Israel aplica una política represiva sostenida contra los y las niñas palestinas. Arrestos arbitrarios, torturas y asesinatos a sangre fría por parte de las fuerzas de ocupación se convirtieron, desde hace muchos años, en la vida cotidiana de las infancias en los territorios palestinos.
La naturalización de la represión israelí contra el pueblo palestino es un escándalo internacional. Por supuesto, líderes y gobernantes, prominentes intelectuales y periodistas, y académicos de bolsillos ansiosos y siempre abiertos, tuercen sus ojos hacia otro lado. Los y las palestinas se encuentran desamparadas por el derecho internacional y por jefes de Estado, ya sean de Occidente y de ese temido Oriente, que optan de forma cotidiana agraciar al Estado israelí en vez de hacer cumplir las mínimas resoluciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU) con respecto a Palestina.
Las políticas de aniquilación aplicadas por Israel –en su versión «liberal» o «ultraortodoxa»- gozan de buena salud. De forma diaria, las fuerzas de seguridad hebreas cometen los más variados crímenes. Las víctimas palestinas no obtienen, nunca, justicia. Pero sí son blanco de balas, fuego de artillería o costosas bombas lanzadas por aviones caza, buena parte de ellos comprados con el propio dinero de los contribuyentes estadounidenses. La ayuda económica y militar que Washington envía año tras año a Israel casi no encuentra crítica a nivel mundial.
Los niños y las niñas que sobreviven en los territorios palestinos conforman, como el propio establishment político israelí los calificó, «el huevo de la serpiente» que puede engendrar la resistencia. Por eso, políticos y militares sumergidos en una ideología racista y supremacista –como es el sionismo- se divierten ordenando hacer tiro al blanco contra las infancias. Y si las balas que bendicen no entran en los cuerpos, entonces despliegan una mecanismo punitivo-judicial pocas veces visto por la humanidad, donde los derechos humanos son pisoteados las 24 horas del día.
Torturas y violencia sexual
En julio de este año, la organización internacional Save the Children difundió un nuevo informe, Injustice: Palestinian children’s experience of the Israeli military detention system, en el que se constata la política estatal israelí contra las infancias palestinas. En la investigación, se confirmó un sinfín de violaciones a los derechos humanos cometidas por las fuerzas militares y policiales hebreas: torturas físicas y psicológicas, violencia sexual, detenciones en jaulas y un largo etcétera que es una marca registrada de los sucesivos gobiernos israelíes.
Entre lo registrado por Save the Children, se puede observar que cuatro de cada cinco niños palestinos dentro del sistema de detención militar israelí son golpeados. Además, del total, el 69% son registrados sin ropa. Y como si esto fuera poco, la organización reveló que el 42% de los arrestados es víctima lesiones, incluidas heridas de bala y huesos rotos. Por año, según la investigación, se pudo calcular que hay entre 500 y 1.000 niños en detención militar israelí.
Jason Lee, director de Save the Children en el territorio palestino ocupado, declaró: «Simplemente, no hay justificación para golpear y desnudar a los niños, tratarlos como animales o robarles su futuro. Esta es una crisis de protección infantil que ya no puede ser ignorada. Finalmente, debe haber un fin a este abusivo sistema de detención militar».
Judicialización y cárcel
Para Israel, la justificación de esta aberración es sencilla: judicializan a los y las niñas bajo la acusación de lanzar piedras contra las fuerzas de ocupación. Debido a esto, quedan expuestos a una sentencia que puede llegar a los 20 años de cárcel.
En el informe, Save the Children advirtió que, como consecuencias de la política represiva israelí, los y las niñas palestinas «son cada vez más incapaces de regresar por completo a su vida normal después de ser liberados de la detención». Para graficar esta situación, la organización indicó que «el número de niños que tienen pesadillas frecuentes aumentó del 39% al 53%, y los que sufren de insomnio o dificultad para dormir están subiendo vertiginosamente del 47% al 73%, en comparación con los niños encuestados en 2020».
La saña del Estado israelí contra las niñeces palestinas no es algo nuevo. Si tomamos al azar cualquier año de las últimas décadas, las denuncias son similares. Por ejemplo, en 2012, un grupo de juristas británicos presentó ante ONU un informe que recoge las torturas de los y las niñas palestinas por parte de los militares israelíes. En un documento titulado Niños bajo custodia militar, los juristas denunciaron que a las infancias palestinas les ponen grilletes y permanecen en reclusión aislada mientras están bajo la custodia israelí, lo que es considerado como una tortura y viola la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU. En la investigación, también se remarcó que las fuerzas militares israelíes suelen arrestar a los niños palestinos de noche en sus casas, les tapan los ojos, atan sus manos y los transportan a centros de interrogatorios en el suelo de vehículos militares y boca abajo. En el informe, se manifestó que «de la mayoría de los niños se abusa verbalmente y físicamente, no les informan sobre su derecho a tener un abogado o a guardar silencio. A veces los meten en celdas de aislamiento y les hacen firmar papeles que no pueden comprender porque están escritos en hebreo».
Impunidad sistemática
En agosto, Human Rights Watch (HRW) denunció que, en el trascurso de 2023, las fuerzas israelíes asesinaron a 34 niños palestinos. La ONG internacional apuntó que las tropas hebreas actúan «con impunidad sistemática» y «casi sin ningún recurso para rendir cuentas». Según HRW, la cifra revelada «va camino de igualar o superar los niveles de 2022, el año más mortífero para los niños palestinos en Cisjordania en 15 años».
Desde el Centro Palestino de Estudios sobre Prisioneros (PCPS, por su sigla en inglés), alertaron que cientos de niñas y niños palestinos no podrán asistir a sus escuelas por estar encarcelados. El PCPS señaló que el Estado israelí mantiene detenidos a unos 170 niños palestinos, que son estudiantes de escuelas, por lo cual los priva de asistir a sus escuelas y reunirse con sus compañeros de clase.
En declaraciones a la prensa, el director del PCPS, Riyad Al-Ashqar, explicó que la detención no es el único motivo que impide a los estudiantes incorporarse al nuevo año escolar, sino también el arresto domiciliario que se aplica contra ellos y que alcanza al menos a 70 niñeces.
A finales del mes pasado, un extenso informe de la cadena británica BBC confirmó que, en lo que va del año, hubo «un dramático aumento de la violencia llevada a cabo por colonos extremistas israelíes contra civiles palestinos en la ocupada Cisjordania». Al mismo tiempo, la investigación denunció que alrededor de 400 pobladores palestinos fueron expulsados de sus tierras desde principios de 2022. Esta violencia ejercida por los colonos judíos no está desligada del accionar del Estado israelí: en la mayoría de los casos, los colonos –muchos de ellos con armas de fuego- son acompañados por tropas del ejército que los protegen y ayudan a despojar de sus casas, tierras y de las propias vidas a los palestinos y las palestinas. Es tan despiadado lo que sucede en Palestina que Estados Unidos –aliado incondicional de Tel Aviv- afirmó que los colonos cometen «terrorismo judío» contra los habitantes de Cisjordania.
El total desprecio de los derechos básicos de los pobladores palestinos por parte de Israel quedó retratado por la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), que registró 700 ataques de colonos judíos, que provocaron víctimas palestinas, daños a la propiedad o ambas cosas. La cifra es la más alta desde que la OCHA comenzó a contabilizar actos de este tipo en 2006.
Mientras pasan los años, los informes e investigaciones internacionales se acumulan en los cajones más oscuros de la Historia, justo al lado de declaraciones «de ocasión» de la mayoría de los gobernantes, que miden sus palabras para no molestar al Estado israelí. Cuando miramos hacia Palestina, vemos hasta dónde pueden llegar los pensamientos y las acciones del fascismo, más allá de que, en el caso de Israel, se quiera esconder detrás de revelaciones bíblicas mesiánicas que no resisten el más mínimo análisis.
Imagen de portada: Hazem Bader / AFP.
Publicado originalmente en La Tinta