Casa Corason. Mujeres en la música

Mary Farquharson

Silvana Estrada: “¡Y que suenen los cantos!”

Cortesía de la artista

Hace tiempo que he querido hablar con Silvana Estrada para entender quién es esta joven cancionera veracruzana que toca las cuerdas del alma y que, cada vez más famosa, no deja de ser ella misma: poeta, cantante, feminista, curandera musical.

Silvana tiene estrella. No cabe duda. Pero, para ella, la palabra estrella no se refiere al Grammy que ganó, al concierto que ofreció en Los Ángeles bajo la batuta de Gustavo Dudamel, ni a que llena foros muy grandes con un público que siempre aplaude y canta con ella. Para Silvana, estrella “siempre ha significado la guía; para mi es mi familia, las mujeres que han estado antes que yo, la herencia de información que he recibido. Esa es la estrella.”

Silvana Estrada nació en 1997 en Coatepec, Veracruz. Sus padres son lauderos y también son músicos. Ella creció en una casa con paredes tapizadas con instrumentos musicales. Su papá repara y construye chelos y contrabajos, su madre violines y violas. En esa casa musical, en medio de un campo verde, Silvana escuchaba a Mercedes Sosa y a Soledad Bravo. A los siete años, cuando sus amiguitas escuchaban pop, ella llevaba a Mercedes en su Discman, sin preocuparse por ser diferente.

Silvana nunca fue presionada para tener éxito, sino sus padres le ofrecieron la música como un lugar de gozo y de refugio, si fuera necesario. Describe esta casa como “un paraíso perdido,” ya que salió de ella a los 15 años y la extraña mucho.

Silvana crea su propia música desde muy joven. A los 18 años empezó a viajar sola con sus dos guitarras a pequeños clubs y foros, primero en México y luego en España. Me explica:

Cuando empecé a hacer canciones, aprendí a saber quién soy yo. Y crecí en el escenario, haciendo giras. Nunca sales igual de un concierto, siempre eres otra persona, siempre aprendiste algo por pequeño que sea.”

Estas giras– meses de viajar de día y tocar de noche– fueron su escuela más importante, Silvana dice. En 2017, rumbo a una tocada en Tijuana, escuchó la noticia en la radio del feminicidio de Mara Castilla que había subido a un taxi en Puebla. Mara nunca regresó a casa. Mucha gente, como todas y todos se acordarán, culpó a la víctima.

Silvana tardó mucho en responder a este doble crimen porque no quería fallar. Su canción “Si me matan”, lanzada en 2022, fue recibida como un bálsamo. Su letra, la pasión de la voz y la melodía lo convirtieron en un himno que dignifica a la mujer y puntualiza su lucha.

Aunque esta canción marcó un antes y después en la carrera profesional de Silvana, musicalmente es la continuación de lo que ella hacía antes. Sus canciones, la gran mayoría de amor y desamor, suenan tristes, pero no lo son. Silvana dice que es muy importante nombrar la tristeza y con esto empezar a construir otras posibilidades. Busca que su música sea un lugar imaginario en donde todas y todos puedan entrar y sentirse libres. Es su prioridad siempre.

Silvana tiene una sonrisa que mata; proyecta alegría y, al mismo tiempo, trabaja mucho en la música que crea. Sus canciones reflejan su personalidad: son pensadas, muy atractivas y libres de mercadotécnica. Cuida mucho sus arreglos y, cuando no toca sola con sus guitarras, la acompañan músicos de primera.

Silvana no es una cantautora, enfatiza, sino una cancionera, porque responde a la comunidad que ella construye con cuidado y sensibilidad. Silvana no es una cantante de folk, sino que deja que las tradiciones más profundas le enseñan un camino hacia lo propio. Aunque no es una jaranera, de las y los que llevan la música veracruzana por el mundo, tampoco es ajena a este movimiento de su estado natal.

Silvana toma y bebe de las tradiciones verdaderas. “Algo en la tierra me informa mucho”, me dice. Cuando creaba sus primeras canciones, ella jamás pensaba en la microfonía, sino en que su voz llegara directo a la gente. Como en un fandango. “Compongo pensando en que la voz va a estar de frente, siempre hacia adelante. Si hay guitarra bien, y si no, también.”

Canta directo a su público con una voz que desnuda y, al mismo tiempo, acaricia y construye la esperanza. Con sus juegos vocales, es capaz de evocar la Huasteca, la India y el sur de España. Esta apertura musical resuena con su propia generación, además de otras que encuentran en ella una propuesta nueva que es a la vez un puente entre países, entre tiempos pasados, presentes y futuros.

Más allá de México, el país con más presencia en la música de Silvana es Venezuela. Desde chica toca el cuatro venezolano, en vez de la jarana que, por la geografía, podría haber sido una elección más natural. El cuatro es más flexible para un repertorio amplio, aunque en su caso la decisión tiene que ver con su relación con Venezuela, con la música de Soledad Bravo y Simón Díaz, el glorioso cantante campesino cuya “Tonada de luna llena” ella interpretó a dos voces con Silvia Pérez Cruz, la primera vez que la escuché en vivo. Silvana compone con el cuatro agarrado cerca de su cuerpo; es el instrumento que la acompaña de verdad.

Cortesía de la artista

En octubre de este año, Silvana irá a Sudamérica: a Colombia, a Ecuador y por fin a Venezuela, en donde seguramente recordará a Soledad Bravo. El año pasado se presentó en Argentina y Chile, en donde rindió homenaje a Mercedes Sosa y a Violeta Parra. A estas tres guías musicales, Silvana añade a Chavela Vargas, en cuyo jardín nos encontramos para esta grata conversación. Chavela es: “la inspiración para estar más en contacto con lo mío, con mis entrañas” dice Silvana.

Atrás de nosotras, atrás de la casa en donde Discos Corasón había preparado los últimos discos y conciertos de Chavela, está Chalchihuitepetl, El Chalchi, el cerro de muchas batallas y la inspiración para Chavela cuando todavía no estaba lista para dejar la tierra. Silvana, junto con su amiga Jimena Estíbaliz, hizo una residencia en este jardín y aquí empezó a componer una canción todavía por grabarse y lanzarse a su público. En esta canción, hace la pregunta que es valiente y es optimista, sobre todo para una joven que, desgraciadamente, ha vivido la muerte violenta muy de cerca. ““¿Cómo será de bella la muerte, que nadie ha vuelto de allá? Ojalá que su nuevo disco incluya este tema y por ende el bálsamo que mucha gente necesita.

Ilustración para fanzine, Jimena Estíbaliz

Aquí un excelente podcast de Clayton Conn sobre “Si me matan”, transmitido en inglés por la BBC https://www.bbc.co.uk/sounds/play/p0hc2kqc

Gracias a María Cortina por haber hecho posible la oportunidad de grabarle en vida a Chavela Vargas y por haber creado las fiestas y comidas de tantos domingos en el mismo jardín en donde conversé con Silvana. Igualmente, gracias a la Fundación Sueño Lúcido por haber filmado y grabado esta entrevista y a Adriana Cao por haberme presentado a Silvana.

Mary Farquharson

Primero como periodista y más tarde como investigadora y promotora cultural, Mary Farquharson ha luchado por alumbrar el camino de mujeres en la música. Su lucha no es nada, sin embargo, al lado de las de las mismas artistas, quienes hablan con ella del auge actual de mujeres en los escenarios en México y el viaje nada fácil de realizar sus sueños. Mary es la co-autora, con Eduardo Llerenas, de la columna, ‘El vocho blanco’. Con la muerte de Eduardo el coche se paró, pero Casa Corason sigue hospedando a muchos músicos, especialmente a mujeres.

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