Amílcar Cabral: a 50 años de su asesinato

Hilda Varela Barraza*

El 20 de enero de 1973 fue asesinado, en Conakry (Guinea), Amílcar Cabral. Considerado como uno de los principales ideólogos africanos del siglo XX y cuyo pensamiento ha trascendido su espacio y momento histórico. Su pensamiento sigue siendo relevante en distintas partes del mundo, incluida América Latina.

Cabral nació en septiembre de 1924, en la entonces colonia de Guinea Portuguesa, que incluía el terreno continental de la actual República de Guinea Bissau y el archipiélago de la actual República de Cabo Verde. De familia caboverdiana, vivió las graves secuelas de las sequias, hambrunas mortales y pobreza en el archipiélago. En ese contexto empezó la génesis de su consciencia crítica y rebelde y su compromiso con los sectores sociales más pauperizados e ignorados.

Cuando la mayoría de los territorios coloniales en África estaban en proceso de obtener su independencia, la dictadura portuguesa decidió declarar a sus cuatro colonias en África como “provincias de ultramar”, negando toda posibilidad de obtener la independencia, negando a esos pueblos los derechos humanos fundamentales.

Con una beca, Cabral pudo estudiar ingeniera en suelos en Portugal. Sabía que su formación en escuelas coloniales era deficiente y decidió convertirse en autodidacta, estudio historia de África (que según el ultra colonialismo portugués no existía), ciencia política y filosofía, entre otros campos. De esa época data su rechazo a todas las formas de dogmatismo y la convicción de que era necesario teorizar su propia realidad, pero no como un ejercicio intelectual, sino como una vía para encontrar soluciones concretas para los pueblos que conformaban la colonia.

Cuando concluyó sus estudios decidió regresar a Guinea Bissau, para convertirse en un “ingeniero de segunda”, como Cabral explicaba. Por su trabajo profesional, pudo recorrer todo el territorio de Guinea Bissau para elaborar reportes técnicos. Eso le permitió conocer las historias y las culturas de los pueblos más ignorados y empobrecidos, en el interior de la colonia, de tierras bajas inundables, con plagas de insectos, deterioro de suelos y altos niveles de analfabetismo. La rebeldía anticolonial de esos pueblos del interior solo fue vencida a mediados de la primera década del siglo XX. Al colonialismo portugués solo le interesaba recaudar impuestos, a través de jefes étnicos, sin penetrar en esas zonas calificadas como inhóspitas.

En la clandestinidad, en 1956, Cabral -junto con un pequeño grupo de incipientes nacionalistas- fundó el Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC). En 1959, cuando un connato de rebeldía de estibadores en Bissau fue reprimido en forma violenta, el PAIGC consideró que había llegado el momento de tomar las armas para combatir al colonialismo. Algunos militantes del PAIGC -incluido Cabral- recibieron entrenamiento militar en Argelia. Las primeras células del movimiento eran urbanas, pero casi de inmediato se dieron cuenta que la lucha debía llevarse a cabo en las regiones del interior, tomando en cuenta sus formas de resistencia cultural.

Cuando comenzó la lucha armada, la colonia de Guinea Portuguesa era casi desconocida a nivel internacional. Desde inicios de la década de 1960 el PAIGC logró crear zonas liberadas, con la fundación de escuelas para toda la población -incluidas las mujeres- inspiradas en el pensamiento del brasileño Paulo Freire, con la producción de libros escolares, clínicas improvisadas, agricultura de auto subsistencia y desarrollando formas innovativas de organización sociopolítica, con base en las culturas locales. A inicios de la década de 1970, los portugueses solo ocupaban una parte marginal de Guinea Bissau, a pesar de contar con el respaldo militar de la Organización del Atlántico Norte (OTAN), que aportó armamento sofisticado y bombas de napalm, atacando a la población civil. En Cabo Verde no fue posible desarrollar la lucha armada por su condición insular.

Amílcar Cabral era un líder carismático, inteligente y gran escritor. Tenía la capacidad de comunicarse con la gente más humilde de la colonia, pero también con círculos intelectuales y políticos a nivel internacional. Escribió muchos textos, algunos pequeños y otros probablemente ya perdidos. Entre esos destacan sus escritos en torno a la cultura nacional, su papel en los movimientos de liberación y la relevancia de la historia. En contra de los prejuicios dominantes, Cabral afirmó que no podía existir ningún grupo humano -sin importar el color de su piel, su nivel de desarrollo y su situación socioeconómica- sin historia y sin cultura, la cual definía como la síntesis, más o menos dinámica, de las relaciones, por un lado, entre los seres humanos, y por otro, entre los seres humanos y la naturaleza. Observó que la resistencia ante cualquier forma de opresión nace en la cultura del pueblo sojuzgado y por eso los opresores buscan destruir esa cultura, lo que es imposible. En la clandestinidad y no apreciable para ojos externos, esa cultura persiste. Cuestionó los aspectos negativos que existen en todas las culturas, como la poligamia y la falta de igualdad entre mujeres y hombres, concepto revolucionario en la década de 1960.

La finalidad del movimiento de liberación no se limitaba al fin del colonialismo, sino a la construcción de una sociedad más justa. Conocía las fallas de algunos países africanos independizados en relación con la construcción de un Estado y cuyos lideres olvidaban su compromiso con los sectores más explotados, lo que lamentablemente sucedió en Guinea Bissau.

Meses después de su asesinato, en las zonas liberadas de Guinea Bissau se declaró unilateralmente el Estado independiente, basado en comicios. Fue electo su hermano, Luiz, de triste memoria. En 1974, después de ser derrocada la dictadura en Lisboa, Portugal reconoció la independencia de Guinea Bissau y en 1975 las independencias de Cabo Verde y de las otras tres colonias africanas.

Cabral siempre afirmó la necesidad de mantener unidas a la parte continental con la insular, pero en 1980, con el golpe de Estado en contra de Luiz Cabral, los planes de unificación fueron abandonados. Mientras que Cabo Verde es considerado como uno de los países más democráticos de África, con estabilidad económica y política, Guinea Bissau cayó en una espiral de golpes de Estado, corrupción y tráfico de seres humanos y drogas. El actual jefe de Estado, un exmilitar electo en 2020 por un periodo de cinco años ha prometido la lucha contra la corrupción y el narcotráfico. Aunque el camino parece difícil, Cabral rechazaba el pesimismo y el fatalismo.

El pensamiento de Cabral sigue vivo en distintas partes del mundo, en especial entre los pueblos originarios de América Latina y África.

*Profesora-Investigadora del Centro de Estudios de Asia y África, El Colegio de México <hvarela@colmex.mx>

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