Guadalajara, Jal., 17 de julio. Ejidatarios de Tequesquitlán, en la región nahua del sur de Jalisco, informaron que la empresa china Gan-Bo Minera Internacional explota desde mayo el yacimiento de hierro El Ratón, en el municipio de Cuautitlán, con procesos a cielo abierto a unos pasos de donde viven los indígenas, quienes se dedican a la ganadería y la agricultura. La mina se ubica a menos de 500 metros de Tequesquitlán, sin una zona de amortiguamiento. Esto, según la Liga Jalisciense de Derechos Humanos, constituye una amenaza directa contra los indígenas, pues puede causar daños a su salud, a su trabajo y a sus fuente de alimento y agua. Por ello la liga, junto con agrupaciones ambientalistas, promovió un amparo contra las actividades de Gan-Bo Minera Internacional. En 2008, el empresario chino Liantuan Wu, propietario de Gan-Bo, intentó explotar ilegalmente un yacimiento de oro y plata en un predio del ejidatario Lino Roblada Flores, también en la zona nahua jalisciense, lo que generó un conflicto con los indígenas, quienes se apropiaron de la maquinaria del oriental, la cual entregaron meses después, una vez que lograron que la concesión se suspendiera (La Jornada, 12/08/2008). Sin embargo, la Dirección de Minas de la Secretaría de Economía federal entregó en 2009 a Gan-Bo la concesión 234650 para trabajar en 14 mil 763 hectáreas. Como parte de esta concesión, el delegado de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en Jalisco, Luis Gerardo González Blanquet, concedió a Gan-Bo el 16 de abril pasado
autorización en materia de impacto ambiental y de cambio de uso de suelo forestal para el desarrollo del proyecto denominado primera fase de explotación minera del lote El Ratón, ubicado en el municipio de Cuautitlán, Jalisco. Promete la empresa cuidar 10 hectáreas de bosque La superficie autorizada para esa primera fase es de 2 mil 463 hectáreas. La minera se comprometió a compensar los efectos de sus actividades mediante la conservación de poco más de 10 hectáreas de bosques, y a depositar una garantía de 141 mil 526 pesos.
El 17 de mayo el ejido Tequesquitlán fue notificado de la decisión. Los ejidatarios interpusieron una demanda de amparo contra la violación de sus garantías individuales y sociales, y de sus derechos humanos, la cual fue presentada el 7 de junio pasado ante el juzgado tercero de distrito en materia administrativa de Jalisco. La minería a cielo abierto es una de las industrias más contaminantes y de mayor impacto social, pues emplea dinamita, cianuro y cantidades enormes de agua. Tequesquitlán es una de las pocas localidades nahuas que han prosperado en Cuautitlán, cerca de los límites con Colima y la costa sur de Jalisco, donde unos 2 mil indígenas cultivan 5 mil hectáreas. Como la mayoría de los nahuas asentados en decenas de poblados de la zona, en Tequesquitlán se padecen desde hace décadas los estragos de la minería a cielo abierto para explotar veta de hierro, la más rica de México. La minera más grande y una de las más antiguas es Peña Colorada, propiedad de un emporio italiano-indio, al cual pobladores y activistas acusan de contaminar el río Marabasco –frontera natural entre Jalisco y Colima–, además de desecar numerosos mantos freáticos. Peña Colorada construyó un acueducto de 52 kilómetros que conduce el hierro molido hasta Manzanillo, Colima, donde se embarca sobre todo hacia China, que consume alrededor de 50 por ciento de la producción mundial. Para bajar el hierro de la sierra al puerto por el acueducto se gastan al menos mil litros de agua por segundo, la cual se toma del Marabasco y de pozos, lo que ha generado escasez de agua limpia para los habitantes de una región que padece rezagos sociales y es la tercera más marginada del estado. Desde que el Partido Acción Nacional llegó al gobierno federal, en el año 2000, en Jalisco se han concesionado a mineras al menos 1.5 millones de hectáreas, superficie equivalente a la del Distrito Federal.