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Un diario en tiempos violentos: la vida de un sacerdote jesuita en Alepo

Universidad Iberoamericana

El siguiente texto es un extracto del Diario de la crisis en Alepo, que el padre jesuita Sami Hallak escribe para Asia News. A través de su mirada cuenta las dificultades de la población ante la violencia y los bombardeos, así como la fe imbatible de los cristianos de la ciudad, que, entre devastaciones y muertes, logran de todos modos vislumbrar señales de esperanza, «milagros» que son más fuertes que la guerra y la muerte.

8 de julio de 2016

Hace calor. Sin electricidad, algunos habitantes de Alepo retomaron la vieja costumbre de dormir en el balcón. Digo algunos, porque otros temen a los proyectiles o a las «balas frías», es decir, las balas disparadas en el aire, porque matan. Yo soy uno de esos «pocos habitantes de Alepo» que duerme en la terraza del primer piso, bajo un pequeño techo que da sombra, según la vieja expresión; o que protege de las balas frías, según la expresión actual. La sombrilla pues, se convierte en un «para-balas».

El gobierno anunció un cese el fuego durante los dos días de la fiesta con motivo del Ramadán. Pero parece que este anuncio no cubre Alepo. Sus habitantes todavía se consideran un pueblo distinguido, y precisamente se les distingue no deteniendo el fuego sobre sus hogares. Los combates continúan, toda la noche oigo disparos de aviones, helicópteros y armas de fuego. El sonido de los disparos se ha convertido en música para dormir.

Esta mañana a las 6:30, oí una explosión que más bien fue como el ruido del despertador. Huelo polvo. Pensé: «Esto es un proyectil que cayó muy cerca de aquí.» Pero nunca imaginé que tan cerca. Como de costumbre, cuando algo así sucede, uno de los vecinos me llama por teléfono. Llamó para decirme que el proyectil cayó frente a su casa, es decir, a 15 metros de donde duermo. Con calma, con una serenidad inexplicable, me levanté, caminé alrededor de la casa, todas las ventanas estaban abiertas por la explosión (por lo general, no las cierro para que no se rompan los vidrios después de las explosiones), los tanques de agua intactos, etc. Salgo a ver. El proyectil cayó frente a la casa del Sr. Georges Antaki, afortunadamente, entre dos coches. No hubo muertos, ni heridos, sino dos coches deshechos, un agujero en el suelo, y una gran cantidad de destrozos.

Son las 8 de la mañana, dejo la escena y voy a nuestra capilla para mi oración matutina habitual. Hago una oración de acción de gracias y sigo mi diálogo con el Señor sobre otros temas.

A las 10 de la mañana llegó el Sr. Faraj Cheikho. Es un hombre devoto, responsable de la distribución de bolsas de alimentos en la Residencia Jesuita de Siria. Dijo que va a llamar al cristalero para reparar las ventanas. Le dije «no, ponga plástico, si cae otro proyectil, el plástico es menos peligroso». Me respondió «Aunque sea plástico, el cristalero es quien lo pondrá.» Dado que la gente ya no remplaza los vidrios rotos, los vidrieros ahora trabajan con plástico.

9 de julio de 2016

Los combates nocturnos fueron excepcionalmente violentos. Instintivamente, me levanté a las 2:30 a.m. para salir de la terraza e ir a dormir a mi cama. En la mañana, encontré dos balas justo al lado del colchón donde dormía en la terraza. Mi ángel de la guarda hizo su trabajo de avisarme. En Study Zone, el número de alumnos ha disminuido. Nuestra zona está en un lugar sin riesgo, pero parece que muchas familias han abandonado la ciudad. Sus hijos van a tomar el examen en la segunda sesión.

15 de julio de 2016

Hay electricidad dos veces al día, por dos horas cada vez. Compré baterías para los mandos a distancia del aire acondicionado, enciendo las máquinas y funcionan. No habían funcionado por tres años. Ahora, al menos puedo tener el gusto de estar fresco por dos horas. Sabiendo esto, los funcionarios de la Residencia Jesuita de Siria suelen ir a mi oficina para «recordar los buenos viejos tiempos», dicen. Sin embargo, después de unos días, me di cuenta de que ostensiblemente mi resistencia al calor comienza a caer. Así que dejé de usar el aire acondicionado por razones espirituales.

26 de julio de 2016

Ziad llegó a Alepo. La visita de un compañero siempre es un placer. Pudimos pasar un rato agradable juntos. Pudo ver nuestro trabajo y contactó a quienes conocía y a quienes lo contactaron para conocerlo. La primera noche, el calor y el ruido del bombardeo le impedían dormir; en la segunda, se acostumbró.

1 de agosto de 2016

Ayer fue la fiesta de San Ignacio. Celebré una misa solemne en la catedral latina y las hermanas franciscanas me invitaron a almorzar para que no festejara solo. Los grupos armados identificados por el régimen lanzaron ataques en varias partes de la ciudad por la noche. Los habitantes de las periferias de las zonas bajo el control del régimen se desplazaron. Muchos de nuestros empleados en la Residencia Jesuita de Siria no pudieron venir a trabajar hoy.

2 de agosto de 2016

«No aprisiones al gato, porque te araña». Es la regla que aplica ahora en Alepo. El régimen aprisionó los grupos armados que ocupan media ciudad cortando la ruta del Castello que los conecta con el exterior.

Ayer, estos grupos armados lanzaron un ataque dirigido al centro de la ciudad, y hoy lanzaron otro más. El ataque de hoy comenzó a las 3:30 de la tarde. Oí tiros, pero pensé que se trataba de los funerales de algún combatiente. Media hora después, los disparos se intensificaron. Enseguida, di la orden a los responsables de todos los sectores de la Residencia Jesuita de Siria de dejar de trabajar e irse. Afortunadamente, eran las cuatro de la tarde, una hora antes de terminar la jornada. A esta hora no hay muchos favorecidos que atender.

A las 16:15 horas, un proyectil cayó a 100 metros de nuestra casa, hubo algunos disparos que no ocasionaron daños. Todos ya se habían ido; sólo estaba yo, pero no pasa nada. Estoy en casa. Si algo me sucede, seré como cualquier otro residente de Alepo que reciba un proyectil mientras está en casa.

3 de agosto de 2016

«Agere contra» es la expresión que marcó mis acciones esta semana. Hace cuatro meses, en el mercado, los católicos griegos: obispo y sacerdotes se pusieron en contra nuestra y se opusieron a nuestros exploradores. Les prohibieron a sus equipos participar en el rally cultural que nuestra cuadrilla de San Ignacio organiza cada año en Alepo. 

Ahora, esos exploradores quieren ir a los campamentos. La vida es cara, los padres no tienen dinero, ningún medio tradicional es posible para que estos exploradores ganen dinero para financiar sus campamentos. Se dirigieron a mí para tener provisiones vía la Residencia Jesuita de Siria. Les solicité una petición escrita y firmada por el capellán, en la cual se especificara el número de participantes en los campamentos y la cantidad de alimentos solicitados. Es un procedimiento habitual y necesario para nuestros registros de inventario.

Me sorprendió recibir ocho solicitudes de ocho capellanes que estaban en nuestra contra. ¿Qué hacer? Agere contra. Di la orden de proveer generosamente y sin comentarios a esos equipos. No sé si los capellanes o su obispo entenderán el gesto. En todo caso, algunos líderes sí lo comprendieron; a su partida, evocaron su boicot afirmando que obedecían a sus obispos a disgusto, que la decisión de no participar en el rally no es ni cristiana ni conforme a este año de la misericordia. Los interrumpí deseándoles un buen campamento.

Vivan las vacaciones

5 de agosto 2016

Es viernes, último día de trabajo en la Residencia Jesuita de Siria antes de las vacaciones anuales. Mis fuerzas se agotan por la soledad de tres meses, la tensión del trabajo sin alguien con quien compartir mis problemas y mis alegrías, el calor que me obliga a mal dormir, incluso si duermo en la tierra cerca de la puerta que da a la terraza (la terraza es peligrosa por las balas que caen).

Además, es necesario realizar muchas cosas antes del cierre de jornada. Cientos de firmas, consultas de último minuto, poner el dinero, los documentos y los objetos de valor en un lugar seguro durante las vacaciones, etc.

Una docena de nuestros empleados ya anunciaron su partida de Siria. Firmaron su renuncia. Otros cinco se irán después de las vacaciones. Hay que pensar en sus reemplazos. En lo que a mí respecta, diseñé un plan para unas «vacaciones sociales». Estaré algunos días en Homs donde puedo visitar a algunos amigos; una semana en Líbano donde puedo ver compañeros y amigos, ningún día habrá de transcurrir en soledad. Incluso el viaje a Homs lo haré en automóvil con una familia.

Como estaré ausente doce días, vacié el refrigerador. El Padre Ziad Hilal sonreirá al escuchar esto y me dirá: «¡Pero si tu refri siempre está vacío, semejante tacaño!» Cuando el pobre llegó hace dos semanas, no encontró nada en el refri más que agua para beber. En la víspera de su partida me hizo fraternalmente la observación. Como buen ministro, fui al día siguiente a comprar jugo, agua gaseosa y cerveza, pero el P. Ziad ya se había ido.

Consumí todo yo solo. Compañeros de oración: cuando vengan a Alepo pidan lo que quieran y lo tendrán, sólo porque no dejo de pensar en los cacahuates que el P. Nawras califica de mala calidad.

Aun así, el refri está literalmente vacío ahora y estoy listo para partir. Le dejé la llave a un vecino que no sale del vecindario para que haga la guardia.

6 de agosto de 2016

Día de la fiesta de la Transfiguración y aniversario de mi ordenación. Celebré la misa solo a las seis de la mañana, después la oración del día a las 7:30. La familia pasó por mí para el viaje. Al llegar cerca de Ramos, la policía nos pidió regresar a casa: la ruta está cortada, estamos rodeados. En el mercado, las legumbres desaparecen frecuentemente, la carne también, el precio de la gasolina llegó a 600 libras sirias contra las 225 que costaba en tiempos normales. Me apresuré a comprar las provisiones: conservas de paté, carne, sardinas, encurtidos (para sustituir los tomates) y queso. Para el resto: mermelada, aceitunas, tomillo, café instantáneo, té, leche… tengo una reserva suficiente para semanas.

En la tarde, Samir al Omar que trabaja con nosotros en la Residencia Jesuita de Siria me llamó por teléfono. Él y su familia dejaron su casa porque están cerca de los lugares de combate, me preguntó si se puede refugiar en la mía, ya que su familia se alojará en casa de familiares. Acepté inmediatamente. Esto interrumpirá la soledad que buscaba al huir en vacaciones y que no logré encontrar.

7 de agosto de 2016

Justo antes de mi misa dominical en la catedral latina, el presidente de la Asociación Ihsan me llamó para preguntarme si su asociación podía utilizar nuestra cocina en este tiempo de cierre, para ofrecer comida a los desplazados. Lo sabía: mientras esté en Alepo, es difícil tomar las mínimas vacaciones. Una decisión así requiere el aval de las hermanas franciscanas pues la cocina está en su jardín.

Sabiendo que no pude partir, las hermanas me invitaron a su casa. Hice la pregunta y la superiora respondió negativamente. Las hermanas también necesitan descansar, tienen trabajo en la casa, y han planeado hacerlo durante estas vacaciones. Además, deben usar pesticidas en su jardín y no pueden hacerlo si la cocina está en uso. Y aún hay más. Las hermanas me dijeron que tenían la intención de ofrecerme, la semana anterior a la fiesta de San Ignacio, algunos tomates, pepinos y los higos de su jardín, pero lo olvidaron.

Pienso que San Ignacio hizo este milagro de olvido colectivo; está en el cielo y ve lo que sucederá la semana que sigue. Sin este olvido, habría repartido los tomates antes de mi planeado viaje. Las hermanas me entregaron pues el regalo omitido, y ahora tengo tres tomates de muy buena calidad. («Trinitatis tomatoes» en vez de «Très tomatoes» porque los trato con respeto). Me serán suficientes para por lo menos tres días. Los propietarios de los generadores que nos suministran la electricidad algunas horas al día disminuyeron el número de horas y aumentaron el precio, porque con el cerco no habrá más aceite combustible.

Tenemos electricidad de las seis de la tarde a la media noche por mil 300 libras sirias el amper, en lugar de mil 200 libras sirias. De nuevo, como debía ausentarme, pagué dos semanas por adelantado con la tarifa anterior. Por supuesto que el flujo del agua está cerrado, pero por las vacaciones, no habrá empleados en la Residencia Jesuita de Siria: nuestra reserva de agua me durará mucho, así como la reserva de agua potable. Tengo 100 litros. Con el calor, alcanzan para ocho días para mí y mi anfitrión. Al comienzo de estas vacaciones están pasando cosas positivas, ¿no es así?

Semblanza

El P. Sami Hallak Nació en Alepo, Siria, en 1960. Entró a la Compañía de Jesús en 1983. Vivió sus años de formación en Egipto, en Siria y en Francia. Se ordenó sacerdote en 1994. Fue destinado a Homs donde sirvió por siete años en diversos ministerios.

Enseguida, fue enviado a Alepo y hasta la fecha se ha desempeñado como Ministro de Economía de la comunidad, capellán de diferentes movimientos (exploradores, CVX, etc.), conferencista, escritor, traductor, colaborador en la Residencia Jesuita en Siria desde hace dos años; apostolados muy diversos que le permiten conocer profundamente la ciudad de Alepo y a sus habitantes. 

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