Apicultores valencianos en peligro de extinción

Mathias Rodríguez

Foto: Mathias Rodríguez

“Están discriminando a un sector esencial para la biodiversidad de nuestro territorio”, asegura Fernando, un joven apicultor que lleva casi 10 años trabajando con colmenas en la provincia de València. Así lo expresaba desde uno de los más de 350 vehículos que participaron de la camionada en la capital valenciana, convocada de forma unánime por todas las organizaciones agrarias, el pasado mes de noviembre.

La propuesta para modificar la Ley de Ganadería, incluyendo sanciones de hasta 60.000 euros, ha sido “el detonante” de unas reivindicaciones que llevan años resonando en el sector de la apicultura valenciana, el único territorio en todo el Estado que sanciona la apicultura y obliga a alejar las explotaciones apícolas al menos cuatro kilómetros de las plantaciones de cítricos durante los meses de floración del azahar. Aunque el pasado 3 de diciembre todos los grupos políticos presentes en Les Corts aprobaron una enmienda para eliminar esta reforma de la ley y dar un paso atrás en las sanciones a los apicultores, no será hasta finales de diciembre, entre el 21 y el 23, cuando se realicen las votaciones definitivas.

El País Valencià es el único territorio en todo el Estado que sanciona la apicultura y obliga a alejar las explotaciones apícolas al menos cuatro kilómetros de las plantaciones de cítricos durante los meses de floración del azahar

El objetivo de esta reforma, cuyo origen se remonta al decreto de la “Pinyolà”, publicado por primera vez en 1993, consiste en disminuir la presión de polinización para evitar que algunas variedades híbridas de cítricos desarrollen semillas, lo que ocasionaría una bajada de su valor en el mercado. Es precisamente en esos años cuando se introducen en el campo valenciano estas nuevas variedades híbridas, sobre todo de mandarinas, que generan semillas por la polinización cruzada y que han terminado expulsando a las abejas para mantener los estándares de calidad de las frutas sin semillas que requiere el mercado.

Un conflicto que se manifiesta especialmente en la confrontación y las presiones que ejerce el Comité de Gestión de Cítricos y, en definitiva, el grupo de empresarios que comercializan con las importaciones y exportaciones de los cítricos valencianos. Pablo Sáez, representante sindical de los apicultores en la COAG, responde que: “Todo el sector apícola y todas las organizaciones agrarias estamos en contra de este acuerdo. Incluso hay citrícolas y agricultores que nos piden colmenas para polinizar sus campos y no hay ningún tipo de conflicto”.

“Está prevaleciendo el criterio comercial de conseguir frutas sin semillas, porque se venden más caras en el mercado, frente al papel esencial de las abejas para mantener la biodiversidad”, plantea Quique Luque, de Ecologistas en Acción en el País Valencià

La solución, apuntan las organizaciones agrarias, podría pasar por regular las plantaciones de estas variedades híbridas, creando un mapa varietal y fomentando a las empresas que logren convivir con los polinizadores y con el resto de cultivo. Inma Segura, veterinaria con más de 20 años en el sector de la apicultura, miembro del ADS (Asociación de Defensa Sanitaria) y portavoz de ASAJA Alicante, señala que “la administración prefiere expulsar a los apicultores y producir un daño ecológico mucho mayor antes que atacar el problema de raíz regulando la plantación de estas variedades”. “Sin polinización estamos perdiendo todos”, añade la experta.

“Nos obligan a llevarnos las abejas cuando son esenciales para la biodiversidad y para producir polinizar el resto de alimentos”, reclama Andrés, otro apicultor con más de 1.500 colmenas en la provincia de Castellón. Un posicionamiento similar al que esgrimen desde la organización Ecologistas en Acción. “Está prevaleciendo el criterio comercial de conseguir frutas sin semillas, porque se venden más caras en el mercado, frente al papel esencial de las abejas para mantener la biodiversidad”, plantea Quique Luque, coordinador del área de conservación de Ecologistas en Acción en el País Valencià.

Agrotóxicos y monocultivo

Además de la persecución y las sanciones a los apicultores, las organizaciones ponen el foco en que, año tras año, las colmenas se están viendo debilitadas por la cantidad de agrotóxicos que se suministran a las plantaciones, sobre todo en los campos de agricultura extensiva y monocultivos, donde la rápida propagación de las plagas y de los parásitos requieren tratamientos químicos mucho más nocivos para el resto de seres vivos que habitan en la zona.

“Cada vez hay menos polinizadores naturales y los agrotóxicos son una de las mayores causas. Eso repercute en que cada vez haya un mayor desajuste en toda la biodiversidad”, apunta Segura. Según los datos publicados en septiembre de este año por el Ministerio de Agricultura, el territorio valenciano tiene actualmente censadas 352.849 colmenas, con una bajada acumulada de más de 60.000 colmenas en los últimos 12 años.

El territorio valenciano tiene actualmente censadas 352.849 colmenas, con una bajada acumulada de más de 60.000 colmenas en los últimos 12 años

Un impacto, el de la agricultura extensiva y el uso de agrotóxicos, que los apicultores califican como “brutal” y que se traduce en la contaminación de los acuíferos, la pérdida de biodiversidad con los monocultivos y la contaminación con agrotóxicos y productos fitosanitarios que también llegan a los productos de consumo. Materias activas contaminantes, como os neonicotinoides, que están afectando directamente a su sistema nervioso y que están generando cambios en el comportamiento de las abejas.

Por otro lado, no solo las abejas son las responsables de polinizar las flores y los cultivos. También el viento puede generar una polinización cruzada, al que se suma toda una infinidad de polinizadores salvajes que también cumplen con esta labor. Moscas, avispas y abejorros, entre otros, que también se están viendo afectados por el uso de los agrotóxicos.

Organización y consciencia ecológica

A pesar de los varapalos y de los peligros que están poniendo entre las cuerdas a la población de abejas en todo el mundo, los apicultores resaltan que esta lucha para eliminar las sanciones les ha servido para unirse y plantar cara a las presiones que se vienen ejerciendo desde hace años sobre su profesión. Ejemplo de ello es la creación de una nueva asociación interprofesional, llamada “La abeja es vida”, con la que pretenden defender los intereses de la apicultura y de las abejas.

“Somos una entidad sin ánimo de lucro que quiere ser interlocutora ante las administraciones públicas, en defensa de las abejas, la polinización natural y su papel medioambiental”, asegura Alejandro Boronat, presidente de la asociación. “Estamos en contra del Acuerdo de la ‘Pinyolà’. Hemos estado desterrados, escondiéndonos, llevando colmenas a otros territorios y con la promesa de reconversión varietal de los cultivos que nunca llega”, concluye, y resalta el ejemplo de algunas empresas de citrícos que ya han iniciado una reconversión de su producción para obtener la certificación europea ‘Bee Friendly’, estableciendo pautas y protocolos de tratamiento que son más respetuosos con las abejas y con los polinizadores salvajes, de los que también depende el equilibrio de nuestra biodiversidad.

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