Ante la toma de la FFyL-UNAM y las violencias contra las mujeres, ¿qué nos toca?

Equipo-Colectivo Lectura de la Realidad

Foto tomada de VEME

Los movimientos estudiantiles son un termómetro social que va acumulando fuerza con su organización y resistencia, silenciosa en ocasiones. El conflicto que acontece en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (FFyL-UNAM) nos obliga a reconocer la violencia extrema contra las mujeres, que de múltiples maneras se ha intentado ocultar y acallar en este contexto en el que impera el machismo y domina una estructura patriarcal. Las Mujeres Organizadas de la Facultad nos muestran su valentía y fortaleza al salir del silencio, denunciar y actuar en contra del autoritarismo de algunos docentes, responsables académicos y administrativos, así como la necesidad de poner en marcha transformaciones estructurales en la Universidad y en nuestras sociedades.

Las mujeres en México cultivan en su memoria, corazón y palabra el ¡Ya Basta! Zapatista, que comenzó con una expresión de violencia legítima del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (ezln) frente a la hidra del Mal Gobierno, que como el ezln denunció, está erigido por las cuatro ruedas del capitalismo: la explotación, la represión, el despojo y el desprecio.

Dentro de la diversidad de formas de lucha, algunos sectores de la sociedad civil han desarrollado formas pacifistas1 para enfrentar la violencia de Estado, sin embargo, la historia nos muestra que más allá de las formas de lucha, la respuesta se expresa con toda crueldad, por ejemplo, lo que aconteció en el movimiento de 1968, en el cual fueron masacrados estudiantes que alzaron su voz para exigir sus derechos sociales y políticos.

La respuesta filicida de quienes son poder, ante cualquier forma de protesta social, demuestra la ausencia de voluntad política para crear mecanismos de negociación y espacios de expresión para la juventud rebelde. En casos extremos se ha recurrido a las armas para recordar a los sectores de la sociedad y de la juventud en particular, que el precio a pagar ante la inconformidad frente al autoritarismo puede ser muy alto: masacres como la de Acteal y el Charco, la violencia desbordada en San Salvador Atenco, la crueldad extrema manifestada en la desaparición y asesinato de estudiantes de Ayotzinapa, sin olvidar la violencia permanente y los asesinatos en las comunidades zapatistas y en contra de los y las líderes sociales.

Sin embargo, la fuerza de vida en algunos sectores de la sociedad civil, en especial entre los que sufren la represión, es expresión de la digna rabia, con distintas formas creativas de organización y resistencia. Las mujeres zapatistas son ejemplo de cómo romper el silencio milenario y ser capaces, juntas y organizadas, de defender su vida y a la madre tierra.

En la FFyLUNAM se están buscando otras formas de organización ante la indiferencia, silencio y complicidad de las y los representantes de las supuestas vías de justicia y de la sociedad ante la violencia de género.

Apenas comienza a vislumbrarse la fuerza de quienes se autonombraron Mujeres Organizadas FFyL y que impulsan el paro. En principio, es importante destacar que su lucha no se encuentra restringida a unos cuantos sectores, sino que representa a todas las mujeres que en México sufren cotidianamente la violencia machista y patriarcal; a las mujeres desaparecidas, a las transgredidas que en el silencio se mantienen y a las que aún consideran que están a salvo y no quieren ser víctimas, a las estudiantes cuyo proceso de investigación por desaparición, muerte, violación o acoso ha sido violado y/o ignorado por las autoridades responsables. Han recorrido un largo camino, desde la precaria denuncia en las puertas de los baños de mujeres en la FFyL hasta la fortalecida organización actual, desde “Ni una muerta más” hasta “El violador eres tú”, que posiblemente sea una invitación a comprometernos con “Y tú qué”, que proponen las y los zapatistas.

Podemos formular preguntas como: qué esperan de su organización y por qué han decidido guardar silencio antes de aceptar la negociación, podemos preguntarnos también ¿en verdad hay silencio? o será que no están dispuestas a doblegar las demandas que con tanta claridad han planteado sin obtener respuestas contundentes sobre cómo serán atendidas. Todo movimiento es único y si comparamos podemos caer en respuestas fuera de tiempo y lugar.

En la huelga estudiantil del 99-2000 de la UNAM,2 se pospuso el conflicto por falta de respuestas claras a las demandas estudiantiles y por el desprestigio del movimiento a través de una campaña mediática sin precedentes. Ese camino -que se había consolidado desde sus bases, con apoyo de una parte de la sociedad y en especial de padres y madres- fue bombardeado con información falsa de algunos medios de comunicación que, al desvirtuar su movimiento, lograron desprestigiarlo. Además, por parte de las autoridades universitarias se hizo un llamado constante para recuperar las instalaciones tomadas de la Universidad, que en esta huelga fue total. De la parte filicida se daba un paso decisivo al enfrentamiento entre hermanos y hermanas, o sea el fratricidio simbólico.

Aún es incierto el panorama sobre la resolución que se dará a la toma de las instalaciones en la UNAM, y por supuesto a las demandas de las Mujeres Organizadas FFyL, pero sin duda la pregunta obligada es ¿qué nos corresponde a nosotros y nosotras como sociedad cansada de tanto dolor y crueldad que cotidianamente se vive en México (entre 8 y 10 feminicidios diarios)? Una realidad es que la sociedad en su conjunto no apoya estas reivindicaciones y es posible que en algunos sectores se espere la llegada de líderes o “mesías” que señalen el camino a seguir.

Desde el levantamiento zapatista, llevado a cabo el 1ro de enero de 1994, algunos sectores de la sociedad siguieron su pronunciamiento y lucha, pero siempre a la espera de líderes y vanguardias. Cuando esos sectores fueron comprendiendo que la exigencia es la organización y la resistencia que surge desde abajo y a la izquierda, aprendiendo a “Mandar obedeciendo”, como se plantea en los siete principios del EZLN, prefirieron mirar a otro lado, encontrando en el López-Obradurismo el mesías esperado y dando la espalda al zapatismo, posiblemente al inclinarse por un camino desde arriba, que siga mandando-mandando.

Estudiantes con pensamiento crítico, aunque éste nunca es uniforme, saben que en una sociedad de mercado -impuesto por la actual etapa del capitalismo- más que incluir se impone la exclusión social, con la continua elitización de las universidades, que privilegia a las instituciones privadas.

Nosotros y nosotras coincidimos en que no es posible seguir esperando una transformación sociopolítica desde arriba y que llegó el tiempo de la construcción de un pensamiento crítico transformador y de un pensamiento colectivo que tenga claro que mientras no se destruya el sistema capitalista -a la “Hidra Capitalista”, que con claridad lo analizan las comunidades zapatistas- no es posible esperar una verdadera transformación que lleve al nacimiento de una sociedad donde quepan muchos mundos.

Las Mujeres Organizadas de la FFyL-UNAM, son uno de esos mundos que no quiere quedarse fuera y que alza la voz por las que faltan y por las que vienen y tienen derecho a recibir una educación libre de violencia. Esta lucha cada día es menos de ellas, pues se convierte en una lucha de todas: preparatorianas, “ccaheras”, madres, hijas, jóvenes, abuelas, niñas, que por el país y el mundo asumimos la denuncia sintetizada por las compañeras chilenas con “El violador eres tú”, pues quien niega la violencia, la justifica o se muestra indiferente ante ella se convierte en violador. Nos toca escuchar esa voz, atenderla, y acompañarla con responsabilidad y compromiso. Ellas saben que a veces hay que parar para tomar vuelo y llegar más lejos, también saben que juntas son más fuertes y que luchar por la vida que merecemos, es un acontecer digno, urgente y necesario.

Hasta encontrarte Mariela Vanessa, estudiante de Letras Hispánicas desaparecida el 27 de abril de 2018.

Con las Mujeres Organizadas de nuestra querida facultad:

Andrea de Buen, Valeria Gil, Noemí Mejía, Claudia Escobar, Cora Jiménez, Merary Vieyra, Mayra Silva y Miguel Escobar del equipo-colectivo Lectura de la Realidad.

1 Algunas de ellas: marchas del silencio, performance, expresiones gráficas como carteles, volantes y grafitis con motivo de la masacre de 1968 y que año con año se conmemora; movimientos artísticos de música, danza y teatro en apoyo al pueblo de San Salvador Atenco; la Escuelita Zapatista, donde se convocó a la sociedad civil para conocer el movimiento del EZLN desde adentro, reivindicando la lucha sin armas y a la consciencia histórica, donde las actividades artísticas han sido un pronunciamiento orgánico.

2 Misma de la que se trabajó el texto Poder y Filicidio, disponible en: http://ru.ffyl.unam.mx/handle/10391/669

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