Apostar por masculinidades libres de violencia

Por Ruy Félix*

A los varones se nos cuestiona desde hace tiempo, y una reacción común es deslegitimar y desacreditar los cuestionamientos. Nos ponemos a la defensiva y atacamos a quienes cuestionan nuestro género: “El violador no soy yo; jamás he violado a nadie”. Pero, ¿reaccionamos con el intelecto o con el hígado?; es decir, ¿entendemos qué se nos cuestiona?, ¿conocemos la diferencia entre violación y abuso sexual o lo que implica la violencia de género y el acoso? Creo que no nos detenemos a pensar y considerar las razones de fondo. Reaccionamos por lo que creemos porque no nos hemos permitido conocer. Necesitamos darnos la oportunidad de cuestionarnos y ver qué es lo que no entendemos. ¿Qué es ser hombre? Como decía San Agustín sobre el tiempo: “Si nadie me pregunta[…], lo sé, pero si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé”. A muchos hombres nos pasa así.

Soy un varón chilango a mitad de los 30 que ha comenzado a cuestionar la forma en que vive su masculinidad. Tengo 36 años, ya fui así 36 años, no quiero seguir mi vida violentando. Me he dado cuenta de que mi idea de masculinidad ha hecho que me juzgue y me ha generado muchas inseguridades.

Así fue mi proceso. Cuando me permití cuestionarme, identifiqué acciones que no me agradaban. Algunas siempre me incomodaron pero las había normalizado: como hacer bullying a los hombres que mostraran vulnerabilidades y aspectos “femeninos”, las pláticas entre amigos sobre las mujeres y su intimidad o el hecho de usar la homosexualidad como insulto o para menospreciar a alguien. Buscando entender más, encontré a otros hombres que también cuestionaban su noción de masculinidad. Uno es Edmundo Castelán —sociólogo de la UAM— quien creó, en octubre de 2019, #HombresNecios, un círculo de reflexión para varones.

Castelán narra en entrevista que el proyecto surgió por su propia necesidad, al darse cuenta de que ejercía, inconscientemente, acciones machistas y no las quería en su vida. En el círculo, ha reconocido similitudes entre los asistentes. Por ejemplo, el momento clave que los hace cuestionar su manera de vivir la masculinidad. Comúnmente es a través de una mujer: “por lo menos el 80 por ciento de los hombres llega a este espacio por sugerencia de alguna mujer, porque alguien les platicó, los invitó o les pidió asistir”, dice. No pocas veces, comenta, es a través de la pareja, pues ellas indican que el varón niega que ejerce machismo. Otro fenómeno que se da es el abandono del grupo: muchos comienzan a ir y, de un momento a otro, dejan de hacerlo. Edmundo piensa que puede ocurrir cuando se reencuentran con algún suceso pasado o con sus propias verdades. En el feminismo a esto lo llaman heridas de la masculinidad hegemónica.

Sandra Escutia, filósofa y profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien ha trabajado las masculinidades y estudiado su historia desde 2014, explica que los “estudios sobre las masculinidades son una nueva vertiente de teorización que surge en los años 90”. La postura teórica de las masculinidades indaga, entre otras cosas, en las relaciones y dinámicas entre los hombres, sus mandatos y su persona. Aclaró que el “objeto de investigación de los estudios de género no son los hombres ni las masculinidades, sino las dinámicas culturales y de poder. Cuando se habla de dinámicas socioculturales se habla del androcentrismo y relaciones del heterosexismo”. Pero, ¿qué significa esto?

En los estudios se indaga sobre cómo las relaciones dentro de nuestra sociedad tienen como base el entendimiento del hombre heterosexual. Es decir, todo gira en torno a la mirada masculina-heterosexual, por eso las personas homosexuales han tenido que luchar por sus derechos, legitimidad y dignidad. Lo mismo las mujeres, quienes históricamente han mantenido luchas para conseguir los derechos que les han sido negados. En otras palabras, todo lo que no es hombre o heterosexual, históricamente ha sido marginado y con base en luchas ha buscado salir de tal marginación. Pa’ pronto: somos machos, así nos educaron y así hemos construido nuestra historia y nuestra cultura. Sobre estas dinámicas, Sandra señala que “los hombres no tienen claras las dinámicas que hay entre ellos y tampoco se dan cuenta que estas relaciones de género no solamente se dan con las mujeres. Que deben cumplir tantas cosas que en realidad lo que está en riesgo es la forma en que los hombres son hombres […] No se están dado cuenta que son educados para ser sujetos en permanente confrontación, violencia y guerra; y que eso no es algo propio de ellos, que se puede transformar.”

Esto lo he identificado desde que asistí a los círculos de Edmundo y los talleres de Sandra: el conflicto es permanente. No necesito demostrar que soy mexicano, estudiante, ni otra cosa, pero la necesidad de demostrar mi masculinidad es constante y esto pasa con la mayoría de los varones. Permanentemente reafirmamos que somos heteros, bien hombres, y no permitimos que se dude ni cuestione eso, si es necesario —como menciona Sandra— lo demostramos con violencia. Es algo que, inconscientemente, a solas, nos estamos exigiendo también. Nos ha vuelto incapaces para reconocer nuestra vulnerabilidad, mostrarnos ajenos a la valentía o a la certeza, o simplemente, para exponer nuestras flaquezas y sensibilidad, pues “no es de hombres”. ¿Tan inseguros estamos de nuestra «hombría»? Las reacciones excesivas que tenemos cuando ésta se pone en duda parece confirmarlo. Quizá, por ser una imposición externa, muchas de sus premisas nos son completamente ajenas. Esto podría confirmar la premisa de que la masculinidad es frágil. Además, se legitima en un reconocimiento externo y no por una seguridad interior.

En el círculo algunos rostros se hicieron familiares, otros no se dieron la oportunidad. Algunos se sentían incómodos porque, es verdad, resulta incómodo enfrentarse con algunos hechos. No cualquiera renuncia a las formas tradicionales de concebir lo masculino, cuando esto implica un ejercicio de poder. ¿Quién, voluntariamente, renuncia a sus privilegios? Al ser un círculo abierto y plural se expresan diferentes vivencias y formas de ser hombre. Muchos fueron violentados y otros violentaron. Esto es lo incómodo, pues algunos relatos te señalan a ti y no es cómodo que te señalen como el violentador: de tu madre, tu hermano, tu novia o de ti mismo. O por el contrario, algunos relatos pueden hacerte entender que has sido víctima de abusos o violencia, y reconocerse como víctima tampoco resulta agradable. Quizá algunos recuerdan cosas que han escondido u olvidado a la fuerza.

En octubre de 2019, cuando Edmundo decidió formar Hombres Necios, creó una página en Facebook. Las primeras semanas los asistentes no llegaban a diez, pero en poco tiempo se triplicaron. Comenzó en un pequeño espacio cerrado, pero la capacidad fue superada y el círculo se trasladó al espacio público. Se volvió un círculo urbano sin puertas que pudieran cerrarse: abierto a todo aquel que quisiera escuchar y ser escuchado. La intención de Edmundo era crear un espacio donde los hombres pudieran cuestionarse y conectar con dudas, desacuerdos e inquietudes. La necesidad de hablar y ser escuchados era evidente, asistían de Xochimilco, Ajusco, Iztapalapa y varios sitios del Estado de México., como Ciudad Nezahualcóyotl y Ecatepec. Para Castelán es importante hablar desde las emociones, pues pocas veces lo hacemos y tal vez ni siquiera sabemos hacerlo. Sin duda, hablar desde el sentir es una forma en que se merman algunos mandatos de la masculinidad hegemónica.

¿Qué es la masculinidad hegemónica y qué son los mandatos?

Es la masculinidad tradicional, la que nos enseñaron desde niños y nos forjó como hombres, lo que hoy entendemos como hombre tiene mandatos contundentes: “los hombres no lloran ni usan el color rosa”, y desde niños nos lo dejan claro. Nuestro conflicto con las emociones es consecuencia de estos mandatos, pues no sabemos asumirlas ni trabajarlas. El hombre, estadísticamente, suma más muertes violentas y también es quien ocasiona la mayor parte de estas muertes.

Para Sandra y Edmundo es importante señalar que no se trata de nuevas masculinidades, sino de “masculinidades disidentes” libres de violencia. La masculinidad ha cambiado a lo largo del tiempo, y seguirá cambiando, porque es una creación cultural, no una condición natural. Nosotros decidimos su dirección y debe ser sana, que no necesite estar afirmándose, no implique violencia y no vea la feminidad como negativo.

Además de Hombres Necios hay muchos otros grupos que han comenzado a cuestionar la masculinidad tradicional promoviendo su disidencia. Un par de ellos son:


*Este trabajo fue producido por un estudiante del Taller de Periodismo de Investigación del plantel Tezonco de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).

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