Los días 8 y 9 de junio se conmemora el día del Estudiante caído en Colombia en honor a las luchas estudiantiles y a los estudiantes asesinados, especialmente durante los hechos ocurridos en 1929, 1954 y 1973.
Aquí un texto publicado en Agencia de Noticias Prensa Universidad el 8 de junio de 2012 por el periodista Roberto Romero.
Cuando le hegemonía conservadora presidida por Abadía Méndez se debatía en su peor crisis tras más de cuatro décadas en el poder y con el saldo de la matanza de las bananeras a sus espaldas, el estudiantado marcó el principio del fin de aquel periodo oscuro del país.
Grandes movilizaciones tenían lugar, especialmente en Bogotá. El 8 de junio de 1929, una marcha de estudiantes de la Universidad Nacional, en protesta contra el gobierno, a su paso por el Palacio de la Carrera (nombre que tenía la actual casa de Nariño) fue agredida por la policía.
No demoraron las ráfagas de los fusiles para dispersar a los manifestantes que exigían el fin de «la rosca», como el pueblo calificaba al régimen y que en todas las demostraciones caricaturizaban ensartando el panecillo ahuecado en una vara.
Gonzálo Bravo Pérez, un aguerrido estudiante de cuarto año de Derecho de la Universidad Nacional, cayó víctima de las balas oficiales.
Hijo de una ilustre familia de la capital, cuyo padre había sido parte del gobierno, Bravo Pérez se convertirtió en el símbolo de la unidad nacional contra el despotismo. Su sepelio movilizó a millares de personas y a menos de un año después de la tragedia, se vendría abajo el régimen conservador.
Desde entonces, los universitarios convirtieron el 8 de junio como el Día del Estudiante. Que se conmemoraba, primero, con una visita al cementerio central de la calle 26, para recordar a Bravo Pérez y luego con actividades deportivas y festivas.
Veinticinco años después, ese 8 de junio tendría un sabor amargo para todo el país. Después de la visita a la tumba del primer estudiante caído, el desfile que había salido de las puertas de la Nacional en la calle 26, regresó a los predios de la Universidad. La paz reinante en el campus fue rota. La presencia de un gran número de elementos policiacos tenía órdenes de desalojar a los estudiantes.
Hubo oposición por parte de los estudiantes y entre ellos destacó Uriel Gutiérrez, alumno de cuarto año de medicina, y segundo de filosofía, hijo de educadores y proveniente de Aranzazu, Caldas.
Otra ráfaga de disparos, como la de 1929, cegó la vida de Uriel Gutiérrez. Murió de un tiro en el cerebro a sus 24 años. Apenas había pasado el mediodía de ese 9 de junio de 1954.
De inmediato se organizó la protesta que se traduciría en una gigantesca marcha hacia el Palacio presidencial.
Sin embargo, a los 10 mil universitarios de la Nacional, la Javeriana, Externado, Andes, Libre, El Rosario, Gran Colombia, América y algunos de bachillerato, se les impidió el paso a la altura de la calle 13 entre carreras octava y séptima. Todos con pañuelos blancos optaron por sentarse en los andenes coreando consignas de justicia y condena a los asesinos de Uriel Gutiérrez.
Al filo de las 11 de la mañana, tropas del Batallón Colombia, que recién llegaban de la guerra perdida de Corea, (Colombia fue el único país de América Latina que envió un contingente militar) en atronadora salva de fusilería dispararon contra los estudiantes.
Nueve muchachos cayeron aquel 9 de junio en el centro de Bogotá. Sus nombres siempre serán recordados por el movimiento estudiantil: Álvaro Gutiérrez Góngora, Hernando Ospina López, Jaime Pacheco Mora, Hugo León Velásquez, Hernando Morales, Elmo Gómez Lucich, (peruano, activista de la juventud comunista), Jaime Moore Ramírez, Rafael Chávez Matallana y Carlos J. Grisales.
El 8 de junio de 1973, durante la conmemoración del estudiante caído, las autoridades asesinaron a Luis Fernando Barrientos, en la Universidad de Antioquia. Debido a estos hechos, los estudiantes colombianos decidieron declarar el 8 y 9 de junio como el día del estudiante caído.
El movimiento estudiantil colombiano ha estado presente en cada una de las luchas sociales, apoyando y aportando a las causas de las mayorías. Esta fecha mantiene viva la memoria del estudiantado que ha dado su vida en la defensa y construcción de una educación digna.