Por una playa para todos en Nápoles

Diana Cortese y Alejandro González

Nápoles, Italia. Los habitantes del barrio de Bagnoli buscan el rescate de sus playas de la degradación ecológica y social para que sean entregadas a la gente común y no a empresarios, que de manera ilegal cierran los accesos al mar.

Con iniciativas legales y de acción directa, el Comité Una Playa para Todos denuncia la fuerte contaminación de sus playas, originada principalmente por la acerera Italsider, así como la falta de acciones concretas del gobierno en sus diferentes niveles.

Bagnoli es un viejo barrio con poco más de 25 mil habitantes, ubicado en el extremo occidental de Nápoles. Desde principios del siglo XX fue la sede de la planta siderúrgica más grande de Europa, hasta el inicio de la desindustrialización del sur de Italia en la década de 1980. Tras casi un siglo de actividad industrial intensiva, la contaminación del suelo y el mar es más que evidente, tanto como la degradación del barrio y de la vida de sus habitantes, que de un día para otro se encontraron sin empleo  y sin perspectivas claras de futuro. Durante los años noventa, una administración de centro-izquierda (encabezada por el ex-comunista Antonio Bassolino) prometió llevar a cabo un ambicioso proyecto de rehabilitación del territorio. Bagnoli Futura, lo llamaron, sin embargo dicho proyecto naufragó a causa de la corrupción de la clase política local y las dinámicas de poder a nivel nacional.

Actualmente, el paisaje de Bagnoli es un híbrido de playas privadas contaminadas, obras públicas a medio construir y proyectos en acción que sólo benefician a unos cuantos, como un puerto que albergará 700 yates y barcas. Ante ello, varios colectivos, asociaciones, comités, centro sociales e individuos de toda la ciudad de Nápoles crearon el Comité Una Playa para Todos, que lucha por la rehabilitación efectiva de los 2.5 kilómetros de playa, no para su fraccionamiento y venta al sector privado, sino para beneficio de todos.

Entre las múltiples iniciativas de este heterogéneo comité se encuentra una campaña de firmas que se anuncia con una provocadora observación: “El 2 por ciento de los napolitanos posee un yate, 98 por ciento de los napolitanos posee un traje de baño”. Pero, tal como explica Luca Recano, del colectivo Bancarotta, en entrevista con Desinformémonos, la lucha por una playa pública no es sólo por la playa en sí, sino también y sobre todo por salvar un enorme territorio del desastre ecológico, la degradación social y la mafia.

Los orígenes del complejo industrial

El complejo industrial de Bagnoli se construyó a partir de 1900, dentro de una zona donde no existía prácticamente nada, solamente el campo y la playa. Bagnoli tenía una gran belleza natural en su tiempo. El nombre se lo debe al hecho de que ahí se crearon los primeros balnearios de la ciudad, que eran el lugar de veraneo de las familias nobles. Luca Recano señala que “aún se pueden apreciar algunas construcciones estilo Liberty en medio de los cascarones abandonados por la siderúrgica. Con la industrialización, sin embargo, los balnearios fueron sustituidos por la planta acerera Italsider, así como por otras fábricas dedicadas a las producción de asbesto y fertilizantes”. El barrio de Bagnoli nació en torno a estas industrias, que empleaban a muchísima gente. Tan sólo Italsider daba trabajo a más de 10 mil obreros.

En los años ochenta, las fábricas empezaron a cerrar por todas partes debido al proceso de deslocalización industrial. En medio de esta crisis laboral, que arrojó a miles de personas a la calle, la administración de centro-izquierda, encabezada por Antonio Bassolino, prometió la rehabilitación del territorio para reactivar el empleo y, sobre todo, atracar de raíz los graves problemas de contaminación que habían dejado las industrias como única herencia.

Recano señala que la ropa que dejaba a secar en los balcones se volvía roja por el polvo de fierro que salía de las chimeneas de la Italsider. “El mar estaba muy contaminado; durante años las fábricas arrojaron sus desechos en el litoral, acumulando un una gran cantidad de azolve tóxico”, agrega. Otra gran parte de los desechos se compactaron en forma de bloques que, con el tiempo, terminaron por ser utilizados para construir una plataforma en el mar -que aún se puede ver- para transportar las mercancías a los barcos.

El cierre del área industrial, además de la contaminación, produjo una situación traumática entre la gente que dependía de la producción en la zona. El barrio que se había construido en torno a las actividades industriales generó también una clase obrera fuerte y organizada que, entre otras cosas, luchó y obtuvo varias conquistas (hospitales, escuelas, servicios y prestaciones). “Paradójicamente”, reconoce Recano, “Bagnoli era uno de los barrios más vivibles de Nápoles a pesar de la contaminación”.

La rehabilitación territorial que nunca llegó

La administración de Antonio Bassolino es recordada en Nápoles porque se le relaciona con el renacimiento de la ciudad; sin embargo, la administración de los socialistas y de la Democracia Cristiana aumentó los niveles corrupción, señala el entrevistado. El proyecto de rehabilitación se basaba en seis grandes áreas de trabajo en la zona, de las cuales sólo tres han sido realizadas parcialmente (un acuario temático, un parque del deporte y un centro de congresos con spa); del resto (las playas públicas, los proyectos culturales y el parque tecnológico), no se sabe todavía cuando se llevarán a cabo.  Y es que, tal como afirma Luca, “el único resultado visible es el inmovilismo”, pues a la falta de recursos se suman los debates sobre a qué aspectos del proyecto se debe dar prioridad (o sala de congresos o playas públicas; el puerto para yates o el área cultural), y la falta de voluntad política para cumplir con la ley.

La rehabilitación del área fue concesionada a Bagnoli Futura, una sociedad por acciones en la que participa también el ayuntamiento de Nápoles. Hasta ahora no ha producido  prácticamente ningún resultado. “Las únicas cosas que se han hecho son un auditorio y un centro de belleza (que obviamente no responde a las necesidades sociales del barrio). Es una cosa terrible, yo nací en Bagnoli y te puedo decir que quienes han vivido estas cosas lo han hecho en un modo traumático, porque había una promesa de hacer renacer el territorio, y esta promesa nunca se cumplió”, india Luca Recano. En lugar de las playas públicas, el ayuntamiento otorgó un sinfín de concesiones a empresarios locales para instalar playas privadas, a pesar de que la zona está contaminada por metales pesados e hidrocarburos, y no se ha hecho ningún trabajo para su recuperación.

“Además de su característico inmovilismo, las administraciones de centro-izquierda han gestionado en modo clientelar el desarrollo de esta área. Junto con las autoridades portuarias, el ayuntamiento de Nápoles ha concesionado 40 por ciento de las playas, el resto debería ser de propiedad pública, pero hasta ahora sólo se han habilitado 50 metros de costa para uso público que acaban de ser clausurado porque continúan sin hacerse los trabajos de rehabilitación”. O sea que ni siquiera ese único pedazo de playa pública que se les dio a los napolitanos existe ya. Si quieres nadar, tienes que pagar entre 10 y 15 euros y embarrarte de metales pesados.

El Comité Una Playa para Todos

El activista señala que por ley, las autoridades del puerto deberían revocar las concesiones; no lo han hecho. “Por eso nosotros, como Comité Playa para Todos, el 26 de marzo presentaremos un extrañamiento a las autoridades del puerto para exigirles que cumplan con la ley, que retiren las concesiones a los privados y que se haga una verdadera rehabilitación de la costa para restituir la playa a los napolitanos”, indica Recano. “Claramente los empresarios han negociado durante estos años con los grupos de poder cercanos al Partido Democrático (PD), de centro izquierda. Y hasta ahora han hecho lo que han querido”. En el 2008, por ejemplo, el ente nacional encargado de medir la contaminación del suelo impuso a los concesionarios la obligación de limpiar el territorio. Pero los concesionarios solamente fingieron los trabajos; echaron arena limpia sobre la contaminada o pusieron plataformas de madera con tapetes para evitar que la gente tocara directamente la arena; y construyeron barreras de roca en el mar para evitar que las corrientes arrastraran el sedimento tóxico. Todas estas intervenciones cosméticas no acaban con la fuente de la contaminación y la gente sigue arriesgándose cuando va a nadar a la playa. Sin embargo, con ello evitan la clausura.

En los últimos diez años, comités vecinales y ambientalistas han dado importantes batallas para rehabilitar cabalmente el territorio, pero todos han topado con pared porque los fondos para hacer estos trabajos no llegaron. Inicialmente el ayuntamiento había conseguido el presupuesto, pero el gobierno de Silvio Berlusconi, presionado por la Liga Norte (un partido de derecha secesionista que ataca a los migrantes y desprecia a la gente del sur de Italia), anuló la partida destinada a este proyecto de desarrollo.

En 2012, varios comités de base, asociaciones, colectivos y centros sociales, dieron vida al comité ciudadano Una Playa para Todos, con el objetivo de organizar un referéndum ciudadano -previsto como figura resolutiva en el estatuto napolitano. “La idea es imponer al consejo comunal una deliberación que presione nuevamente por la recuperación del litoral y que éste sea verdaderamente público. Hasta ahora se han recogido 15 mil firmas”, indica Luca Recano.

Recano confiesa que en el contexto de este nuevo intento, muchos de los miembros del comité  confiaron en que el gobierno de izquierda de Luigi de Magistris retomaría el proyecto de rehabilitación. “Y es que la junta que preside de Magistris se presentó como una administración de vanguardia en el tema de los bienes comunes (de hecho es el único alcalde italiano que ha puesto en práctica los resultados del referéndum sobre el agua pública). Otra de las razones por las que muchos confiaron en este gobierno, es porque ha sido el único en instaurar la figura de la asamblea pública como espacio de participación ciudadana”. Sin embargo -sostiene Luca- este mecanismo nunca ha funcionado, pues dichas asambleas sólo sirven como espacios de desahogo para la población, pues los resolutivos de las reuniones no son vinculantes y nunca se traducen en decisiones concretas por parte del ayuntamiento.

“Nosotros adoptamos el mecanismo de las firmas porque sus resultados son vinculantes para la autoridad. Nosotros esperábamos que el ayuntamiento de Nápoles postergara la deliberación debido a la presión de los empresarios y de los grupos de poder locales; si así hubiera sido habríamos llegado directamente al referéndum y habría quedado clara la voluntad de miles de napolitanos que quieren una playa rehabilitada y pública”. Sin embargo, lo que sucedió es que el consejo comunal tomó la deliberación tal como se presentó, lo que significa que hay un instrumento jurídico con el cual exigir a las autoridades portuarias la cancelación de las concesiones privadas, pero no el referéndum. “Fue bueno y malo, porque utilizamos las firmas como instrumento de movilización popular a través de decenas de iniciativas”, resume el activista.

Una de las acciones más importantes que han hecho hasta ahora es la ocupación simbólica de algunas de las playas privadas, propiedad de los empresarios más ricos de Nápoles, que clausuran los accesos a las playas de manera ilegal y abusiva. “Una concesión te permite ciertas cosas, pero no arrebatar a la gente un espacio de propiedad pública” puntualiza el activista. “Claramente lo que hemos hecho hasta ahora no es suficiente, porque para realizar la playa se necesita la recuperación del territorio y esto significa que el gobierno debe liberar los recursos necesarios para los trabajos”. Hay que remover los obstáculos que existen, eliminar -por ejemplo- el muro de dos kilómetros y medio que separaba la fábrica de la ciudad, además de otras estructuras. Otra condición para hacer la playa es que se remuevan las concesiones privadas para que se pueda trabajar en la rehabilitación. “Nuestra campaña continuará presionando para que se cumplan estos objetivos”, declara Recano.

Otra etapa de la campaña inicia en mayo, con un encuentro internacional en el que participarán asociaciones y colectivos que realizan luchas similares en otras ciudades de Europa. “Vendrán también urbanistas, arquitectos, biólogos, químicos, y más gente que ha trabajado directamente en experiencias de recuperación de otros lugares”, indica el activista. El ejemplo más famoso es el del litoral de Barcelona, que fue rehabilitado y entregado a los habitantes de la ciudad. El modelo Barcelona es el mismo que fue patrocinado por la administración napolitana de los años noventa, durante el famoso “renacimiento napolitano”. Es decir, es practicable una posibilidad de salida, además de que hay una fuerte voluntad popular que se expresa en ese sentido.

El 26 de marzo, los miembros del Comité Una Playa para Todos entregarán las 15 mil firmas reunidas hasta ahora a las autoridades portuarias. Los carteles convocantes llenan las paredes del centro histórico y se espera una nutrida participación, no sólo de las diversas realidades que conforman el comité, sino de la gente común, que en el barrio de Bagnoli y en toda la ciudad se ha unido a esta iniciativa de reivindicación del territorio napolitano.

Publicado el 25 de marzo de 2013

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