Foto tomada del sitio web Cumbre Pueblos
Agrocombustibles: tierras y recursos para alimentar motores (y no personas)
Uno de los destinos industriales de los dos granos transgénicos cultivados masivamente (soja y maíz) es la producción de agrocombustibles, llamados biocombustibles por el Estado y por las empresas: soja para biodiesel y maíz para el bioetanol (que también puede elaborarse con caña de azúcar, sorgo, canola y grasas animales). Una de las principales críticas a estos procesos es que requiere dedicar millones de hectáreas de cultivo con el único fin de sostener la industria de automóviles y no para producir alimentos. Publicitada como un “solución verde” (porque reduciría el uso de combustible fósil), la producción de los agrocombustibles implica en realidad un alto consumo de energía y existen controversias acerca del balance energético resultante (se discute si se genera más energía de la que se consume para su producción).
En Argentina, el 55% del etanol se realiza en base a maíz, mientras que el 45% proviene de la caña de azúcar. El país cuenta con diez plantas industriales en base a azúcar localizadas en las provincias del noroeste (Tucumán, Salta y Jujuy) y otras cinco que producen etanol en base a granos (casi exclusivamente maíz) en el centro del país. Se utilizaron en 2018 más de 1,5 millones de toneladas de maíz para etanol: el 4,9% de la cosecha.
La industria de biodiesel cuenta con 38 fábricas, con una capacidad de producción anual cercana a 4,4 millones de toneladas al año. En 2016 produjo cerca de 2,6 millones de toneladas de biodiesel, exportando 1,6 millones de toneladas y generando divisas por 1.175 millones de dólares. Para el 2018, el consumo interno de biodiesel en Argentina fue estimado en 1,2 millones de toneladas (aproximadamente 1.350 millones de litros de biodiesel a base de soja que van a incorporarse al diesel como corte obligatorio).
Por su parte, en Bolivia, la producción de etanol es comercializada por Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y, por el momento, es para uso exclusivo del mercado interno. Entre noviembre de 2018 y febrero de 2019 se comercializaron once millones de litros de Súper Etanol 92 en las 40 estaciones de servicio que existen en todo el país.
La producción de agrocombustibles en el país es un componente clave de la política pública agraria. Con una alianza entre el sector privado y público, el Gobierno y la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz (Fepsc) lanzaron en 2018 el programa “Bolivia en la era de los biocombustibles” y desde entonces se perfilan diversos proyectos y acciones orientados a la producción de agrocombustibles.
En septiembre de 2018 se promulgó la Ley 303/2017-2018, de “Aditivos de Origen Vegetal”, que permite la producción y venta de alcohol vegetal para mezclar con gasolina y diesel. Según el Centro Boliviano de Economía de Cainco estima que el proyecto de agrocombustibles (implementado en 2019) podría contribuir con el PIB global de Bolivia en 0,2 %, lo que equivale aproximadamente a 90 millones de dólares anuales, para los próximos cinco años (un total de 450 millones).
Sin embargo, según advierten organizaciones de la sociedad civil, el avance de los agrocombustibles impactará en mayor deforestación: en principio, se desmontarán 150.000 hectáreas para la producción de caña de azúcar y 250.000 para la soja. La Fundación Tierra alerta que corren riesgo entre tres y cuatro millones de hectáreas que podrían ser incluidas en planes de agrocombustibles para los próximos diez años.
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#AtlasOGMConoSur | Uno de los destinos industriales de los dos granos transgénicos cultivados masivamente (soja y maíz) es la producción de agrocombustibles: soja para biodiesel y maíz para el bioetanol.
#AtlasOGMConoSur | Publicitada como un “solución verde”, la producción de los agrocombustibles implica en realidad un alto consumo de energía y existen controversias acerca del balance energético resultante
#AtlasOGMConoSur | En Argentina, el 55% del etanol se realiza en base a maíz, mientras que el 45% proviene de la caña de azúcar.
#AtlasOGMConoSur | En Argentina, se utilizaron en 2018 más de 1,5 millones de toneladas de maíz para etanol: el 4,9% de la cosecha.
#AtlasOGMConoSur | En Bolivia, advierten que el avance de los agrocombustibles impactará en mayor deforestación: en principio, se desmontarán 150.000 hectáreas para la producción de caña de azúcar y 250.000 para la soja.
#AtlasOGMConoSur | En Brasil, las dos principales fuentes de agrocombustibles son el etanol y el biodiesel, que se produce a partir de aceites vegetales o grasas animales y se agrega al diesel de petróleo en proporciones variables.
#AtlasOGMConoSur | El 44% del etanol producido en Paraguay es de la caña de azúcar y, en su mayoría, se usa en el mercado interno.
#AtlasOGMConoSur | Uruguay produce bioetanol a partir de caña de azúcar y sorgo, y biodiesel a partir de una mezcla de grasas vegetales (soja y canola) y grasa animal.
#AtlasOGMConoSur | Además de problematizar el uso de la tierra y los recursos para la producción de agrocombustibles, es necesario cuestionar el uso desigual de los productos energéticos entre países y entre clases sociales.
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Publicado originalmente en Biodiversidad América Latina