A 80 años de la muerte de James Joyce

Roberto Gutiérrez Alcalá

Luego de abandonar Francia, país que estaba ocupado por los nazis desde hacía casi seis meses, el escritor irlandés James Joyce, su esposa, Nora, su hijo George y su nieto Stephen llegaron en tren a Ginebra, Suiza, en la noche del 14 de diciembre de 1940.

Al día siguiente, los Joyce viajaron a Lausana y, dos días después, a Zürich, donde tomaron posesión de dos habitaciones del Hotel Pension Delphin.

Al cabo de unos días, Paul Ruggiero, amigo de Joyce, fue a verlo y como dejó su sombrero encima de la cama, el escritor nacido el 2 de febrero de 1882 en Dublín le dijo en italiano: “Ruggiero, quite ese sombrero de la cama. Soy supersticioso, y significa que alguien va a morir.”

Los Joyce pasaron la Navidad en casa del matrimonio Giedion. En esa ocasión, el autor de Música de cámara, DublinesesEl retrato del artista adolescenteExiliadosUlises y Finnegans Wake interpretó varias canciones en irlandés y latín.

El 9 de enero de 1941, después de haber visitado una exposición de pintura francesa del siglo XIX, Joyce y Nora fueron, como acostumbraban, al restaurante Kronenhalle, pero Joyce casi no habló ni probó bocado.

Antes de medianoche regresaron al hotel. Entonces, Joyce comenzó a padecer un fuerte dolor de estómago que empeoró con el transcurso del tiempo.

A las dos de la madrugada, George salió a buscar un médico y, a pesar de que éste le administró un poco de morfina al escritor, el dolor no disminuyó, por lo que en la mañana fue trasladado en ambulancia a un hospital de la Cruz Roja.

Una radiografía mostró que Joyce tenía una úlcera duodenal perforada. Los médicos le comunicaron que era necesario operarlo de inmediato, pero él se negó en un primer momento, hasta que George lo convenció de que no había otra alternativa.

Por recomendación de frau Gedion, el doctor H. Freysz se encargó de operar a Joyce. Hacia el atardecer, el escritor se recuperó de la anestesia y le comentó a Nora que había creído que no sobreviviría. También manifestó sentirse muy preocupado por el dinero que iba a costar su internamiento y la operación.

El sábado 11 pareció que Joyce recobraba las fuerzas. Sin embargo, el domingo en la mañana volvió a debilitarse tanto que requirió dos transfusiones de sangre. En la tarde entró en coma.

A la una de la madrugada del lunes 13 de enero de 1941, Joyce volvió en sí y le pidió a una enfermera que llamara a Nora y George; a continuación entró en coma de nuevo. Una hora y quince minutos después, cuando Nora y George aún no habían llegado al hospital, murió, a los 58 años, de una peritonitis generalizada, de acuerdo con la autopsia que se le practicó.

El miércoles 15, Joyce fue enterrado en el cementerio de Fluntern, en una ceremonia austera a la que asistió un puñado de personas, entre ellas, Nora, George, el embajador inglés en Berna, lord Derwent, el poeta Max Geilinger y el tenor Max Meili, quien cantó el “Addio terra, addio cielo”, de la ópera Orfeo, de Claudio Monteverdi.

La hija de Joyce, Lucia, a quien se le había diagnosticado esquizofrenia, se negó a creer en la muerte de su célebre padre. Así cuando el escritor italiano Nino Frank la visitó, ella le dijo: “¿Qué hace ese idiota bajo tierra? ¿Cuándo piensa salir? Está vigilándonos todo el día.”

Acerca de Ulises, sin duda la novela más influyente del siglo XX, el escritor italiano Italo Svevo escribió: “Muchas veces, leyendo Ulises, me pregunto por qué Joyce no quiso ser más claro, y suprimió totalmente las explicaciones. Era necesario que estuviesen ausentes, y es inútil inquirir por ello. Su ausencia hace más austera la obra de Joyce. Una sola palabra fuera de lugar demolería todas esas perfectas construcciones de representación.”

A continuación, les compartimos una dramatización en inglés de la obra más famosa de Joyce:

Capítulo 1: Telémaco

Capítulo 2: Néstor

Capítulo 3: Proteo

Capítulo 4: Calypso

Capítulo 5: Lotófagos

Capítulo 6: Hades

Capítulo 7: Eolo

Capítulo 8: Los lestrigones (primera parte)

Capítulo 8: Los lestrigones (segunda parte)

Capítulo 9: Escila y Caribdis (primera parte)

Capítulo 9: Escila y Caribdis (segunda parte)

Capítulo 10: Las rocas errantes (primera parte)

Capítulo 10: Las rocas errantes (segunda parte)

Capítulo 11: Sirenas (primera parte)

Capítulo 11: Sirenas (segunda parte)

Capítulo 12: Cíclopes (primera parte)

Capítulo 12: Cíclopes (segunda parte)

Capítulo 13: Nausícaa (primera parte)

Capítulo 13: Nausícaa (segunda parte)

Capítulo 14: Bueyes del sol (primera parte)

Capítulo 14: Bueyes del sol (segunda parte)

Capítulo 14: Bueyes del sol (tercera parte)

Capítulo 15: Circe (primera parte)

Capítulo 15: Circe (segunda parte)

Capítulo 15: Circe (tercera parte)

Capítulo 15: Circe (cuarta parte)

Capítulo 15: Circe (quinta parte)

Capítulo 16: Eumeo (primera parte)

Capítulo 16: Eumeo (segunda parte)

Capítulo 17: Ítaca (primera parte)

Capítulo 17: Ítaca (segunda parte)

Capítulo 17: Ítaca (tercera parte)

Capítulo 18: Penélope (primera parte)

Capítulo 18: Penélope (segunda parte)

Capítulo 18: Penélope (tercera parte)

Publicado originalmente en Gaceta UNAM

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