Ciudad Nezahualcóyotl, México. A un costado del palacio municipal de Nezahualcóyotl, zona marginal en las afueras de la Ciudad de México, se encuentra el Centro Educativo Cultural de Organización Social (CECOS). Con acceso estrecho, paredes coloridas y música que no para de sonar, CECOS es un centro que desempeña una tarea importante dentro de la comunidad aledaña; dicha tarea se desarrolla en dos rubros, uno de corte artístico y otro de corte político.
En el centro se encuentra una familia, cada uno con diversas aptitudes y formas de pensar. Hay grupos de teatro, de rock, niños, flautistas, guitarristas, bateristas y sociólogos, todos ellos unidos con una idea en común: formar una comunidad.
En la parte alta del inmueble hay un foro que se utiliza el último viernes de cada mes para llevar a cabo recitales, o bien, algún evento para que los vecinos del lugar asistan a diferentes actividades. “La gente asiste más con el afán de aprender que por obtener un título o diploma”, dice Rubén Ramírez, maestro de flauta y trombón. “Lo político es un poco más fuerte. Aquí ha sido un punto de encuentro, ya que durante el arranque de La Otra Campaña en 2006, iniciativa política convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), la gente de CECOS participó en la recepción de los dirigentes, entre ellos el subcomandante Marcos, y en la organización del lugar para los actos. Además hemos participado en marchas y formado redes y canales de ayuda y cooperación con grupos como el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) de Atenco, y con la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca (APPO) de Oaxaca”, agrega el maestro de música.
CECOS cuenta también con un cuarto oscuro donde se lleva a cabo trabajo de serigrafía, con el cual han creado una memoria a base de carteles que, por sí solos, pueden contar gran parte de la historia del lugar.
El inmueble donde se desarrollan las actividades del CECOS fue donado por una orden de jesuitas en 1978, y CECOS tiene 33 años de continuas actividades en la comunidad. “Se han creado redes, se presta equipo, se forman colectivos, se les presta el espacio, se desarrollan proyectos en conjunto con chicos que quieren hacer algo por sus barrios”, explica Rubén Ramírez.
Desde el 2006, cada jueves y sábado se lleva a cabo un círculo de estudio, de entre cuatro y seis personas comisionadas para investigar sobre un eje temático y discutir así sobre el contexto actual de México en aspectos relevantes de la vida política, económica, social, ambiental o cualquier aspecto que influya en la vida del país.
Piano, flauta, bajo, guitarra, batería, francés, teatro y cursos de verano son los talleres más comunes durante la semana. Sin embargo, “a veces no alcanza para realizar algunos proyectos, por lo cual, quienes tienen más estabilidad económica, ponen plata de su bolso”. Además, la falta de tiempo, interés, dinero o cualquier otro contratiempo, ha provocado modificaciones o cambios en proyectos que se llevaban a cabo en el centro. “Ha resultado difícil mantener algunas cosas, teníamos un cineclub, pero resultó complicado mantenerlo ya que había poca gente que asistía al lugar los días de las proyecciones”, explica Rubén, quien después de dar clases de música trabaja en una banda que toca en un burdel.
Durante el año se llevan a cabo eventos donde existe interacción cercana con la gente, como el “Encuentro del teatro con la muerte”, donde durante una semana en el mes de noviembre con motivos de los festejos del día de muertos, “hacemos teatro callejero, además de teatro infantil. Durante esos días, hay mucha participación de la gente. A estos eventos, se suma la posada de fin de año, en diciembre”. Sin embargo, con el paso del tiempo, el aspecto artístico en la formación de los niños, ha ido sustituyéndose por el fomento al ejercicio físico, “lo cual es reflejo del problema de obesidad infantil en México, pero esa es otra historia”, apunta Rubén.
“Normalmente el artista y el político son antagónicos, y ambos encaran el mundo de forma diferente, asumen una posición cuando se encuentran en el contexto del otro, sin que uno deje de ser sensible y el otro sea una persona politizada. En nuestro contexto son como agua y aceite, sin embargo lo interesante de este espacio es que busca hacer congeniar ambas posturas y visiones, y estamos en el intento”. Para Rubén, lo más importante es que avanzan como individuos, y eso se puede traducir en transformar cada quien su espacio, “se trata de no darnos por vencidos en nuestro quehacer cotidiano”, señala.
Justo antes de la entrada del auditorio, se encuentra una placa donde están escritos los nombres que le dieron y dan vida al centro, además de lo que CECOS significa en la comunidad y en quienes creyeron en esto como una forma de generar un cambio.
Aquí parte de su filosofía:
Un refugio, un espacio de encuentro, de convivencia, de esparcimiento, de diversión, de formación, de colaboración, de expresión, de amistad, de compromiso, de resistencia, de identidad, de formación política, una herencia, una estrategia, una táctica, un festival, una mirada, una canción, un poema, una novela, una historia, una tragedia, una costumbre, una obsesión, un proyecto de vida, un ente sociocultural… pero sobre todo, CECOS es una construcción colectiva.
Publicado el 01 de Agosto de 2011