El apoyo postdeportación es algo que no está siendo visibilizado por las instituciones y organizaciones de la sociedad civil en México, pues no están ayudando a las personas que no quieren o no están preparadas para retornar al país (habiendo radicado durante años en Estados Unidos), dijo el Dr. Arturo Fabián Jiménez, especialista en procesos de integración e inserción social de los deportados procedentes de Estados Unidos.
El doctor, quien realiza en su actual estancia posdoctoral en la UDG la investigación ‘¿En qué creen los expandilleros deportados de Estados Unidos a México?’, de la cual presentó algunos avances en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México durante el ‘XXIV Encuentro de la Red de Investigadores sobre el Fenómeno Religioso en México (RIFREM)’, dijo que se estima que en 2018 y 2019 anualmente fueron deportadas 150 mil personas de Estados Unidos (EU) a México, cifras que aumentaron durante la pandemia, particularmente en el 2020.
En el caso específico de Guadalajara, el Instituto Nacional de Migración (INM) reportó que el año pasado fueron deportadas cuatro mil 663 personas, de las cuales al menos el 20% son expandilleros.
Esos expandilleros deportados, nacidos en México y llevados desde pequeños a EU, no fueron aprehendidos intentando cruzar la frontera, ni en redadas en centros de trabajo o en espacios públicos, sino que fueron capturados por cometer algún delito, fueron llevados a juicio, sentenciados, recluidos en prisión y al final, como parte de su condena, fueron deportados a México, a donde retornan como repatriados, sin una carta de antecedentes penales, ni nada que diga cuáles fueron los motivos por los que estuvieron en la cárcel.
Lo preocupante, destacó el Dr. Arturo Fabián, es que el INM no tiene o no ha tenido la capacidad de identificar, reportar y hasta cierto punto dar una atención aparte a este grupo de población, en el que muchos vienen a México “con la mentalidad de generar un cambio positivo en sus vidas, y muchas veces las propias instituciones, las propias organizaciones de la sociedad civil, son las primeras que les cierran las puertas”.
Por su apariencia característica –tatuados, rapados y con una manera peculiar de vestir y de hablar el inglés-, los expandilleros son discriminados en México, donde se les niega la posibilidad de ser contratados, por ejemplo, en call centers y otros centros de trabajo destinados a las personas bilingües.
Esa discriminación la sufren en menor grado quienes se quedan a vivir en la frontera norte de México, pero quienes se trasladan al centro o sur del país tienen que enfrentar ese estigma y otras condiciones de vida muy distintas a las que estaban acostumbrados en EU, por lo que empiezan a tener fracasos en sus intentos de reunificación familiar y de reintegración social, y comienzan tener problemas de drogadicción y alcoholismo, adicciones que no tenían, o no tan arraigadas, en la Unión Americana.
En qué creen los expandilleros deportados
Para conocer más de estas personas, Arturo Fabián Jiménez realiza en su actual estancia posdoctoral en la UDG la investigación ‘¿En qué creen los expandilleros deportados de Estados Unidos a México?’, de la cual presentó algunos avances en durante el ‘XXIV Encuentro de la Red de Investigadores sobre el Fenómeno Religioso en México (RIFREM)’, que organiza la Red y los departamentos de Historia, Ciencias Religiosas, y Ciencias Sociales y Políticas, de la IBERO.
Mencionó que entre los expandilleros hay una gran variedad de creencias y denominaciones religiosas, debido a una socialización primaria en su infancia y juventud, donde la religión jugó un papel importante en su formación como personas, en términos morales y éticos.
Los expandilleros con las cuales trabaja el académico en Guadalajara reportan tener ciertos vínculos con el guadalupanismo y el catolicismo, y un completo vínculo al protestantismo. Aclaró, que la devoción de los expandilleros a la Virgen no es igual que el guadalupanismo mexicano; ellos relacionan a la Virgen con sus madres, cuando ésta suele llamarse María Guadalupe, y con base en esta coincidencia le brindan el mismo respeto a la Virgen que el prodigado a sus mamás.
El 666 que algunos llevan visiblemente tatuado, no es para ellos un símbolo satánico o de vínculo con el diablo, sino una manera de referenciar al barrio, una manera de referenciarnos como sureños. Y la Santa Muerte, que es un culto que conocen cuando están siendo llamados a corte o entran a prisión en EU, o cuando arriban a México, se asocia a la crisis que viven en torno a la deportación.
En cuestiones de espiritualidad, algunos de los de más edad se visualizan a sí mismos como legionarios, porque se ven como guerreros, al haber sido los primeros latinoamericanos en las prisiones estadounidenses donde únicamente había población negra. Y si no fuera por estos legionarios que conquistaron el terreno, otros prisioneros hispanos -no necesariamente mexicanos- no hubieran aguantado la vida en la prisión.
Quienes después de la deportación piden ayuda en alcohólicos anónimos, encuentran en estos grupos la perspectiva espiritual de apoyarse en un Ser Supremo para dejar sus adicciones. Los que recurren a la sanación, lo hacen como una manera de salir adelante. Y los expandilleros que en México tienen una esposa o suegra ultra-católicas, permiten que el catolicismo o guadalupanismo mexicanos les permeen, de manera positiva, en su visión del mundo.
Como reflexiones finales, el Dr. Arturo Fabián Jiménez dijo que para algunos la religión se vuelve una salida para su vida en pandilla y otros encuentran la redención al convertirse al protestantismo. Y en general sostienen que, si de niños no hubieran sido educados como católicos, no tendrían los límites morales y éticos que les impone la religión.
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