Finales de enero, una mañana de frente frío en una colonia periférica de la Ciudad de México. Encuentro a Don Luigi Ciotti, fundador de Libera (Asociaciones, nombres y números contra las mafias), histórica asociación italiana e internacional para la lucha contra la criminalidad organizada y el apoyo a las víctimas. La cita es en la sede de Cauce Ciudadano, asociación de la red de Libera en México que trabaja con los jóvenes de los barrios marginales. Éste es uno de los pocos momentos disponibles en la agenda del religioso, quien tiene planeados un sinnúmero de encuentros con organizaciones de la sociedad civil y víctimas de la criminalidad en el marco de la iniciativa “México por la Paz-Pace per il Messico”. Esta campaña, lanzada en 2012, se propone dar a conocer en Italia la difícil situación mexicana y sostener a los grupos que desde aquí luchan por su transformación y fomentan una “antimafia social”.
¿Cuál es la importancia de México para Libera?
Vine muchas veces a México. Justo en estos días unos amigos me entregaron libros que hemos coeditado sobre el tema de las drogas. Como Gruppo Abele (Organización sin fines de lucro italiana) nos habíamos hecho portadores también del tema de las dependencias de las drogas con unos contactos aquí en México para realizar proyectos juntos, compartir experiencias y ayudarnos. Creo que se deben compartir experiencias y luego cada uno debe conjugarlas en su propio contexto y territorios, en su cultura y en el camino de las personas. Esto nos ha permitido conocernos: decir droga quiere decir también mafia. El tráfico de substancias estupefacientes está en manos de organizaciones criminales casi en su totalidad, especialmente de las de tipo mafioso. Entonces, como en Italia, Libera nace un poco de la historia del Gruppo Abele, que luchaba contra las distintas formas de dependencia y no sólo. También las formas de explotación, la prostitución, la trata, la corrupción o la ilegalidad. Ha sido más fácil aquí sentir la necesidad de crear una colaboración. Así nació, porque el problema del narcotráfico nos toca a todos, ¿no?
He estado asimismo en otros países de América Latina justo por lo mismo. Por tanto esta relación nace porque nos unen los mismos intereses y problemáticas, aun en regiones y contextos distintos. El narco tiene dimensiones criminales no indiferentes. Porque pienso en las más de 26mil personas desaparecidas, pienso que la primera causa de muerte juvenil aquí es el homicidio, mientras que en otros países son los accidentes de tránsito. Pienso en las más de 180mil víctimas de la guerra al narcotráfico y, entonces, son números grandes. Sin embargo, con cifras mucho menores, hemos vivido la misma historia en Italia porque, ¿cuántos muertos hizo y sigue haciendo la violencia criminal allá?
¿Qué pueden tener en común estas dos experiencias? ¿Qué puede aportar Libera desde Italia para México?
Es un intercambio que nos enriquece recíprocamente. Cada vez que vengo aquí aprendo. Conozco experiencias, valor, creatividad, fantasía. Y el trabajo en las periferias, en los barrios y territorios difíciles. Toqué con mano el valor de reaccionar por parte de muchos, crecidos dentro de estas organizaciones a lo mejor desde pequeños, que finalmente se hacen promotores de un camino alternativo para salir de los circuitos criminales. Carlos Cruz de Cauce Ciudadano es una de estas historias. Entonces hay reciprocidad porque cada quien se enriquece y está llamado a dar su aporte y contribución sin bajarlo desde lo alto. Y esto pasa en todos los territorios. Aquí estamos construyendo juntos unos caminos: ALAS, la red de Libera en América Latina, arranca desde la admiración, la atención, el reconocimiento y el respeto y la valorización por lo que estamos agradecidos con las realidades que en ella se comprometen. Y de la misma manera hemos hecho posible que la experiencia en nuestro país de origen pudiera volverse una referencia.
Creo que tanto en Italia como aquí hemos recogido una gran necesidad: yo la llamo “grito de libertad”. ¿En qué sentido “libertad”? Quien es pobre no es libre, quien es aplastado por la violencia criminal no lo es, quien vive bajo chantajes no es libre, las chicas explotadas no son libres. Por eso este grito de libertad nos une, aun en contextos distintos. Además de ser el más preciado de los bienes, la libertad es la más exigente de las responsabilidades. Tenemos la responsabilidad de comprometer un poco de nuestra libertad para ayudar a los que libres no son. Hemos decidido hacerlo al juntar tantas asociaciones de mundos muy distintos, porque allí vas a encontrar a movimientos católicos y más laicos, a jóvenes y mayores, etcétera.
¿De qué manera?
A través de tres instrumentos importantes que tratamos de compartir. Primero, el cultural. Porque la cultura despierta las consciencias, el trabajo en las escuelas, con las universidades. Aquí con Cauce Ciudadano acabamos de hacer un encuentro y trabajamos sobre los lenguajes que tienen que considerar la riqueza de los contenidos y tienen que ser accesibles para todos los interlocutores. La segunda cosa que nos une es la memoria que debe transformarse en compromiso para no tornarse pura celebración, evento. A menudo hay este riesgo, pero la memoria yo siempre la identifiqué con una frase: convertir la memoria en una ética del compromiso. Bueno, en Italia tratamos de hacer esto, de no dejar solos a los familiares, de tutelarlos, pero también de conducir una batalla política al fin de que tengan una serie de garantías.
Debo decir que las víctimas inocentes acertadas de la criminalidad organizada mafiosa ya cuentan con unos reconocimientos en nuestro país, mas no vale para todo el mundo. Por ejemplo los que fueron matados antes de 1961 no son reconocidos y no entiendo por qué. Parece que siembre es la economía que determina la atención que, al contrario, debería de volcarse más hacia la historia de las personas. Hemos tratado de sacarlos, de estar cerca de ellos, de sentir la responsabilidad de la memoria, el deber de transmitirla, pero sobre todo de crear condiciones para que nadie se olvide que el mejor modo de hacer memoria es comprometernos más todos. No sólo un día al año. Elegimos el primer día de primavera para recordar a todas las víctimas. El 21 de marzo, cada año, en una ciudad. Este año en toda Italia a la misma hora del mismo día se dará lectura a esta lista interminable de nombres: es una señal evidentemente, pero no olvidemos que la memoria está bien pero para ser verdadera necesita de compromiso. Ayudamos a muchos familiares para que transformaran su dolor y cansancio en testimonio y compromiso. A no encerrarse en su dolor y miedos, sino a hallar puntos de referencia para ser ellos mismo una fuerza. No una categoría, como se dice, “Uds. son los familiares”, sino ciudadanos con responsabilidades que no vamos a dejar solos. El tercer punto fue el que nos dio más problemas, aunque ahora todos entienden la importancia del secuestro de los bienes de los mafiosos.
Cuando Libera nació, hemos compartido el sueño de Pio Latorre. Siciliano, diputado y sindicalista, él había intuido que se tenían que meter en el código penal los crímenes de tipo mafioso. Luego esa ley se hizo, pero él no la vio porque fue asesinado antes.
Otra gran intuición suya fue que había que sustraer a los mafiosos los patrimonios porque ¿qué es lo más molesto para jefes y capos? Su objetivo es el poder, el dinero, la fuerza, y entonces les molesta el hecho de que les quitas este poder y su imagen, además de aquellos patrimonios que acumularon a menudo matando y violentando. Cuando nace Libera, pensamos que su sueño se cumpliría. La ley que había era incompleta, no preveía cabalmente la confiscación de bienes. Por eso recolectamos un millón de firmas para que los ciudadanos tomaran una posición y se sumaran para pedir al parlamento y a la política una ley adecuada.
Después, para mejorarla, se le agregó el aspecto del uso social de los bienes secuestrados, cuando posible. Hoy son centenares las asociaciones que acceden a ellos mediante convocatorias públicas. Abrimos un poco este camino, creando las primeras cooperativas sobre terrenos agrícolas, pero a través de los municipios. Los bienes incautados a mafiosos quedan en las manos del estado que los encarga a los municipios que, a su vez, pueden usarlos para el bien común o darles un uso social encargándolos a las cooperativas. El estado no da dinero a las cooperativas sino a los municipios, siendo ellos los gestores. Tratamos de crear cooperativas agrícolas con el proyecto Libera Terra, optando por cultivos biológicos. Esto significa dar laburo. Era difícil, hace 20 años, tan sólo imaginar en nuestro país que las riquezas de las mafias pudiesen volverse oportunidades de trabajo, en lugares estimulantes para la participación civil, y herramientas de cambio.
En tu charla en el Instituto Italiano de Cultura, has dicho que corrupción y mafia son dos lados de un medallón. ¿Sería aplicable una política de este tipo aquí en México, pese a sus altos niveles de violencia y la connivencia de las autoridades?
Diría que sí. Aquí, pero también en Italia, los niveles de corrupción son excepcionales. Entonces, quisiera decir que la economía mafiosa hoy está, en muchos sentidos, ligada a la economía legal, al sistema que gobierna el libre mercado. Las finanzas, los intercambios y la corrupción involucran la ética pública y privada. En este sentido la lucha a las mafias y a la corrupción no son solamente un deber ético, sino también una prioridad económica porque nos empobrecen a todos. Éste es el fuerte poder en manos de los mafiosos. El problema no son, entonces, sólo los poderes legales, ni sólo los mafiosos, cuyas finalidades son dinero y fuerza, substancialmente.
El problema real son también los poderes legales que se mueven ilegalmente. Las mafias son parásitos de un sistema que destruye el trabajo, la dignidad y la esperanza. Para alcanzar su fin utilizan uno que otro poder que les permite sobrevivir y las protege. Y son segmentos del poder político. Más que nunca hoy son también los poderes económicos, empresariales y financieros. Esto queda claro, tanto es así que textualmente el Banco Central de Italia, años atrás, habló de “corruptos que se sientan regularmente en las mesas directivas de empresas públicas». Entonces digo, en fin, ya que lo denuncian seriamente, ¡qué se cree rápidamente un sistema para sacarlos! A lo mejor unos pasos se están dando, mas creo que siga central el problema de la corrupción, incubadora del poder mafioso. Pero hay más, otro elemento es la “mafiosidad” difusa.
Parece un concepto cercano al de narcocultura aquí en México.
Exacto. Es el verdadero patrimonio de las mafias, antes del económico. Los mafiosos logran hacer esto porque hay justamente una mentalidad mafiosa que nos rodea. La vemos en nuestro país, aunque ciertas cosas han cambiado. Nosotros y otros grupos hemos trabajado mucho en las escuelas, en las universidades, con los jueces, por una batalla cultural. Se dieron pasos, creo que tenemos una de las mejores legislaciones de contrasto a las mafias. Claro que luego hay que ponerlas en práctica. Lo que falta, por ejemplo, en un país como México es una comisión antimafia, la política tiene que equiparse. En una herramienta política fundamental. Nuestro papel es otro, apunta a la sociedad civil, a la educación, a la dimensión cultural, al compromiso social, porque tenemos demasiados ciudadanos a medias, según las corazonadas y los momentos, mientras que necesitamos de ciudadanos más responsables.
También aquí existe la percepción de que los movimientos de protesta, como el de la Paz del 2011 y el surgido entorno de los padres de los estudiantes de Ayotzinapa, hayan funcionado por oleadas que, a veces, reculan y no siempre logran cambios.
Es cierto. Siempre digo que el camino está cuesta arriba para todos. Pero tres palabras son fundamentales para mí. La continuidad en hacer las cosas, aunque es difícil. La segunda es compartir, ya que no se trata de la obra de navegadores solitarios. Creo en la unión de energías y pensamientos. Entonces nuestra experiencia me llevó aquí hace 5 años, llamado por la conferencia episcopal mexicana, ya que el ejemplo de lo que se había construido en Italia se antojaba interesante para este episcopado. Se preguntaban cómo había sido posible juntar a tantos movimientos tan diferentes entre sí. Fue una apuesta evidentemente. En cada país, aun con rasgos distintos y considerando que aquí por ejemplo la clase media es más reducida y es una tierra de extremos, el camino del “Nosotros”, de juntar fuerzas con corresponsabilidad, se torna importante. En fin, está la continuidad, el compartir, el nosotros y la corresponsabilidad. Ésta quiere decir que sentimos que tenemos que colaborar con las instituciones cuando hagan su parte, pero tenemos que ser espinas en su flanco cuando no se afirmen derechos, la igualdad y dignidad de las personas.
En el contexto mexicano, y en cierta medida hasta en el italiano, hay que considerar que activistas, periodistas, defensores de derechos humanos y todas las categorías representativas de comunidades o grupos sociales están entre dos fuegos: la criminalidad organizada y los aparatos del estado a varios niveles que arremeten en su contra. A veces esto ocurre mediante leyes que penalizan o criminalizan las protestas y demandas sociales. Éstas son interpretadas por los medios y por una opinión pública conservadora como “delincuenciales” y se les compara al crimen organizado. ¿Cuál es tu opinión?
Estoy muy consciente de esto, de estos elementos, porque al estar viniendo mucho aquí y al estar escuchando, veo que por un lado está esta situación pero por el otro está el valor. Y se necesita mucho valor, la dignidad, el no retirarse. Vi grupos de chicos, las asociaciones en Cuernavaca, e hicimos un encuentro importante. Ésta es una gran batalla política que hace falta conducir, pero está en las manos del pueblo, de la nación, por lo que es su parte. Me da gusto que haya colaboraciones también con magistrados italianos, algunos vinieron a México, pero hace años que hay cooperación para buscar maneras. Hay que hacer que no se vuelvan sólo visitas de fachada y que se concreten porque es el camino va por allí. La corrupción, que está en diferentes niveles, nos empobrece a todos y es así en nuestro país igual: el lodo, las maniobras, la desestabilización. Tenemos que tener todos más valor. Creo que la primera gran reforma por hacer, mirando hacia Europa, es una auto-reforma de las consciencias, para despertar a nuestras consciencias. Claro, aquí hay una parte de la población a la que culturalmente le puede costar más trabajo o tiene menos herramientas, pero también en Italia ahora hay 8 millones de persones en pobreza relativa y 4 millones en la absoluta. Pese a unas mejores en los últimos tiempos, estamos en los últimos lugares de Europa por la deserción escolar. Millones de italianos son analfabetos o tienen formas de analfabetismo de retorno. Y entonces, la lucha a las mafias…
¿Cómo ves un contexto como el mexicano en que siempre hay mano de obra criminal disponible por la pobreza y la falta de oportunidad?
Sí, es cierto, y también en Italia ahora todos los vacíos creados por el gran trabajo de las detenciones de fugitivos son llenados por reemplazos, pues la falta de trabajo y los que ya dejan de ir a la escuela favorecen todo esto. Las mafias no son hijas de la pobreza o el retraso, pero es indudable que pobreza, desigualdad y marginalidad son lo que favorece su expansión por lo que hace falta enfrentar el problema de las prácticas sociales verdaderas, reales. Lucha a la mafia en nuestro país quiere decir trabajo, cultura, escuela. Claro, también están el trabajo de los jueces y las fuerzas de seguridad, pero se vuelve importante una respuesta de las políticas sociales. Luego los grandes capos, como por ejemplo el jefe de Cosa Nostra en Corleone hace tiempo, era un médico, o sea no se trata sólo de gente pobre que, entonces, reacciona de cierta manera. Hoy detrás están las grandes finanzas, aquella sucia alrededor del mundo, esa economía que Papa Francisco ha llamado “economía asesina”.
¿Hay una responsabilidad de los poderes públicos por ciertas políticas económicas y el abandono de muchos territorios?
Sí claro, es lo que decía. Las mafias son fuertes cuando la política es débil, cuando la democracia es pálida. Por ejemplo no es posible que en Italia crezcan la evasión fiscal y la corrupción. Ahora todos elaboran códigos de ética pero yo estoy preocupado porque el primer código ético es tu consciencia. Porque no basta con escribir códigos. No, son tus comportamientos, tus lenguajes, tus elecciones y frecuentaciones. Hoy “ética” es una palabra que está en boca de todos, en cambio debería involucrar más nuestras consciencias y comportamientos.
¿Cuál es la posición de Libera o tuya en el debate, muy actual en México, sobre la legalización de las drogas?
Es un debate que sigue y sigue hace mucho tiempo.
¿Cuál es su posición? ¿Quitar esos mercados a las mafias puede ser una estrategia útil?
Pienso que tenemos que sentarnos todos en una mesa, despojándose de prejuicios y moralismo, para preguntarnos, sin olvidar la dignidad de las personas que es el objetivo central, qué se puede hacer en este mundo donde ya hay muchísimas hipocresías. Una hipocresía que vemos de cerca es cuando tomo una cajetilla de cigarros, negocio monopolizado por el estado, con encima el mensaje “Peligroso para la salud”. Creo que es una hipocresía porque las venden y le pegan encima la imagen de la muerte. Entonces, qué se encare el problema en conjunto, con verdadera voluntad política de atacar este punto, qué se abran los armarios que están blindados en Viena, en donde tantos investigadores elaboraron reportes excepcionales. Allá está el centro de la Onu sobre dependencias. Muchos investigadores de todo el mundo trabajaron para este organismo para entender los mecanismos, los gobiernos, los tráficos. Están bajo juramento.
A muchos los encontramos, también hay italianos, y nos dicen hace años que hagamos algo porque, dicen, “aquellos documentos en los armarios, las muchas investigaciones con las que trabajamos durante años y mostramos lo que estaba detrás de todo este mundo y los giros de las drogas, no son tomados en cuenta y no son publicados”. Porque cuando tocan a los gobiernos, estos tienen el derecho de voto y, por tanto, si el informe que elaboras, el trabajo que te encargué, contiene denuncias, pues entonces muchos son bloqueados porque saldrían cosas que la política o los gobiernos se niegan a hacer público. Son informes sobre tráficos y coberturas, sobre lo que se esconde detrás. Por eso digo que hagamos una reflexión seria, con cartas descubiertas, sobre cuál es la solución porque han fracasado todos los otros caminos. La lucha a las drogas la hemos perdido todos.
¿Qué opinas de la estrategia de mano dura y militarización de los territorios que arrancó a finales de 2006 con la llamada “guerra a las drogas” en México?
Me parece que la droga sigue estando bien presente sobre toda la faz de la tierra. No tengo las competencias, la profesionalidad, pues opero en lo social, pero veo la desesperación de la gente. Veo que las políticas, incluso en Italia, en el nombre de la crisis económica, se han reducido fuertemente: la prevención ha sido cortada del 50%. Siempre porque el factor económico es el que penaliza todo. Depende, sin embargo, de cómo inviertas el dinero… Pero la droga sigue estando allí. Hay mucha, cada vez más. Yo trabajo al fin de que la gente no llegue a drogarse, pero tenemos que preguntarnos, asimismo, cómo derrotar un mercado en manos de estos criminales que, además, tienen protecciones. Por eso “los armarios de Viena” tienen que abrirse.
Pero en este sentido hay un doble obstáculo a la legalización: una falsa moral en la opinión pública y luego la cerrazón política.
No sé decirte si es bueno, malo, etcétera. Sólo digo que hay que encontrar de verdad la voluntad, libres. La reflexión se tiene que hacer, partiendo de la dignidad de la persona, pero que se haga acerca de todas las formas de dependencia porque nos enfocamos en una dirección y luego olvidamos otras. Anorexia y bulimia: ¿quién hablaba de eso cuando hace muchos años el Gruppo Abele se adelantó sobre el tema? Bueno hace falta que la política enfrente realmente el problema. No tengo una fórmula mágica, pero la “lucha a las drogas” de verdad la perdimos todos en estos años. En Italia, hace años, era una noticia si un chico moría de sobredosis. Ahora volvieron a crecer las muertes, pese a la existencia de medicamentos y demás, pero ya no es noticia. Se da por asentado, se fue esa indignación real que sacude las consciencias y nos hace involucrar.
Aquí fue una gran sacudida el crimen de estado cometido contra los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Lo recuerdo bien, porque me llegó una carta cuando participábamos en Contro-Mafie en Italia, un evento bienal al que acuden más de 3000 personas. En la asamblea final en Roma había llegado una carta de algunos chicos mexicanos. Su grito, desde México, era: “Hagan algo, díganlo al mundo”. Delante de todas esas personas y de los medios quise llevar la denuncia. Leí la carta porque me habían escrito un texto pesado y dramático, pidiendo que nos los dejáramos solos “frente a los criminales y los políticos mafiosos que usan policías y ejército para secuestrar”. Y finalmente se han movilizado más. De la misma manera no hay que olvidar a los otros 26mil.
El problema de muchos casos en México, como el de la matanza, persecución y desaparición de estudiantes de la “noche de Iguala”, es que desde el inicio se da la participación de la policía y de aparatos del estado, conniventes u omisos, dentro de operativos articulados.
No basta con indignarse y conmovernos al respecto, tenemos que movernos más todos. Cuidado que aquí hay una corrupción enorme, no soy yo quien se lo va a explicar. Pero la misma situación por la que hubo aparatos del estado involucrados existe también en Italia. Hay un proceso Estado-mafia en curso en nuestro país que va mostrando la complicidad de los hombres del estado. Los mafiosos son nadie. Nadie. Logran realizar sus fines porque encuentran alianzas y apoyos de secciones del mundo político, de la economía y las finanzas. Hallan a profesionistas que se ponen a su servicio.
¿Cuál es según tú el peor enemigo de las mafias?
Bueno, diría que somos nosotros. La gran revuelta de las personas que desde abajo sienten dentro de sí que el cambio necesita de cada uno de nosotros. Nosotros tenemos que ser el cambio. Estos grupos que he encontrado aquí son una señal de esperanza: aunque son mal vistos por muchas instituciones y obstaculizados, nos muestran que ése es el camino. Ciudadanos más responsables y gente que actúa. No obstante, la política debería crear las condiciones.
El problema es que más que crear condiciones se crean restricciones a la libertad, ya sea de expresión o de organización y manifestación, las que son hostigadas.
La presencia de Libera y la red ALAS, que promueve una “antimafia social”, sirve para no dejarlos solos, antes que nada, y a darles un alcance más internacional para aumentar su visibilidad e interacciones.
¿Cómo fue tu encuentro con los papás de Gisela Mota, la alcaldesa de Temixco asesinada hace unas semanas durante el primer día de su mandato?
Hace años trabajo con los familiares de las víctimas y, bueno, no es un trabajo, es un encuentro y te cambia la vida. Sientes más prepotentemente dentro de ti el deseo de comprometerte, de hacer algo, aunque te sientes pequeño y frágil. Todos nos sentimos así alguna vez, pero la convicción es que no tenemos que parar. Tenemos que tener más valor para que las cosas positivas emerjan y estas personas no se queden solas. Fue un encuentro que guardaré profundamente en el corazón. Es uno de los encuentros con familiares de víctimas del hampa que he vivido en estos años, frente a ellos no hay palabras. Hemos hablado con muchos silencios y vi en ellos una gran dignidad. La visita, por su seguridad y la nuestra, lo tuvimos que hacer en un lugar externo, no en su casa. Cuando nos despedimos, me dijeron algo para mí sorpresivo. Me dijeron: “Ojalá que todo haya ido bien”, pero no hablaban de nuestro encuentro. Éste seguirá para no dejarlos solos y porque Gisela tiene que vivir mediante el compromiso de todos. Y porque esas balas que mataron a esta chica, si no sentimos que nos pegaron también a nosotros, la memoria se vuelve algo retórico.
La preocupación de sus familiares era hacia nosotros, esperaban que nos hubieran seguido y visto. Trataron de fijar un encuentro porque temen retorsiones. El día de la muerte de Gisela, su padre y su hermano se lanzaron a perseguir a los delincuentes que después tuvieron un enfrentamiento con la policía. Algunos de ellos fueron baleados y murieron. Entonces nos vimos lejos de casa. Su mamá nos dijo que la gente le pide que se postule en lugar de su hija. Hablamos un poco de eso y no sé si lo vaya a hacer o no. Sé simplemente que recibí otra vez una lección porque pienso en lo que significa ser padre o madre o hijo y ver mientras matan a tus queridos delante de ti. Yo vivo esa sensación profundamente adentro y sin duda te sientes impotente, pero más te dan las ganas de decir “juntemos nuestras fuerzas, con humildad, pero juntemos nuestras energías porque no es posible que eso siga ocurriendo”.
¿Conoces al poeta Javier Sicilia, fundador del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad en 2011, el cual ha sido un referente para la organización y visibilidad de las víctimas de la narcoguerra mexicana?
Sí, hemos pasado varios momentos juntos. En Cuernavaca el otro día, hablamos mucho, hemos tenido un debate y un buen encuentro. Conversamos sobre lo que están haciendo y me enriqueció mucho. También él vino con los padres de Gisela. Hemos hablado de todo un poco y de que hay heridas que nunca sanan.
Tras el arresto del Chapo Guzmán, jefe del cártel de Sinaloa, el presidente de México subrayó la presunta solidez de las instituciones y recordó las detenciones de capos ya realizadas. ¿Basta con eso?
Justo hablé del tema en una entrevista con Carmen Aristegui en CNN. Tengo miedo de estos mitos porque hay riesgo de que toda la imagen y atención se enfoquen allí y luego nos distraemos de otros aspectos. Una vez detenido un jefe, inmediatamente es substituido por otros, por lo tanto ¡cuidado! No hay que transformarlos en mitos.
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