Ardía la comarca
En la Patagonia argentina, en la región de la comarca andina, una región limítrofe entre las provincias de Chubut y Río Negro, pero mayormente del lado de Chubut, se desató el pasado 9 de marzo un incendio de una magnitud que no tiene precedentes. Alcanzó las localidades de El Hoyo, Lago Puelo, El Maiten, El Hoyo, Cholila, Epuyén en la precordillera de los Andes.
«Hay personas que lo perdieron absolutamente todo, ardía toda la comarca… se está juntando ropa de todos los talles, calzado de todos los talles, elementos de cocina, colchones, todo. Un barrio, que es muy antiguo, producto de una toma, quedó todo destruido. El Pinar ardió todo, hay gente desaparecida, el bosque desapareció», cuenta Lorena. Hay quienes dicen que la intención era desaparecer esa toma, la también denominada “toma hippie” que, en el paraje Las Golondrinas, ya tiene unos años en cercanías al Hoyo. Una loma y un valle pequeño eran parte de esta toma.
En pocas horas ardieron lugares de trabajo, pequeños talleres mecánicos con sus 14 autos para arreglar adentro. Hay desconfianza en las ayudas municipales, dice Marcelo a un medio local, “queremos que la gente nos traiga las cosas acá, no queremos ir a la Municipalidad a buscar, porque no confiamos cómo van a distribuir”.
Las casas particulares se han transformado en lugares para recibir donaciones. Sólo el pueblo ayuda al pueblo, dicen los post.
La esperanza era la lluvia. “Anoche llovió toda la noche”, decían los mensajes de anhelos.
El origen de los fuegos y la organización desde abajo
La mayoría de los vecinos y vecinas de la provincia creen que los focos se iniciaron de manera intencional.
“Estaría bueno que alguna vez agarren al señor que prende fuego, nunca lo agarran. Creo que tiene protección, no sé de quién, pero seguramente está protegido”, dice Guillermo a medios comunitarios locales.
Roxana piensa en voz alta mientras conversamos: “Ya nadie tiene la ingenuidad de decir que esto es producto de un palo de luz que se cayó, hoy la gente tiene claridad, es por el proyecto de zonificación minera”.
“Dijimos no al proyecto de zonificación minera y nos prendieron fuego todo”, decían los posteos de cumpas de la Union de Asambleas Chubutenses.
Varias razones los llevan una vez más a concluir que fue así, la distancia entre uno y otro, la simultaneidad: cinco fuegos al mismo tiempo en una noche.
“Los incendios para mí son fruto de una maniobra política que viene de la mano de la megaminería -dice Nora- porque la otra vez iba a sesionar la legislatura, y no pudo sesionar porque no hubo quorum. Ese día ganamos que no se tratara el tema de la megaminería”.
Un vecino mirando el cerro decía a la prensa que primero se prendió “allá arriba” y que después “el fuego vino del incendio intencional en la zona de Los Radales. Es imposible que salte una chispita de allá hasta acá, hay un montón de kilómetros”.
Silvia no duda “que eso está armado para instalar por parte de los medios de comunicación un «otro» peligroso… esto ya pasó por estas tierras en la conquista de desierto. Hay un monstruo gigante, que son los negocios millonarios, y en Patagonia somos pocos y eso la convierte en zona de sacrificio. Nosotros no definimos nada a nivel político con la cantidad de habitantes que somos. A las corporaciones y políticos que nos negocian no les hace nada reventar todo por aquí en el sur”.
En noviembre pasado, cuando todo el pueblo chubutense estaba en las calles contra el proyecto minero, organizaciones del Hoyo denunciaban también desapariciones en el marco de reclamos territoriales en la zona, que vienen desde 2011, y en esos días denunciaban la nueva desaparición de Narciso Pino, sobrino de la enorme luchadora contra el proyecto Navidad, Hortensia Huicha, y denunciaban también otras desapariciones “ de otrxs vecines de la meseta desaparecidxs en los campos de sus patrones”.
Este fuego es el fuego de la disputa, tal como lo narran las historias indígenas. Lo nuevo versus lo viejo, la modernización frente a lo “hippie” y lo “indígena”, ya que son zonas donde desde la década del 70 se instalaron comunidades y personas que adherían a esta filosofía de vida y elegían esta zona para vivir.
En la provincia de Chubut hay un ajuste brutal, cortes de ruta de docentes y estatales son habituales; también “el desfinanciamiento de servicios, como la educación, la salud, la electricidad, el agua y otros servicios básico,s entre los que está el combate de incendios forestales, las brigadas, o bomberos sufren también este ajuste brutal”, reflexiona Nelson.
Desde la organización Huiliche, organización barrial y anarcopiquetera de Trelew, cuentan que están conformados por gente del sur, en lengua mapuzugun. Esta organización independiente de los gobiernos tuvo un rol activo en el contexto de los incendios, pues cuentan con brigadas antiincendios que se generaron desde abajo y también con colectas autogestivas. Hace ya casi 20 años, aseguran, vienen multiplicándose en todos los pueblos las asambleas y se vienen nucleadando en la Unión de Asambleas Chubutneses, espacio que coordina acciones contra el extractivismo y por la vida. También denuncian la ausencia del Estado y el racismo de los medios de comunicación, y acusan tanto al gobierno provincial como nacional por la respuesta tardía e insuficiente. Denuncian a un Estado que sólo ve los territorios como proveedor de recursos, como mercancía, que perpetúa el ecocidio.
En una provincia donde su población es mayoritariamente mapuche, si bien muchos no viven en comunidades, y que muchos de los territorios alcanzados por el fuego en la comarca andina son territorios comunitarios indígenas, el discurso tanto de la prensa en notas, así como declaraciones de funcionarios y referentes locales y provinciales apuntan al Pueblo Mapuche como autor de los incendios, los cuales también han afectado a gran cantidad de familias de trabajadores Mapuche Tehuelche de Río Negro.
A un lado y otro de la cordillera de los Andes, en lo que hoy son los Estados de Chile y Argentina, vive el pueblo mapuche que es preexistente a estos Estados. Las comunidades vienen denunciando el avance extractivista de las forestales, con muertos a un lado y otro. Desde hace ya más de dos décadas plantan pino, variedad exógena. Muy rentable para las forestales pero dañina, para quienes habitan los territorios. Nelson decía: “en la comarca abundan las plantaciones de pino que suplantaron al bosque nativo luego de que la industria maderera y el extractivismo maderero diezmaran los bosques nativos”. El pino consume mucha agua secando ríos, absorbiendo nutrientes de la tierra. La hojarasca acidifica la tierra impidiendo que crezca nada debajo o cerca. Sin vegetales y sin humedad en la superficie, y en un contexto de falta de lluvias y sequías, estas plantaciones son sumamente inflamables, el fuego en ese marco se dispersa a enormes velocidades y es imparable.
La policía dijo que el incendio fue por la caída de un transformador de una línea eléctrica. Hay hipótesis de que los incendios se deberían a intereses empresariales de quienes quieren quedarse con el tendido eléctrico junto al gobierno provincial, porque podría estar detrás el magnate inglés George Lewis, quién se apropió de Lago Escondido en la zona y que es dueño de Pampa Energía, una de las empresas proveedoras del interconectado nacional de energía, reflexiona Nelson.
Pero aun así, el discurso antimapuche y racista se propaga tan rápido como el fuego en medios afines y entre personeros de los poderosos.
El presidente de la Asociación de Bomberos de El Bolsón, donde Lewis es aportante, acusó en los medios al Pueblo Mapuche por los incendios, sin ninguna prueba. Funcionarios y exfuncionarios de todos los colores políticos expresaron su conservadurismo de violencia racista. Se vociferaban estas bravuconadas cuando algunas comunidades como el Lof Cañio, cercano al El Maitén, aún se encontraban trabajando para extinguir el fuego, con la ayuda y la solidaridad de peñi ka pu lamngen (hermanos y hermanas Mapuche) y personas solidarias que se acercaron.
Las comunidades mapuches se organizaron de inmediato para hacer frente al fuego. Asi como los vecinos de las tomas y de las ciudades de la provincia generaron redes de autoorganización, desde todas las organizaciones mapuche tehuelche insisten que han sido siempre quienes han cuidado el territorio de los distintos proyectos coloniales, hoy los negocios negocios inmobiliario, las mineras, forestales, hidroeléctricas. Han sido quienes cuidan y reclaman ríos y lagos sin contaminación. Quemar sus casas, los bosques nativos, no ha sido jamás su practica. Han resguardado el territorio milenariamente, “eso es lo que nos lleva a luchar frente a la voracidad capitalista, a un Estado que no respeta nuestra territorialidad y frente a canallas delincuentes disfrazados de representantes políticos”, dicen en un comunicado la Coordinadora del Parlamento Mapuche Tehuelche de Río Negro.
En este contexto , “el Terricidio vuelve el aire irrespirable”, dicen las compañeras del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, que denuncian a viva voz el avance del extractivismo sobre los cuerpos de las mujeres indígenas, femincidios y violaciones de la mano de los megaproyectos.
Hace unos años, en un conflicto territorial asesinaban a Rafael Nahuel Yem, mapuche, y a Santiago Maldonado, un joven anarquista que solidarizaba en lofs en resistencia. Aún están impunes ambos y en el primer caso “se habla de enfrentamiento, cuando los muertos siempre son de un solo lado, el nuestro” afirman compas mapuches.
En noviembre, decían desde el Hoyo varias organizaciones, “festejamos el encuentro, la conversa, la circulación de la palabra y los saberes, el despliegue de inteligencia y arte colectiva, los tambores, banderas, canciones, velas, el cobijo del Pirke y la poesía de las nubes; y convocamos a toda la comunidad de la comarca a estar atentes y seguir sumándose”.
Así se vive la vida desde abajo y ahora haciendo frente a los fuegos robados.
El fuego para los mapuche
En la Patagonia argentina se cuentan historias entre los pueblos indígenas de quiénes han tenido en sus manos el fuego, de quiénes robaron el fuego, porque el fuego era de Elal. Se cuenta que Elal era antes el dueño del fuego. Distintos animales, en distintos momentos y por distintas razones, le robaron el fuego, pero Elal no quería que lo usaran porque el fuego no era para cualquiera. Un día, se dice, lo encuentra al peludo, y le tajea la cáscara como castigo por haber usado el fuego. Otra vez el gato de los pajonales se lo saca y no lo le deja seguir usando el fuego, y el gato a partir de ahí tiene que comer crudo. Otra vez, se dice, fue el matuasto que también le roba el fuego y lo castiga para que se muera de frío. Quien maneja el fuego es un espacio de disputa.
En el día a día del pueblo mapuche el fuego tiene mucho valor. El fuego, cuenta Mercedes, se relaciona con la noche y con el día, hace la conexión de la noche y el día. En la noche el fuego está en el hogar de cada mapuche que vive en comunidades. En la ruka, la casa, tipo toldo, en el centro se hace el fogón, un fuego para dar lugar a la ronda de la noche después de la jornada de trabajo. Ahí en el fuego se dan los aprendizajes y las enseñanzas, se dan las mejores y hermosas enseñanzas para los jóvenes, y quienes lo hacen son los ancianos, ahí se dan el Ngülam, consejo, la sabiduría y el Quimün, ahí fluyen los conocimientos de los ancianos, los consejos, son los momentos en los que los jóvenes pueden abrirse con las y los ancianos y contar lo que hizo durante el día, por eso es que en cada rogativa hay un fogón. El fuego, permite calefaccionarnos, poder alimentarnos con comidas cocidas, poder reunirnos a la orilla de él para poder relacionarnos, para poder conocer de los ancianos. El fogón nos llevó al conocimiento, a los saberes, así se transmite el lenguaje, el idioma también.