85 años de Vicente Rojo

Redacción Desinformémonos

Ciudad de México I Desinformémonos. El artista Vicente Rojo cumple este 15 de marzo, 85 años, en los cuales continúa entregado a su trabajo “porque es la única manera de defenderme” comenta en entrevista al periódico La Jornada. Para celebrarlos se anuncia una nueva exposición hacia el mes de octubre del 2017.  “Es muy probable que se titule Abecedario: pintura, escultura, libros y un autorretrato”, adelanta Rojo.  Su galerista Ramón López Quiroga deja ver  su emoción al hablar de la futura exposición de Rojo. “Aunque Vicente no es de autorretratos, realizó uno a su manera, con elementos geométricos que le han acompañado toda su vida y con los lápices, los tubos de óleo vacíos, las reglas de madera y de acrílico, los transportadores, las escuadras, los soldaditos de plomo y los aviones, las esferas, los compases, pero tratados de una forma muy suelta y espontánea, algunas de ellas en unas cajas, parte pintura y parte collage” comenta López Quiroga a La Jornada.

Conocido por su generosidad y modestia, Vicente Rojo impulsó diversos proyectos, colectivos, editoriales y periodísticos. Uno de esos proyectos es Desinformémonos, a quien donó dos hermosas litografías tituladas “Volcán de Zacatecas” para apoyar la viabilidad económica del mismo.  Desinformémonos agradece siempre, la generosidad de don Vicente.

Vicente Rojo Almazán nació en Barcelona, en 1932. En su ciudad natal aprende dibujo, escultura y cerámica. En 1949 llegó a México, donde estudia pintura y tipografía. Expone por primera vez en 1958 y, desde entonces, ha mostrado su obra en numerosas exposiciones individuales y colectivas. Su pintura se divide, principalmente, en cinco series: «Señales», «Negaciones», «Recuerdos», «México bajo la lluvia» y «Escenarios». A partir de 1980 empieza a alternar la pintura con la escultura.  Como diseñador gráfico, Rojo ha destacado de forma notable y ha colaborado en la creación de un sinnúmero de libros y suplementos culturales”.

foto: Editorial Auieo

foto: Editorial Auieo 

En 2015, cuando expuso en el Museo de Arte Contemporáneo (MUAC) señaló que lo que ha tratado de hacer a través del diseño, fundamentalmente en el campo editorial, ha sido algo para el exterior, y en cambio,  la pintura y la escultura están hecha hacia el interior.

Como hacedor de libros desde hace 65 años,  Rojo acepta que ha realizado trabajos que en su mayoría no firmó, calificando de falsa esa condición de persona modesta con la que se le caracteriza. “Siempre me he considerado muy vanidoso, pero he tratado de que no se me vea”, precisó, para resaltar que todo lo que ha logrado a lo largo de su trayectoria en sus diferentes facetas ha sido gracias a que ha estado extraordinariamente acompañado de generosos colegas y amigos.  Entre ellos Miguel Prieto, su maestro, así como a los editores Neus Espresate, recientemente fallecida,  Joaquín Díez-Canedo, Fernando Benítez y Jaime García Terrés.

En esa ocasión, Vicente Rojo consideró central su trabajo en Ediciones Era, donde se mantuvo desde su fundación, en la década de los 60 del siglo pasado, hasta 1993; a partir de ello compartió su visión sobre lo que es una editorial, a la que equiparó con una orquesta, por ser un grupo humano grande, con alguien a la cabeza. “En el caso de Era tuve una directora excepcional”, refiriéndose a la fundadora de la editorial Era en los años 60. Neus también vino a México debido a la Guerra civil española y su gran proyecto fue la editorial, cuyo nombre se formó con las iniciales de los apellidos de los promotores de esa iniciativa: Neus Espresate, Vicente Rojo y José Azorín, todos hijos de republicanos exiliados y militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas.

En agosto de 2013 publicó su libro Diario abierto, que da cuenta de los momentos esenciales de su carrera y da a conocer al autor a través de su puño y letra, de su puño y pincel. En una de las reseñas del mismo dice:  “En las primeras páginas, Rojo declara que su expresión más cotidiana, y acaso más natural, es la imagen antes que las letras. A pesar de ello, los cuadros que pinta cuentan algo, su narrativa es visual, es pues, un escritor de imágenes. La crítica de su tiempo llamó ‘generación de la ruptura’ a la conformada por él, Alberto Gironella, Mathias Goeritz, Fernando García Ponce, Rufino Tamayo, Gunther Gerzso y otros.  Para Rojo, tal calificativo es algo erróneo, él prefiere referirse a su época como “generación de la apertura”, se definió a sí mismo como un “artista mexicano por vocación y por voluntad”.

En esa ocasión, la editorial Auieo, dedicada al arte y la literatura,  pidió a Verónica Gerber Bicecci entrevistarlo y en en noviembre de 2013 esta fue publicada. A continuación, un fragmento de la entrevista, que nos deja ver al Vicente Rojo lleno de humanidad. 

   

foto: UNAM

foto: UNAM 

El escritor que no escribe.

A Vicente Rojo le gusta trabajar en series largas que incluyen pintura, escultura y proyectos editoriales. Cuando vio su primera serie –Señales (1966-1972)–, publicada en un libro, sintió tal inquietud que decidió intentar inmediatamente otra cosa. Su segunda serie sería Negaciones (1971-1974), en ella quiso inventar a otro pintor: uno que pintara totalmente distinto. Aunque, desgraciadamente, ese otro artista también tendría que llamarse Vicente Rojo. En 2006 comenzó a trabajar en su séptima serie: Escrituras.

–¿Tienes textos inéditos o un diario escondido en el fondo de algún cajón?

Es el penúltimo miércoles de octubre a las seis en punto. Sobre un par de mesas hay varios bocetos de sus Alfabetos horizontales. En otra, prototipos de esculturas de sus Alfabetos verticales. Nos sentamos en una mesa en la que no hay nada y que probablemente despejó para nuestra entrevista.

–No, de ninguna manera, yo no me considero escritor. Yo no me despierto y digo: “Uy, voy a escribir sobre esto”. No, no, no.

Pero acabas de publicar tu Diario abierto con un montón de textos tuyos.

En las paredes descansan varias pinturas en proceso y cartones con pedazos de masking tape. También hay objetos de todo tipo: frascos vacíos, figuras geométricas de madera, cajas de envíos de  Amazon, diversas herramientas de trabajo y otras tantas cosas indescifrables. Afuera llueve, pero adentro no se escucha nada, su estudio es una cápsula completamente en silencio.

–Es muy difícil, le tengo un enorme respeto a la escritura, todo lo que está ahí es porque me lo han pedido. Cuando veía que podía hacer algo decía que sí. Lo que he escrito ha sido siempre sobre amigos y lo he hecho con gusto, pero no tengo ninguna veleidad literaria. Además, es un librito de 80 páginas con textos desde los setenta, así que imagínate, me tomó 40 años escribirlo.

–Tal vez no te consideres escritor, pero has trabajado con letras, palabras y su relación con las imágenes toda tu vida, ¿cuál es tu recuerdo más lejano haciendo cosas con palabras?

–De niño me gustaba mucho el cine, era la única expresión artística a la que tenía acceso en España y en mi casa diseñaba – sin saber lo que eso significaba porque el ‘diseño gráfico’ empezó a llamarse así hasta los años sesenta– anuncios de las películas que veía. Hacía las letras, dibujaba las caras de los artistas.

¿Te acuerdas de qué películas hiciste un anuncio?

–No solamente me acuerdo sino que tengo los anuncios conmigo, me traje unas 8 o 12 láminas. Son diversas películas, por ejemplo: El fugitivo, que me encantó siempre, o una película inglesa que se llama Larga es la noche, con James Mason; tengo también El arco del triunfo con Ingrid Bergman, en fin…

¿No has pensado en publicarlos?

–No, nadie los ha visto nunca. Yo lo hacía de forma inocente porque me atraía mucho el cine y me gustaban los anuncios de los periódicos, que entonces eran todos muy elementales. Pero nunca me imaginé que iba a dedicarme a eso, tenía 15 años.

Si no eres escritor, ¿eres pintor y diseñador de escrituras?

–He trabajado dos caminos en forma paralela: lo que se conoce  como diseño gráfico y lo que se conoce como artes visuales: pintura, escultura y grabado. Siempre he pensado que hay elementos que pasaban del diseño a mi pintura (para simplificar) y elementos que pasaban de mi pintura al diseño, aunque son caminos totalmente opuestos. Pero que por ser opuestos, creo, se complementan. Es un juego. El diseño gráfico es un arte aplicado, tiene que cumplir una función: si es una portada de un libro o un libro completo pues tiene que cumplir la función de que el libro se lea.  Es decir, hay una serie de premisas que hay que cumplir y yo siempre traté de cumplirlas lo mejor que podía. No siempre salieron bien pero sí lo mejor que yo podía hacerlo. Por otro lado, para mí, la parte de la pintura, escultura y grabado es todo lo contrario. Yo no tengo ahí ningún tipo de compromiso con nadie ni con nada, más que con mi propio trabajo. Es decir, el diseño gráfico me permitía tener los pies en la tierra –cosa que para mí es muy importante–porque me parecía que lo que yo hacía era útil. En cambio, lo que he hecho a partir de la pintura ha sido todo lo contrario, tratar de borrar, de inventar, de engañar, de mentir, de jugar, de distraerme, de divertirme, de sufrir.

Vicente diseñó cientos de portadas, carteles, suplementos culturales, un periódico, tipografías y muchas cosas más. No por nada David Huerta dijo que él le dio una imagen a la literatura mexicana. Aunque Vicente no cree que también es escritor, su serie de Escrituras lo desmiente: “Tengo Frases, Alfabetos primitivos, Alfabetos secretos, Alfabetos lineales, Alfabetos urbanos…ahora estoy haciendo Primeras letras.” Aunque desde luego, no se trata de un escritor tradicional. En 2010, Marco Perilli y Roberto Rébora le propusieron un proyecto. Le dieron una serie de preguntas a las que él tenía que responder con imágenes. El resultado fue una conversación que se publicó con el título Jaque mate, un pequeño y hermoso libro que se agotó muy pronto y que en ese año se reeditó. 

Vicente Rojo dice a la editorial Auieo «que nació dos veces, una en Barcelona y otra en México», cuando llegó exiliado a los diecisiete años. «Tuve una infancia muy difícil, muy dura, que no olvido, pero al llegar  a México se me abrió la vida».  Su primer nacimiento estuvo marcado por los horrores de la guerra y el segundo por la libertad. “Soy mexicano aunque no he perdido la ‘z’. Sería relativamente fácil hablar como mexicano, pero me parecería un poco falso. La ‘z’ me marca, pero todo lo que he podido aprender y hacer lo he aprendido y hecho en México.”

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