Fotos: Pedro Faro
“No que no, sí que sí, volvimos a salir”, gritan cientos de personas que dan forma a la marcha que recorre el centro del ejido El Progreso, la primera parada de la caravana que partió de La Gloria, espacio rural del Concejo Regional Autónomo de la Costa de Chiapas. En esa región confluyen, además, el Frente Cívico Tonalteco, el Centro de Derechos Humanos Digna Ochoa y la Red de Mujeres en Rebeldía. Unas doce comunidades completan el tejido de organizaciones de la Costa chiapaneca articuladas en el CNI.
“Por la tierra y el territorio”, es el lema de la caravana El Sur Resiste, que recorrerá los estados del sur mexicano. En la Costa se empeñan en recordar que las resistencias nacieron décadas atrás, cuando las tarifas eléctricas resultaron impagables par las familias por la especulación de las grandes empresas. Ahora se empeñan en impedir el despliegue de nuevos emprendimientos extractivos, como surge de la decena de intervenciones en el Domo de El Progreso, la mitad a cargo de mujeres. Decenas de jóvenes dejaron las clases del colegio secundario para sumarse a la marcha en su pueblo y siguieron la oratoria.
“Nos estuvimos preparando durante semanas para recibirlos”, explicó Nataniel Hernández, referente de las tres organizaciones organizadoras de la caravana en la región: “A pesar de las amenazas del Estado hemos seguido organizados y construimos alternativas. Hemos conseguido que los megaproyectos mineros e hidroeléctricos no aterricen por este territorio”, sigue Hernández. “Nuestras alternativas son la agroecología y otros proyectos de vida, para lo que nos organizamos abajo y a la izquierda”.
Entre los aplausos de dos centenares de asistentes, entre pobladores locales y solidarios internacionales, Cornelia Laguna destacó que mientras el Estado es un gran productor de energía, las familias campesinas no pueden pagar tarifas de 1.500 pesos mensuales. “El recibo nos mata”, sentenció.
Las mujeres de la Costa son conscientes de que el movimiento “se ha ido desgranando por los proyectos del gobierno”, pero ahora están remontando la cuesta, activando esta caravana que las llena de esperanza y orgullo. “Se fueron los que tenían que irse”, se escucha una voz firme, explicando que unas cuantas comunidades se acercaron a Morena y abandonaron la resistencia.
Otras mujeres alzaron la voz rechazando que exista igualdad de género, explicando cómo los mega emprendimientos las afectan, especialmente por la explosión de feminicidios.
Entre aplausos y cámaras, Bettina Cruz dijo que la caravana rechaza la “reorganización del territorio que encaran las grandes empresas y el imperialismo”, explicó que sólo en el istmo las eólicas producen 3.000 megavatios hora. “Vamos a recorrer selvas que producen mucho agua que las multinacionales sobre explotan”. Finalizó diciendo que el istmo les interesa para “acelerar la movilidad de las mercancías”. Rechazan el proyecto de gasoducto que llegará desde Estados Unidos hasta Guatemala, atravesando el istmo, y que además “quieren convertirlo en un tapón para controlar las migraciones”.
Sus palabras resonaron cada vez que observamos en la carretera de Tapachula a Tonalá largas filas de jóvenes venezolanos, haitianos y centroamericanos que se afanan por eludir los controles de la “migra”, bordeando campos y caminos poniendo sus vidas en peligro. “El mal gobierno no quiere a los pueblos. Los militares no quieren a los pueblos, quieren a las empresas”, sentenció Bettina.
En Tonalá hubo un breve acto en la plaza central, frente a la alcaldía, bajo un sol inclemente, para continuar rumbo a Oaxaca.
Luego de atravesar nueve controles nde la Guardia Nacional, el Ejército y Migraciones, que fotografiaron las matrículas de los vehículos y a las participantes en la caravana, camiones y coches llegaron de noche a Puente de Madera, donde los esperaba una pequeña multitud con antorchas que viene resistiendo la instalación de un polígono industrial que, justamente, quieren implantar en las tierras ejidales.
La caravana El Sur Resiste está dando sus primeros pasos, tejiendo resistencias y mostrando que aún hay pueblos de pie en todos los rincones. Una forma de hacer política que construye hermandades y rehúye aparatos burocráticos que siempre son conservadores y, por la tanto, se apegan al pragmatismo de arriba.
La organización de resistencias itinerantes se inscriben en la continuidad del NO PASARÁN a los proyectos de las multinacionales