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Ada Saliou Diop: “La danza política sirve para luchar contra las injusticias a través del baile”

Elena García

Foto: Ada Saliou Diop. (Luna Andrade)

Nacido en Dakar (Senegal), Ada Saliou empezó a bailar desde niño las danzas tradicionales de su etnia, los peul. Más tarde se formó en centros cívicos del país en danza afro-contemporánea y comenzó a realizar espectáculos para los turistas y a dar clases a bailarines llegados de todas las partes del mundo.

Residente en Barcelona desde hace dos años, es el creador de la danza política, un tipo de danza que, rompiendo las barreras lingüísticas, intenta dar voz a las injusticias y conflictos del mundo actual.

¿Cómo empezaste con la danza?
Yo empiezo a bailar desde muy joven, recuerdo la danza de toda la vida. Mi baile viene de mi cultura, de la calle y de la escuela. Aunque yo estaba en centros cívicos que tenían compañía de danza, luego pasé por la escuela más grande de África, École des sables, y después por numerosos festivales.

Soy peul y en mi cultura la danza habla a través de los movimientos del cuerpo de los distintos animales. En Senegal cada cultura tiene su tipo de baile y, dentro de cada cultura, también cada familia tiene su baile diferente. Bailamos en las fiestas y en todo tipo de eventos. Mi baile viene de ahí, de mi cultura, aunque luego pasé a la compañía de danza. El baile que realizo se llama yella y se acompaña de instrumentos típicos de Senegal como el sabar.

En la compañía yo realizaba bailes de todas las culturas: peul, serére, mandinga, diola, wolof… Después de la compañía, entré en el Centro Cívico Blaise Senghor y trabajaba con dos bailarinas haciendo una técnica que se llama danza política y que creé hace ya diez años. Mucha gente venía a hacer formación conmigo. A la vez, también creaba espectáculos para los hoteles, los turistas y los festivales tradicionales de danza afro contemporánea.

¿Qué es la danza política?
Es una técnica que yo creo. En cada danza se habla de algo. Dentro de África tenemos dos tipos de danzas tradicionales y cada una de ellas habla de su cultura. Hay una danza que habla de la cultura y otra que no es tan conocida, la danza tradicional fuerte, en la que no se habla. Esta última danza tradicional tiene cuatro siglos de historia detrás. Los colonizadores que estaban ahí antes de los blancos eran los árabes, que esclavizaban a la gente. Cuando la gente llegaba a Gorée utilizaban los gestos de su cuerpo para explicar lo que les pasaba, porque no todos hablaban la misma lengua. Dentro del barco se utilizaban esas danzas tradicionales donde se realizan gestos muy fuertes.

Pero me hablas de la gente que era esclavizada y se marchaba, no de las personas que se quedaban, ¿no?

También de las que se quedaba porque en Senegal no todas las personas hablan wolof, en mi pueblo, por ejemplo, hablamos peul.

La danza política es la forma en la que las personas de todas las partes del mundo pueden comunicar las injusticias que hay en él cuando no pueden comunicarse entre ellas. Somos activistas y explicamos desde el cuerpo lo que la gente vive como migrante sin decir ninguna palabra. Yo empiezo con esta técnica en 2012. Mi compañera de danza, que es de América Latina, también baila ese tipo de danza y yo no lo sabía. Nos vimos en 2021 en un festival en Barcelona y, al verme bailar, me dijo: “Tú bailas mi técnica de danza”. A partir de eso creamos un colectivo que se llama “Matria libre arte sin fronteras” para luchar por los derechos humanos.

Somos activistas y explicamos desde el cuerpo lo que la gente vive como migrante sin decir ninguna palabra

¿Cómo se puede luchar desde la danza por los derechos humanos?
El bailarín siempre quiere enseñar o decir algo con su danza y para eso nosotros creamos espectáculos sobre diversos temas. Por ejemplo, realizamos uno que se llamó “Sabia Terra, respeta la inmigración” y viajamos mucho con este tema. El mes pasado estuvimos en Canarias, luego iremos a Francia y a Vitoria.

¿Y cómo empiezas con la danza política?
En mi país bailaba, pero también era activista, pertenecía al grupo Y’en a marre. Nos juntábamos bailarines, cantantes, raperos, etc. Yo pensé que debía buscar algo para enseñar a la gente la rabia que tenía dentro de mi cuerpo, pero sin palabras.

¿Qué intentas expresar con la danza política?
Las cosas que vivo como migrante. La danza política sirve para luchar contra las injusticias a través del baile.

La gente de aquí te demuestra que tu vida no tiene ningún sentido y no tiene ninguna importancia. Si entras en el Mercadona, la gente te sigue, si vas en el metro, la gente no se quiere sentar a tu lado. Eso no es la gente, es el sistema. La danza política es para luchar contra el sistema.

Si no te casas, no puedes tener papeles, sin papeles no puedes trabajar, sin trabajar no puedes vivir, hay que dormir en la calle, hay que robar. La danza política sirve para mostrar que eso no es verdad. Es el sistema el que dice que la piel es el problema y la danza política es para luchar contra eso. Somos personas nobles, como todos, somos personas inteligentes, como todos, tenemos estudios, como todos, y somos iguales, como todos.

Tengo que decir que, aunque imparto formaciones de danza, de danza política todavía no he dado clases, solo hago espectáculos.

Si entras en el Mercadona, la gente te sigue, si vas en el metro, la gente no se quiere sentar a tu lado. Eso no es la gente, es el sistema. La danza política es para luchar contra el sistema

¿Crees que la danza política se puede entender en todas partes?
Sí, porque todos tenemos los mismos problemas. La guerra existe para todos, el racismo existe para todos, la vida es difícil para todos.

¿Cómo llegas tú a Barcelona?
Yo salí de mi país en patera, llegué a Canarias y de ahí me fui directamente a Barcelona. En Barcelona soy bastante conocido y vivo solo de la danza, no trabajo de ninguna otra cosa.

En Senegal trabajaba con la escuela más famosa de África como profesor, por eso la gente me conocía en el mundo de la danza antes de que yo llegase aquí. Tenía un espectáculo que se llama “Bailar para vivir” y cada dos semanas teníamos más de 50 alumnos que venían de todas las partes del mundo a aprender conmigo.

¿Es difícil en Barcelona vivir solo de la danza?
En el mundo entero es difícil, pero si tienes algo distinto puedes conseguirlo. Yo tengo, como te decía, básicamente dos técnicas, la danza política y la danza afro contemporánea, que simula los movimientos de los animales.

Cuando hago workshops vienen bailarines profesionales de todo el mundo, Francia, Bélgica y otros países, a aprender conmigo.

Bailaste para el video de la plataforma Regularización Ya, ¿por qué lo hiciste?
Si, bailé para Regularización Ya. Ellos me conocían, algunos tocaban con mi colectivo, y me llamaron para participar. Me dijeron: “Necesitamos contar contigo para este video” y yo les dije que sí. Al principio querían pagarme, pero yo me negué porque soy un activista, un luchador por los derechos humanos. No para los derechos de los africanos o los europeos, sino para los de todos porque todos somos iguales para mí, ese es mi pensamiento.

También he ido a la calle buscando firmas, como todos los demás, porque me parecía muy importante la iniciativa.

¿Cómo preparaste ese baile?
Por ejemplo, si me llamas y me dices tengo una canción que habla de la muerte, yo lo bailo. Mi cuerpo es mi espacio, es como un instrumento, puedo imitar todas las cosas sin decir nada. Si he entendido algo, puedo expresarlo con el cuerpo, el que habla es mi cuerpo.

En el caso del video de Regularización Ya no fue difícil porque tenía claro lo que quería expresar.

¿Es difícil hablar con el cuerpo?
Para mí no es difícil, primero soy un animal y después un ser humano. Con la danza afro contemporánea puedo imitar todos los movimientos de los animales que quiera. En mi Instagram se pueden ver muchas de estas imitaciones.

¿Es difícil tener alumnos y alumnas de todo el mundo? ¿Cómo te comunicas con personas que hablan tantos idiomas distintos?
En la danza no necesitamos el idioma para explicar las cosas. Ahora tengo un espectáculo que se llama “Respeto o migrante. Sabia tierra”. Esta creación le gusta mucho a la gente. Tengo seis bailarines de países diferentes, que hablan idiomas diferentes y que viven aquí en Barcelona, pero no necesitamos el idioma para explicarnos.

Mi compañera y yo aprovechamos para reclamar los derechos de las personas migrantes, vino de Francia un gran director, Estephan Boco, al que le pareció interesante el concepto, y la creamos juntos.

¿Habéis tenido mucho tiempo ese espectáculo en Barcelona?

Si, yo cumplo dos años ahora en Barcelona y siempre he tenido espectáculos.¿En qué tipo de espacios hacéis los espectáculos?
Por ejemplo, este mes tengo 4 días de espectáculo en Periferia Cimarronas. Pero no solo he bailado en Barcelona, también Canarias, Madrid, Vitoria, Bilbao, Extremadura.

De ese espectáculo siempre sale la gente llorando.

¿Llora de emoción?
Sí, hay una parte del espectáculo en el que mi compañera, que ha escrito un texto, explica las dificultades que hemos tenido en el camino para llegar a España y de las cosas que vivimos aquí, mientras yo lo bailo. Así también pueden disfrutarlo las personas que no pueden ver o que no pueden oír.¿Y qué otras cosas pueden expresarse, además de las dificultades del camino o el hecho de ser migrante?
También se puede hablar de la guerra, del anticolonialismo, del que también tenemos una pieza, del racismo. Tenemos ahora un espectáculo que habla sobre la guerra y a la gente le gusta mucho.

¿Qué sentiste cuando te enteraste de que se habían conseguido las 500.000 firmas que se necesitaban para la ILP de Regularización Ya?
Me puse muy contento, pero no tengo demasiada esperanza porque el sistema necesita a los migrantes sin papeles, el sistema está hecho para eso.

En el campo hay gente que trabaja doce horas al día y le pagan 30 o 40€, también en las casas cuidando a la gente mayor. Si esta gente tuviera papeles, no trabajaría de eso y la economía de España caería. Al sistema no le interesa que toda esa gente se regularice porque necesita a los sin papeles. Si tienes papeles, no vas a vivir en el campo años. Tú no vas a ver un español blanco trabajando de esto.

¿Cómo acoge Barcelona a las personas migrantes?
Como en todos los lados del mundo, hay personas buenas y personas racistas.

¿Pero es fácil vivir en Barcelona para una persona migrante?
No, o trabajas limpiando platos o cuidando abuelas o vendiendo en la calle.

¿Qué crees que se puede hacer para cambiar el sistema?
Por ejemplo, ahora lo hemos intentado con Regularización, que ha sido una buena iniciativa de lucha.Antes todos los teatros de Barcelona a los que ofrecíamos el espectáculo lo rechazaban, no les interesaba el contenido antirracista. Querían la danza de siempre y no un espectáculo de lucha para compartir con la gente. Ahora sí empieza a interesarles. Mucha gente en Barcelona lo ha compartido y han pensado que era interesante, por eso nos empiezan a llamar.

Por eso, al principio mi compañera y yo decidimos ir a la calle porque la calle es el escenario más grande.

¿También das clases a bailarines no profesionales?
Si, trabajo con escuelas y gente que no ha bailado nunca. Tengo dos chicas que ahora son las blancas que mejor bailan en Barcelona y, si tú las ves, piensas que son negras.

¿Qué otros proyectos tienes en mente?
Tenemos el espectáculo sobre la guerra y también otro sobre la violencia de género. El de la guerra lo hemos pensado en conjunto con una asociación de Italia.

¿Fuera de España has bailado?
Sí, hemos estado en Francia y ahora planeamos ir a otros países, como a Brasil y a Bolivia.

¿En Francia la gente entiende la danza igual que en España?
Para mí, en Francia la gente entiende la danza mucho más y mejor que aquí. Todos la entienden bien, pero a los franceses les gusta mucho la danza.

Aunque no las practiques, ¿qué otros tipos de danza te interesan?

Yo soy muy creativo, me gustan todas menos el ballet, porque es una danza muy colonial y codificada, eso no me gusta. Prefiero la danza libre, que es expresión y explicación. Los bailarines de ballet bailan todos lo mismo.

¿Has vuelto a Senegal desde que migraste?
No, porque tenía problemas de papeles y no he podido volver.

Hay una palabra que no me gusta: integrar. Cuando los blancos van a África no cambian su modo de vida y siguen viviendo como vivían aquí, no hacen ningún esfuerzo por integrarse

¿Tú cómo te has sentido acogido por la sociedad española?
Por un lado, me siento en mi casa y, por otro lado, me he sentido rechazado, pero no soy yo como persona, es mi piel el problema para el sistema. Hay una palabra que no me gusta: integrar. Cuando los blancos van a África no cambian su modo de vida y siguen viviendo como vivían aquí, no hacen ningún esfuerzo por integrarse. No hay algo que se llame integración en este mundo, cada persona debería tener el derecho a vivir como quiera vivir.

Aquí me siento respetado gracias a mi danza, España me ha acogido gracias también a mi danza.

¿Cuál palabra podría usarse en vez de integrar?
Sentirse. Los blancos en África viven en libertad y la gente les trata bien. La comunidad, la naturaleza, esto es lo que falta aquí. Yo conozco mucha gente que ha nacido aquí, que nunca han estado en África, pero tienen un NIE. Esto es por la piel. Hay negros catalanes, españoles o franceses que nunca han estado en África. En el s. XXI un blanco puede nacer aquí y ganarse su vida en África, pero no a la inversa, un africano no puede ganarse la vida aquí. Tenemos que cambiar esto en lugar de aceptarlo.

¿La sociedad española es racista?
Este es otro tema con el que podría estar una vida entera. Todos somos racistas, eso es algo humano, pero los españoles deberían tener una mente más abierta y aceptar, abrir su mente. Tú, por ejemplo, eres española y la gente te preguntará de dónde eres porque eres mestiza, eso no pasaría si fueses blanca. Eso es lo que quiero decir con tener la mente más abierta, la piel aún molesta. Hay gente que no quiere que un negro esté en el mismo sitio trabajando o viviendo que ella, hay gente que no quiere tener un negro como jefe.

A veces me dicen que soy inteligente y me preguntan de dónde soy. ¿Inteligente por qué? Eso es un prejuicio por el cual la gente piensa que las personas negras no tienen estudios o no son igual de inteligentes que las blancas.

Este material se comparte con autorización de El Salto

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