Foto: Señora mirando los escombros de Cerro Metate, México. Foto de Juana García, utilizada con su permiso.
Lo que era un pueblo próspero de tierras fértiles y con al menos 15 familias se ha convertido en una zona de silencio, donde solo las aves cantan. El fuego hizo que se cayeran las casas, algunas que siguen paradas están agujereadas por las balas y otras son solo muros.
A finales de marzo del 2024, fueron quemadas más de 25 viviendas, además del sistema de distribución de agua potable, postes de luz, agaves, y el bosque de las familias de Cerro Metate, uno de los pueblos del municipio de San Juan Mixtepec, ubicado al Sur de México, en Oaxaca.
Abraham, un antiguo residente de Cerro Metate, narra entre suspiros, mientras muestra lo que quedó de lo que fue a su hogar:
Quemaron mi casa el que hice con mucho trabajo, lo construí con el dinero que conseguí en Estados Unidos, cuando regresé hice esta casita donde me pasé después, pero me tuve que salir porque a diario estaban disparando y así no se puede vivir, ahora quemaron todo. Cuando todo se calme, ¿dónde voy a vivir?
De la casa que había construido Abraham cuando fue durante seis años a trabajar en Estados Unidos, solo ceniza queda, unos utensilios de barro y una puerta de metal que se sostiene con vista hacía lo que alguna vez fueron los hogares de una decena de familias.
Se escucha el canto del viento que viene del bosque. Es un día soleado, unas 35 personas se fueron hacer tequio que implicó tumbar árboles muertos por el fuego para hacer una brecha y así restablecer la energía eléctrica. Aunque Cerro Metate se ha vuelto un pueblo fantasma, cuando hay tequios, se turnan para asistir, mientras otro grupo vigila para que no les alcancen las balas en cualquier momento. El tequio es un trabajo comunitario que implica la participación de todo el pueblo sin ser remunerado.
Ese día, mientras mantenían las labores, a lo lejos, se escuchaban las ráfagas de armas de fuego como si fuera una zona de guerra. A unos seis kilómetros de ahí se encuentra el límite de tierras que pelea Santo Domingo Yosoñama del municipio de San Juan Ñumí, quienes han reclamado mil 700 hectáreas de tierra que se encuentran acreditados a favor de San Juan Mixtepec en el expediente 246/1996 del Tribunal Unitario Agrario del Distrito 46.
José Sánchez, desplazado de Cerro Metate y resguardado en otra comunidad ubicada a unos cinco kilómetros, donde se refugian otras familias que al igual que él huyeron, dice:
Estamos cansados de esto, todos los días es así, hay días con más disparos y otros menos. Han sido 14 años de vivir en la incertidumbre, con miedo que nos vengan a balear, como lo han hecho.
A finales del 2023 al nivel nacional se sumaban más de 380 mil personas en situación de desplazamiento forzado, de acuerdo a las estimaciones de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH).
Según esta Comisión, tanto Chiapas como Oaxaca presentan el mayor número de personas indígenas desplazadas en el país, tanto en términos de episodios como en cantidad de personas.
Daniel Márquez, oficial de desplazamiento interno de la CMDPDH, señala en entrevista:
La mayoría de las formas de violencia están asociadas con armas de fuego. Entonces, hay esa proliferación de actores que tienen armas de una u otra forma. Con esto, hacen que haya un potencial riesgo de desplazamiento, a conflictos de larga data. En Oaxaca tienen mucha incidencia.
14 años de desplazamiento
Desde el 2010, se ha documentado en distintos medios, además de las evidencias de las propios pobladores, la quema de más de 50 vehículos, más de 30 casas, casi 100 hectáreas bosque y el asesinato de al menos 28 personas en el municipio de San Juan Mixtepec. Con ello, la suma de decenas de familias que han sido desplazadas de manera paulatina durante 14 años. Unos se fueron a vivir a la cabecera municipal de San Juan Mixtepec, otros a Tlaxiaco, Santiago Juxtlahuaca, Huajuapan de León, en la ciudad de Oaxaca e incluso a Estados Unidos.
Hace 14 años, antes de la violencia y que el desplazamiento les alcanzará, tanto ellos como los vecinos de Yosoñama mantenían un lazo de respeto. Sin embargo, narran que desde que llegó Antorcha Campesina (una organización política) la violencia se agudizó y los pobladores de Yosoñama comenzaron a invadir de manera más ágil las tierras de Mixtepec.
A diferencia de otras comunidades desplazadas en esta zona de Oaxaca, Cerro Metate y Rancho Lucero están siendo desplazados paulatinamente durante más de una década. Se organizan tequios y guardias. La guardia es cuando las personas de las comunidades de Cerro Metate, Cuajilotes, Pueblos Nuevo y Río Azucena van vigilar en la zona de conflicto para avisar si hay personas armadas.
Las personas que acompañan a Abraham en un tequio entonan:
Tenemos la esperanza de regresar algún día a Cerro Metate. Pueden corrernos, quemar nuestros cerros, pero no pueden borrar nuestras memorias y registros, porque acá nacimos, acá crecimos y de acá somos.
El desplazamiento forzado también ha afectado a otras comunidades vecinas como Rancho Lucero, Cuajilotes, Pueblo Viejo y Río Azucena. Por ejemplo S. Suárez de Cuajilotes (quien omitió su nombre para evitar represalia), decidió irse con su familia a vivir al pueblo de su esposa, aunque regresa a dar servicio en los tequios y en las guardias. Suárez cuenta:
Nosotros somos los que estamos acá viendo cómo le hacemos para sobrevivir, cómo nos turnamos para hacer guardia, cómo sobrevivimos cada día. Antes salíamos a trabajar a Estados Unidos para mantener a nuestras familias, porque nunca nos llegan los programas de apoyo, pero ahora tampoco podemos salir porque estamos al pendiente de lo que pueda sucederles a nuestras familias.
A él le mataron a su padre en febrero de 2013, y dice que desde entonces la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO) no le ha informado sobre los avances de la investigación, si es que existe. En esta lucha de defender el territorio, ha dejado huérfanos a niñeces, mujeres viudas, padres y madres sin hijos.
En entrevista, las autoridades de San Juan Mixtepec han dicho que es un conflicto de todo el municipio. Sin embargo, son cinco las comunidades que llevan 14 años, haciendo frente a las balas, un conflicto que no ha parado, por lo contrario se ha recrudecido dejando un pueblo fantasma como Cerro Metate y Rancho Lucero.
Desde 2011 a José Sánchez le prestaron una casa en Río Azucena, con la idea de regresar pronto a Cerro Metate, pero ya han pasado 13 años y sigue fuera de su hogar, en marzo también le quemaron su casa. En 2011 huyó de las balas, y añade con la voz quebrantada:
Estamos cansados, todos los días se escuchan disparos, todos los días nos turnamos para cuidar nuestro territorio, nuestro hogar y bosques, para que no se acerquen a adueñarse de las tierras. Nada es igual que antes.
Las familias desplazadas suplican que pare la violencia en esta zona de San Juan Mixtepec, que la justicia les alcance, para que puedan regresar a sus casas, a Cerro Metate a trabajar sus tierras.
Desde que comenzó el conflicto, ni las familias de Cerro Metate, ni las otras han recibido algún apoyo humanitario de parte de los gobiernos por la violencia que atraviesan, por el contrario, cerraron las escuelas en Pueblo Viejo donde acudían los niños.
Publicado originalmente en Global Voices