A 150 años de la primera edición del Tomo I
En el terreno de la Economía Política, la investigación científica libre se encuentra con más enemigos que en todos los demás campos. La particular naturaleza del material de que se ocupa levanta contra ella y lleva al campo de batalla las pasiones más violentas, más mezquinas y más odiosas que anidan en el pecho humano: las furias del interés privado.
Karl Marx, Prólogo a la primera edición del primer tomo de El Capital
Silenciado y polémico, dado por muerto y resucitado. Considerado por algunos el libro más influyente de la historia y por otros el segundo después de La Biblia, El Capital de Carlos Marx cumplió en septiembre 150 años de la primera edición de su Tomo I. Alejado de la academia conservadora y del panfleto, es un enorme esfuerzo de investigación militante (“libre” diría Marx), de ciencia social al servicio de construir una base científica para la lucha de la clase obrera y los oprimidos por su emancipación. Una obra tan potente como abierta en busca de elaboración permanente.
En los más de cuarenta años que Carlos Marx, acompañado, estimulado y completado por Federico Engels, dedicó a la “Crítica de la Economía Política” , sólo pudo ver publicado el primer tomo de un plan que inicialmente consistía en cuatro volúmenes, para ser modificado luego por él mismo a seis y que finalmente terminó en tres tomos impresos. El segundo y el tercero editados por Engels en base a los borradores dejados por su compañero y un cuarto que algunos cuestionan, sobre las Teorías de la Plusvalía, trabajado por Carlos Kautsky el teórico de la socialdemocracia alemana de principios del siglo XX, a partir de manuscritos también dejados por Marx.
El perfil abierto, sujeto a reelaboración y corrección por largo tiempo de la obra que cumple 150 años, no puede atribuirse únicamente al carácter meticuloso, preciosista de Marx. Se debe, además de los retrasos causados por su enfermedad y a la pasión con la que se entregaba a su militancia política revolucionaria en la misma época, sobre todo a que el objeto de su estudio estaba en pleno desarrollo en su país clásico, Inglaterra, y no había alcanzado aún su expansión planetaria y toda su dimensión depredadora.
Sin embargo, por su profundidad de análisis, por su método, en El Capital se prefigura la mundialización del sistema, la globalización, entre otros pronósticos centrales cumplidos. Este fenómeno en proceso hace que la obra sea un todo abierto. Con ausencias o debilidades importantes como la presencia apenas inicial de una teoría del Estado que debe ser trabajada, la falta de una teoría del Mercado Mundial y de una teoría desarrollada de las Crisis. O con aspectos que hoy son cruciales apenas tratados o insinuados. Este es el caso del impacto devastador del capitalismo en la naturaleza, lo que hace que la categoría ecosocialismo sea relativamente reciente y esté en construcción. O el lugar marginal que ocupa en él la perspectiva de género, que debe reconstruirse a partir de menciones dispersas y de ausencias importantes según señala entre otras, la feminista Silvia Federici.
El Capital y las crisis I: La Larga Depresión del siglo XXI
En agosto de 2007 el Banco Francés BNP suspendió la cotización de sus fondos hipotecarios de alto riesgo, meses después el sistema bancario internacional y en especial en Estados Unidos, tembló, se agrietó, y debió ser “rescatado” por los gobiernos imperialistas, socializando las pérdidas y abriendo un periodo de penurias crecientes para los trabajadores. Diez años después del inicio de esta crisis “financiera” se puede afirmar que ella no se ha resuelto, y que estaríamos en la primera Larga Depresión del siglo XXI, como la denomina el economista marxista inglés Michael Roberts.
Lo prolongado de la crisis disparó el debate, y Marx que ya era un record de ventas en librerías desde el 2005, colocó a El Capital, una vez más, en la cresta de la ola de la polémica. Lo mismo había pasado desde finales de la década del 60 del siglo pasado hasta el derrumbe de la URSS. Pero en la actualidad, la obra científica cumbre del diablo de Tréveris lleva una década deambulando por el mundo, presente e ineludible en los más importantes debates sobre la prolongada crisis actual.
Como señalamos más arriba, en El Capital no hay una teoría desarrollada y completa de las crisis, pero si elementos de teoría o teorías que permiten avanzar a partir de ellos para completarlos. Encontramos en El Capital al menos dos interpretaciones de cómo y por qué estallan las mismas.
Partiendo del reconocimiento de que la caída tendencial de la tasa de ganancia es el disparador fundamental de las crisis, se dio un debate que aun hoy se mantiene, entre los que defienden la tesis de que el fenómeno que genera el estallido de las crisis se da al interior del proceso de producción y es provocado por la sobreproducción de mercancías y otro sector que sostiene que el fenómeno es exógeno, es decir de afuera del proceso de producción de mercancías y que partiría de la sobreacumulación de capital que no logra su valorización.
En el esclarecimiento de este debate jugó un papel importante entre los 60 y 70 del siglo XX, la escuela del marxismo japonés. Un didáctico artículo de Makoto Itoh, discípulo del profesor UNO Kozo, referente de esa escuela, publicado en el año 1977, en el número 1 de enero – marzo de la revista peruana Análisis , cuyo título es, La teoría de la crisis en Marx: su proceso de formación ; es un ejemplo de ello.
Dice Itoh en el artículo mencionado: La teoría de la crisis de Marx no se encuentra completa. Particularmente, contiene dos tipos diferentes de teorías cuya congruencia recíproca no es fácil de lograr. Llamémosles, “teoría del exceso de capital” y “teoría del exceso de mercancías” .
Y luego de recorrer las dos teorías concluye que la tarea de completar la teoría de la crisis de Marx debe realizarse profundizando en la teoría de la sobreacumulación de capital o como él mismo la nombra al principio de dicho artículo, la ruta sería la de ahondar en “ la teoría del exceso de capital” .
Para la misma época, Ernest Mandel, economista marxista belga y dirigente del trotskismo europeo polemiza en relación a las crisis en su libro “El Capital 100 años de controversias en torno a la obra de Marx”5, contra lo que él llama “el marxismo vulgar” que pone el acento en la caída tendencial de la tasa de ganancia como elemento desencadenante del estallido de las crisis. Cuestiona igualmente a los que sostienen que la causa es producto de la sobreacumulación de capital para definir que, en todo caso, la crisis se presentan por una multiplicidad de causas, entre las que define la superproducción de mercancías, la caída de la tasa de ganancia y la sobreacumulación de capital. Aunque de hecho se inclina hacia la primera de la razones, es decir que Mandel sostenía que las crisis se provocan por “exceso de mercancías”.
Algo más tarde, Nahuel Moreno dirigente trotskista latinoamericano fallecido en 1987, planteaba en una Escuela de Cuadros del Movimiento al Socialismo de Argentina del año 1985, entre otras cuestiones importantes que, por ejemplo: la ley fundamental del capitalismo es la ganancia. Que al bajar la tasa de ganancia los capitales salen del circuito productivo y por esa salida, por la falta de inversión o la desinversión, se provoca la crisis. Y lo mismo con el fenómeno inverso: al aumentar la tasa de ganancia, por el propio efecto nivelador de la crisis, y por el aumento de la explotación del trabajo, los capitales que están por fuera de la producción vuelven a ella, reiniciando el ciclo. Sin embargo señala que desde finales de los 60 del siglo pasado, para él desde antes, esa salida de la crisis se da cada vez en menos países, que las recuperaciones son circunstanciales y cada vez menos duraderas y que los estallidos de las crisis coyunturales se dan cada vez en tiempos más cortos. Acuña por esta razón la categoría de Crisis Crónica para insinuar o señalar que la teoría de los ciclos económicos de Marx ya no funcionaba.
La definición que hacía Moreno, aunque con otro nombre, es hoy una conclusión a la que fue llegando gran parte de los economistas marxistas, que ubican en finales de los 60 y principio de los 70 el inicio de la decadencia sostenida del capitalismo como sistema, y su cada vez más limitada, en tiempo y espacio, capacidad de recuperación.
Sin entrar a considerar, para no extendernos, otros elementos en la anatomía de las crisis, como el papel del crédito tal como la describe Marx en el Capital, el cuadro que muestran los debates que reseñamos más arriba es útil para intentar responder la perspectiva de salida de La Larga Depresión iniciada con la caída del Banco Francés BNP hace ya una década.
En un artículo a diez años del estallido de la crisis de 2007, del 18 de agosto de 2017 el economista Michael Roberts debatiendo con las corrientes neoclásicas, monetaristas y heterodoxas, sobre la perspectiva de una nueva crisis, señala que la relación entre inversión, es decir el flujo de capital hacia la producción para valorizarse, y rentabilidad, es decir la tasa de ganancia, sigue siendo débil y continúa por debajo de los niveles promedio que registró desde la segunda post guerra. De esta afirmación concluye Roberts: “ Después de diez años y una fase de recuperación económica larga pero decididamente muy débil del ‘ciclo económico’, ¿tendremos otra crisis pronto? Así parece sugerirlo la historia”.
El Capital y las crisis II: ¿El comienzo del fin de la civilización del capitalismo?
Marx explica en profundidad y extensión que el capitalismo, como todas las anteriores formaciones sociales tendrá un final. La lógica de El Capital demuestra que el fenómeno de las crisis es una “necesidad” del sistema. Pero teniendo en cuenta que el disparador de las crisis ha sido la caída tendencial de la tasa de ganancia y que en la recuperación de las mismas por medio de un enorme aumento de la explotación del trabajo provocaba un nuevo ciclo de acumulación de capital ascendente, son en la actualidad cada vez más los economistas marxistas que ven dificultades para la superación del límite presente en la actual crisis, o para decirlo de otro modo, ven difícil la salida de este periodo de Larga Depresión.
Luego de reconocer que su posición ha ido evolucionando desde el inicio de la crisis en 2007, dice Françoise Chesnais, destacado economista marxista y miembro de Attac Francia en una entrevista publicada por Viento Sur y otros medios: Dos potentes mecanismos, que se calificaban de “procíclicos”, se han vuelto estructurales y favorecen esta situación en que la salida de la crisis, es decir, una nueva fase prolongada de acumulación de capital, ya no es posible. El primer mecanismo está claramente identificado, a saber, la defensa incondicional de las pretensiones de los poseedores de títulos de deuda pública, que implica imponer la austeridad presupuestaria y el ataque a los derechos sociales. El segundo es un mecanismo cuya función empieza a reconocerse, a saber, los efectos de la robotización, cuya ralentización resulta imposible debido a la competencia capitalista, a la disminución tendencial de la plusvalía y a la dificultad de satisfacer a los accionistas.”.
En el caso de la robótica, hace que, en este marco más general de sobreacumulación de capital, el incremento del capital constante por sobre el variable, ayude a mantener la tendencia decreciente de la tasa de ganancia anulando los efectos contrarrestantes que podrían haber dado impulso a la recuperación de la misma.
Por su parte, el mencionado Roberts que se propone construir una fórmula para la medición de una tasa de ganancia mundial. En su búsqueda, que por cierto no es solitaria, demuestra en un artículo del 16 de septiembre, que midiendo el periodo 1964-2007 se puede constatar al igual que en otros estudios que él cita una caída secular de la tasa de ganancia en un periodo de más de 40 años. Veamos esto en palabras de Roberts: Lo que mis resultados muestran es que la tasa de ganancia del G7 cayó secularmente en 1964-2007 – como en todos los otros estudios; la caída tuvo lugar principalmente en los años 1970 – al igual que en los EEUU; hubo una recuperación de proporciones modestas durante el período neoliberal de la década de 1980, que alcanzó su punto máximo a finales de 1990 – de nuevo como en los EEUU. La posterior recuperación después de la recesión de 2001 dio lugar finalmente a una fuerte caída en la Gran Recesión de 2008-9. Estos datos confirman mis resultados originales de 2012 y 2015.
Ahora bien, consistente con el método materialista histórico y dialéctico de Marx pero analizando la actual crisis en otro nivel de abstracción, el economista marxista argentino Jorge Beinsten con un importante esfuerzo de investigación y una sólida argumentación viene construyendo la tesis de que estaríamos transitando el principio del fin de la civilización del capitalismo. Dice Beinstein: “La crisis desatada entre fines de los 1960 y comienzos de los 1970 no fue superada como las anteriores a través de una gran ola depresiva destructora de empleos y empresas que reduciendo salarios y concentrando la producción y la demanda solvente disparaba un nuevo ciclo ascendente de la economía, la era de las “crisis cíclicas” descriptas por Marx había concluido. Aunque Marx explicaba que esas crisis recurrentes irían acumulando desorden en el sistema hasta que las fuerzas entrópicas adquirieran una dimensión tal que ya ninguna reconstrucción capitalista sería posible. Quedaba así pronosticada la crisis general del capitalismo, el esquema teórico derivado de la lógica de su dinámica de acumulación. Lo que de ningún modo podía ser pronosticado era su desarrollo histórico concreto, sus tiempos, sus protagonistas de carne y hueso, los atajos e innovaciones sociales que permitieran postergar o precipitar el desenlace”.
Antes, en el mismo trabajo, había señalado: “El sexenio 2008-2013 marca la transición entre la declinación relativamente suave, controlada del sistema iniciada hacia comienzos de los años 1970 y su degradación general de la que estamos presenciando los primeros pasos”.
Esta breve cita de un extenso trabajo, es parte al mismo tiempo de una más amplia investigación y elaboración y plantea un debate urgente. Y lo hace por las dificultades para que el sistema pueda superar la actual crisis, hecho que una gran parte de las voces autorizadas de economistas marxistas señalan. El foco creemos, debe colocarse en este debate.
Hace también más de un siglo, un crítico de Carlos Marx escribía que mientras existiera el capitalismo, El Capital sería una referencia ineludible y que no perdería actualidad. El breve recorrido de este artículo pretende demostrar, desde el lado de los que defendemos la obra de Marx, esa afirmación, probando la actualidad de sus conclusiones en esta época convulsiva. Al tiempo que busca ser un estímulo para que las nuevas generaciones de luchadores socialistas abreven en las páginas de esta obra maestra de manera reflexiva y crítica, sin temor a buscar sus propios caminos para trabajar en sus ausencias, corregir sus errores y continuar y profundizar, a la luz de los nuevos tiempos, su elaboración.
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