domingo a un canal de televisión gubernamental que no considera oportuno rendir homenajes
a figuras del pasado, pero también destacó que las actividades en el teatro Caupolicán son producto del derecho a la libertad de expresión.
Creo, en lo personal y mirando las situaciones del pasado, que no deberíamos continuar con homenajes, en relación a los actores del pasado. Eso nos genera divisiones, agregó Chadwick durante la entrevista televisada. Militante de la conservadora Unión Demócrata Independiente, como otros integrantes del gobierno de Sebastián Piñera, Chadwick se declaró
arrepentidode haber sido partidario del régimen pinochetista por
la violación brutal de los derechos humanos. El politólogo Patricio Navia, de la Universidad Diego Portales, dijo que los pinochetistas que se manifestaron hoy públicamente en el centro de Santiago son sólo parte de los simpatizantes del ex dictador,
un grupo mucho más reducido, pero más militantes y ruidosos.En realidad, aclaró, hay
distintas intensidades de pinochetistas. Están los que respaldan el esquema autoritario abiertamente, pero también los que valoran el modelo económico neolioberal impuesto en la dictadura, respaldado por empresarios y políticos de derecha, que, sin embargo,
jamás irían a un acto público. Pinochetistas, policías y antipinochetistas libraron escaramuzas durante dos horas, en un radio de unas cinco manzanas. Decenas de jóvenes levantaron barricadas pero la policía se abrió paso y dispersó a los manifestantes con carros hidrantes y gas lacrimógeno.