Río de Janeiro, Brasil. Tanto en la cumbre oficial, en Riocentro, como en la de los Pueblos, -que duró nueve folclóricos días en el Aterro do Flamengo– se ha producido un documento final. Es imposible – respondiendo a quienes no ven una separación entre una cumbre de los de arriba y una cumbre de los pueblos – no hacer una distinción. El acontecimiento era sólo uno: Río+20. Las convergencias eran dos, una entre pocos y otra “abierta”. Por un lado los gobiernos, trasnacionales, instituciones y otros delegados de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), y por el otro los pueblos y ONGs sin instituciones.
Cumbre “oficial” y Cumbre de los Pueblos
En Riocentro, gracias a instituciones públicas y trasnacionales que parecen querer solamente encuentros para desarrollar actividades al servicio del sistema financiero-capitalista, ha surgido un documento fantoche sin voluntad de acción a corto plazo y sin alguna indicación o parámetro preciso dentro del cual desarrollar las futuras actividades de gobierno para un desarrollo sustentable (o “insustentable” como lo han llamado los diarios brasileños en los días pasados).
Ha surgido un documento con un vago intento de dictar un camino verde sin prohibir la práctica capitalista, que confirma el nacimiento del capitalismo verde, pues no se ha querido dar una definición internacional de qué sería la economía verde. Queda entonces, una peligrosa libertad de interpretación y no ha sido indicada ninguna regulación. Es clara la voluntad de acumular capital reciclando esta palabra para uso incorrecto.
Además, se ha minimizado el problema de la pobreza, rechazando la peculiaridad territorial y sin mencionar una posible redistribución de la riqueza. El gobierno brasileño justifica a través de las palabras de Dilma Roussef, su bizarra visión de “seudo desarrollo verde” poniendo como prioridad la erradicación de la pobreza. Para Dilma, la deforestación es un mal necesario en el proceso que llevará a erradicar el hambre en su pueblo.
La energía sustentable ha sido dejada como objetivo general para un futuro no especificado. A largo plazo, dicen, “sería deseable”.
Por lo que atañe un problema particularmente suramericano, pero simbólico para una defensa ambiental y para la sustentabilidad, en el documento no aparece ninguna metodología ni voluntad de restaurar o proteger las áreas verdes en contra de la deforestación salvaje. La emergencia social, alimentaria y ambiental parece no ser percibida.
Es interesante la noticia según la cual el presidente francés, Francois Hollande, habría sugerido en Río, a través de una videoconferencia, poner impuestos a las transacciones financieras (un porcentaje no especificado) para destinar ese dinero a la creación de un fondo para el desarrollo de los países pobres. Sin embargo, este fondo no ha sido incluido entre los objetivos del documento, probablemente la sugerencia cayó en el olvido.
En el Aterro do Flamengo los pueblos han creado un documento desde abajo sin ninguna pretensión utópica, sin reclamar que ciertas prácticas sean adoptadas por los mismos sujetos contra los cuales se manifiesta el propio disenso cotidiana y globalmente. En Cupola dos povos hubo una manifestación larga, de nueve días y, además, muchas personas (más de 100 mil) han salido a las calles a marchas y bloqueos. Hubo un promedio de dos protestas cada día.
El documento final de la cumbre de los pueblos sonó como un largo discurso en el altavoz, pero es una agenda de lucha global, no una carta de las alternativas. Este documento también parece débil, porque no ofrece soluciones prácticas o alternativas, sino que es “solamente” un manifiesto de intenciones, una agenda de movilizaciones para los movimientos.
La convocatoria para un nuevo modelo energético basado en el uso de energías renovables y descentralizadas, que garantice energía para la población y no para las trasnacionales, y la redistribución de la riqueza y del provecho, son dos puntos básicos, así como el anticapitalismo y el feminismo al margen del discurso conflictivo, sino propuestos como los nuevos paradigmas societarios latinoamericanos. Se proponen, además, parámetros ético-políticos para los nuevos significados de ciudadanía activa, uno de esos, el principal, es la relación simbiótica con la tierra y los demás ser vivientes, dentro la dimensión de los derechos naturales.
En los días del foro de los Pueblos se ha propuesto una Carta de la Tierra –a la cual ya se adhirieron 26 países– creada para responder a la crisis energética y ambiental; han sido decididas fechas de protestas alrededor de las diferentes caras de la justicia (ambiental, social, de género y democrática). Ha sido analizada la emergencia climática y energética ligada a la poco lógica y peligrosa elección del uso de energía nuclear por varios estados.
Ha sido escrito un documento que define el agua como un derecho natural intrínseco y protagónico del ecosistema, que tiene sus propios derechos naturales. Además, se ha hablado de economía solidaria como respuesta a la crisis financiera proponiendo tipos de gestión comunitaria y participativa de la economía, en donde la riqueza se queda en el territorio, enfrentando así al imperio del dinero y de las trasnacionales, creando en ese proceso también trabajo y contribuyendo a crear una cultura solidaria nueva y revolucionaria. Se ha propuesto también aumentar las sanciones para los que violan los derechos de los trabajadores y de la tierra, sobre todo hacia las empresas. Finalmente, ha sido propuesto un tribunal internacional para la defensa ambiental, cuestión ya presente en el foro alternativo de Marsella, Francia, sobre el tema de agua, el llamado FAME. Las cuestiones han sido analizadas y los contenidos son muchos. Detrás de la conclusión final y de la conclusión de cada plenaria hay un largo debate de nueve días.
Nuevos paradigmas de fuerza y de lucha, y críticas a la cumbre de los pueblos
El foro oficial ha servido sólo para cambiar al poder financiero los paradigmas metodológicos de fuerza. Cada narración tiene un inicio y un final, y luego tiene que renovarse para sobrevivir. Los representantes del 1 por ciento se han apropiado de los términos “economía verde” y “desarrollo sustentable”, vaciándolos del significado lógico. Gracias a las formas de difusión y producción del conocimiento monopolizador, se parte de una acepción negativa de los términos.
A pesar de las críticas, sin embargo, hay una diferencia de los pueblos respecto a los poderosos de la cumbre oficial. Durante el largo Foro de los Pueblos se han propuesto alternativas prácticas de gestión comunitaria, se ha debatido varias veces sobre los nuevos paradigmas de ciudadanía activa, el trato justo, la información, la cultura, el concepto de solidaridad, cosas que probablemente no se han tratado en Riocentro.
Se han analizado y propuesto principios éticos para un nuevo patrón de civilidad: respeto, cuidado como reciprocidad en contra la dominación, responsabilidad universal, cooperación y solidaridad, basadas en virtudes como hospitalidad, cohabitación, convivialidad y tolerancia. Como principio guía se habla sobre el comensalismo, es decir, el derecho universal para el acceso a la alimentación, ligado al derecho natural universal de acceso al agua, para todos y sin dañar a nadie.
Una crítica más es la hecha a las dinámicas políticas suramericanas (y brasileñas), que juntas han monopolizado el discurso. Esto no debe ser entendido de manera negativa, sino funcional para la lucha global. La percepción que se tiene es que el capitalismo más avanzado no sea aceptado en el llamado “sur del mundo”. Las temáticas sobre agua, por ejemplo, son tratadas primeramente para problemas internos ligados a cuestiones mineras u otras como la de grandes presas en construcción que son claras políticas de despojo gubernamental.
La poca presencia europea ha permitido que las temáticas fueran monopolizadas, pero la presencia europea habría a su vez monopolizado el discurso. Lo mejor, entonces, se perfilaba como una convergencia suramericana enfocada sobre todo en las cuestiones suramericanas, pero con valores globales. Es normal que la crisis global incluya peculiaridades territoriales.
Después de la cumbre de Río la convergencia parece mayor. Entre las cuestiones más destacadas están las de la Vía Campesina, Belo Monte y la deforestación de su región para la construcción de una planta termoeléctrica y la violación de los derechos indígenas; la deforestación de la Amazonia; las manifestaciones contra el gobierno de Dilma; el golpe en Paraguay; los derechos de las mujeres; la lucha contra de las corporaciones y la reforma agraria. Son éstas algunas de las cuestiones tratadas en la Cupola dos Povos.
La cuestión comunicativa fundamental para un cambio cultural
Ha tenido mucha importancia el factor cultural e informativo. En Río se ha organizado un evento ligado a la Cupola dos Povos, el Segundo Foro Mundial de los Medios Libres, que surge después de los encuentros preparatorios en norte de África, en Marrakech, en 2011 y en Túnez, en 2012; una edición mundial en Belén, en 2009 y una asamblea de convergencia en el Foro Social Mundial en Dakar, en 2011, así como otros eventos de menor relevancia.
Para lograr poner en práctica alternativas al sistema capitalista y para fortalecer las luchas sociales es necesario reivindicar la importancia de los medios libres como medio de lucha y de expresión, además de impedir el monopolio económico sobre la información y oponerse a la mercantilización de las experiencias. Proponiendo usos colectivos, gratuidad y pluralismo del medio informativo y mediático se reivindica el derecho a expresarse y a la información.
El intento será crear una red global informativa, por ello están siendo redactadas Cartas de medios libres que sirven de guía para una acción global. Con relaciones en red, puntos informativos globales pero aplicados en lo local y en lo nacional, usando como fuente a los que llevan a cabo las luchas políticas en los territorios, es posible crear una red internacional de activistas de medios que garantice la defensa –en cada país– del derecho a la información, a la crónica, la expresión, que esté presente en cada evento lo glocal, que sirva para formar una ciudadanía activa e informada, y que se oponga a la mercantilización de los conocimientos en modo conflictivo, proponiendo alternativas al modelo mediático e informativo contemporáneo.
Concluyendo, hay rumores de que habrá una nueva cumbre internacional debido a la debilidad de esta última. Pero no sentimos la necesidad de otro encuentro más entre los que despojan los bienes comunes y naturales.
Es cierto que se ha fortalecido una alianza entre gobiernos, bancos y trasnacionales para el protagonismo del capital en la era verde, global y sustentable, pero es también cierto que se ha fortalecido una alianza entre los movimientos y las partes sociales, y se han establecido nuevos paradigmas de lucha.
El problema no es solamente que hay un sistema capitalista, sino también su carácter egocéntrico financiero, pues la cuestión se vuelve ética y no solamente económica. Es necesario cambiar el parasitismo humano por la cooperación solidaria y sustentable en defensa de lo social y lo ambiental.
Como Río de Janeiro ha sugerido, es necesario ir más allá del protagonismo retórico del capitalismo, que por naturaleza es también generador de discurso contra-capitalista en una especie de mecanismo alienante.
Para huir al capitalismo maquiavélico (pero no empático) y sistémico sirven términos exteriores a su discurso (que repetimos, tiende a crear tanto el consenso como el disenso). La lógica a la cual nos estamos refiriendo es la incorporada en las expresiones y en la voluntad de los medios. Es necesario tomar el protagonismo popular en la comunicación, cultural e informativa para lograr el arreglo cultural e impedir el monopolio capitalista del logos y de los significados, hablar de revolución cultural, conflictiva, no es utopía, sería un jaque mate a la crisis global ético-financiera; las utopías son para quien sueña, mientras nosotros estamos despiertos más que nunca.
Publicado el 9 de julio 2012