Como francés, Arnaud Charpentier ha visto de cerca las restricciones sanitarias impuestas en su país a raíz de la pandemia, las cuales no dejan velar a familiares o dedicarles ceremonias, y como dramaturgo estos tiempos le han hecho pensar mucho en Antígona, la obra de Sófocles donde a la protagonista se le impide sepultar a su hermano por órdenes del gobierno de Tebas, ciudad recién azotada por una peste.
Ambas experiencias fueron la semilla que dio pie a la obra Abrazar la vida, honrar a los muertos, concebida por el también actor junto con la compañía Teatro Entre2, la cual se transmitió en las redes del Museo Universitario del Chopo y donde se habla no sólo de los fallecidos del 2020, sino de una visión del luto que nos quieren arrebatar.
“El antecedente de esta propuesta es un performance realizado en noviembre del año pasado en las calles de la ciudad, donde montábamos un breve cortejo fúnebre con un ataúd, una bicicleta y plañideras sobre los cruces de cebra, durante los pocos segundos que duraba el alto. Recreábamos todo y, en un suspiro, desaparecíamos”.
Aquella representación llevaba por nombre Funeral sobre ruedas, una intervención sin miedos, y la respuesta que recibieron del público fue variopinta, pues en esa ocasión los espectadores no fueron los habituales del teatro, sino los peatones que, en suerte, deambulaban por la calle. “Pero la constante fue la sorpresa. En ese noviembre los mexicanos estaban tan agobiados que habían olvidado cómo se conmemora el Día de Muertos, y por un momento les regresaba eso de golpe, en el breve espacio en el que el semáforo iba del rojo al verde”.
El énfasis era invocar el recuerdo de como era todo antes, dice Arnaud, y no sólo en cuanto a rituales, sino para ellos en el teatro, ya que en una época donde todas las piezas escénicas tienen lugar vía Zoom, esto les representó el privilegio de actuar en vivo, con gente real delante.
“Durante el 2020, en la compañía Teatro Entre2 nos negamos a trabajar en formatos digitales; este performance no llegó a las redes, pero sí lo grabamos. Lo que veremos ahora en Abrazar la vida, honrar a los muertos son fragmentos de aquella experiencia replanteados y con las reflexiones de quienes estuvimos ahí. En esta ocasión sí podrá verse todo por internet, será una intervención sobre la intervención”
En las tragedias los héroes griegos tienen nombres hablantes, es decir, que con sólo enunciarlos se revela su esencia o se adelanta su destino, como pasa con Hipólito, que significa “el que desata a los caballos” y quien muere cuando se enreda con las bridas de su corcel, o Edipo, “el de los pies hinchados”, quien tras acarrearle la peste a Tebas se exilia y se ve obligado a desgastarse las piernas de tanto vagar por el camino.
El nombre Antígona quiere decir “la que nació para oponerse” y es lo que ella hace en la obra de Sófocles: decirle no a las autoridades que le impiden sepultar a su hermano y seguir con los rituales. Por esto, Arnaud Charpentier piensa tanto en esa obra: para él estos tiempos parecen tebanos, pues nos prohíben llevar el luto como antes y realizar las ceremonias que nuestros fallecidos hubieran querido.
“Yo creo haber nacido para el arte y éste es mi manera de oponerme a lo que me causa conflicto, me es un escape. Agradezco estar en México y no en Francia, donde la dictadura sanitaria es extrema. No podemos hacer mucho para aliviar este escenario tan complejo más que imaginar y crear, y eso es justo lo que haremos en lo que la normalidad regresa”.
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