Ciudad de México | Desinformémonos. El libro «Samir sin Reversa», biografía del defensor nahua Samir Flores Soberanes escrita por Gloria Muñoz Ramírez y publicada por Desinformémonos, recibió una Mención Honórifica en la cuarta edición del Premio Breach / Valdez de Periodismo y Derechos Humanos, entregado el pasado 12 de mayo en el Museo Franz Mayer.

El reconocimiento a «Samir sin Reversa» fue entregado por el representante en México de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH), Guillermo Fernández-Maldonado, quien destacó que el trabajo refleja la situación de violencia que atraviesan los defensores del territorio en México.

La investigación biográfica sobre Samir Flores, una de las caras más visibles en la lucha contra el Proyecto Integral Morelos, asesinado el 20 de febrero de 2019 en Amilcingo, fue reconocida junto al primer lugar «Las sobrevivientes olvidadas por la justicia», de Gloria Piña; el segundo lugar «Mirar nuestra muerte, mujer perito en México», de Wendy Selene Pérez y Paula Mónaco Felipe; y la segunda Mención Honorífica otorgada al trabajo «Supervivientes de ataque con ácido en México unen fuerzas», de Ginnette Riquelme y María Verza.

El Premio Breach / Valdez fue nombrado así en honor a los periodistas Miroslava Breach, asesinada el 23 de marzo de 2017 en Chihuahua, y Javier Valdez, asesinado el 15 de mayo de 2017 en Culiacán, Sinaloa.

A continuación el discurso de Guillermo Fernández-Maldonado:

Me toca presentar la Mención Honorífica para “Samir sin Reversa” de Gloria Muñoz Ramírez. Se trata de un trabajo publicado en Desinformémonos. En cinco capítulos, Gloria narra la vida y el legado de Samir Flores Soberanes, desde su infancia hasta que perdió la vida. En los anexos además se aborda el contexto del Proyecto Integral Morelos (PIM) y cómo afecta esto a las personas y las comunidades. Es a través de los testimonios de familiares, de amistades, de compañeros de lucha, que va describiendo a este joven delgado, de baja estatura, que fue maestro, pintor, agricultor, herrero, músico, bailarín, comunicador, y ante todo fue defensor de derechos humanos. Recrea los recuerdos de lucha, de tristeza, pero también de alegría, de buenos momentos vividos con toda la gente que rodeaba Samir, que era un convencido de que la unidad de los pueblos los haría más fuertes.

Se trata de un texto ágil, donde hay muchas voces y también fotografías. Voy a citar el párrafo inicial que creo que es una descripción de quién era Samir, pero también del talante de la narración:

Samir no conocía el miedo, dice su padre Cirino Nabor Flores, a quien le hubiera gustado que lo conociera, pues así, piensa, a lo mejor estaría vivo. Sentado en el patio de su casa, habla por vez primera de su primogénito, el luchador social, organizador de pueblos y defensor del territorio asesinado el 20 de febrero de 2019. No es fácil. La voz se corta, los silencios se alargan, la vista se nubla. Una luz aparece en su rostro cuando lo recuerda de pequeño: parlanchín, preguntón, sociable, juguetón y bueno para la calle, tanto que a los cinco años ya se regresaba solo del kinder “Siervos de la Nación”, a donde sólo permitió que su mamá lo acompañara los primeros días.

Otras frases que hay que rescatar del texto son “Samir hablaba con el cielo, con los árboles, con la tierra. A veces nosotros decíamos ‘ay, está loquito’” y “Todo empezó así, con una bocina, dos bocinas, luego fueron tres, luego hicimos una torre. A manera de relajo decíamos que era una radio bocina. Esto vino a fortalecer la lucha. ¡Ya teníamos un espacio de difusión más grande! Indudablemente vino a fortalecer la lucha”; y finalmente “A Samir no lo enterramos, lo multiplicamos” y “Samir vive”.

La historia de Samir es un fiel reflejo de la situación de riesgo, de inseguridad y de violencia que viven las personas defensoras de derechos humanos. Hoy ampliamos el Acuerdo de Escazú a las personas que defienden el medio ambiente y las personas que ejercen el periodismo y defienden también.

Ante la grave situación de inseguridad y ataques violentos contra las personas defensoras de derechos humanos y que ejercer el periodismo, hoy es, más que nunca, importante reconocer públicamente su labor, así como que las autoridades adopten con un sentido de urgencia las medidas necesarias para cumplir su deber de garantizar que puedan cumplir sus tareas con plena libertad y seguridad, y redoblar los esfuerzos para que se ponga fin a la extendida impunidad sobre autores materiales e intelectuales.