Foto: María de Jesús Patricio Martínez é unha defensora polos dereitos humanos mexicana. (Pablo Santiago)
María de Jesús Patricio, mejor conocida como Marichuy, es médica tradicional de origen nahua y defensora de los derechos humanos. En 2017, fue elegida como vocera representante del CNI y precandidata de las elecciones presidenciales del 2018. Nisaguie Abril Flores es integrante de la Asamblea de los Pueblos Indígenas del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio y recientemente colaboró con la producción del documental Gente de mar y viento.
Pudimos conversar con estas dos defensoras de los derechos humanos durante su corta visita por Galicia. Me encuentro con ellas una soleada tarde de finales de octubre en el Centro Social de Bouzas. Los días anteriores ambas mujeres participaron en varios encuentros con estudiantes universitarios y diversos colectivos realizados tanto en Santiago de Compostela, como en Vigo. Llevan poco más de un mes de recorrido, el fin no se ve cerca y esa misma tarde su agenda marca un viaje hacia Barcelona.
A lo largo de la entrevista, la voz de Marichuy se rompe un par de veces como producto de varias semanas de trabajo continuo. A su lado, Nisaguie Abril Flores también se nota un poco cansada. Pero, a pesar de la larga jornada nocturna de la noche anterior y del viaje que tienen por delante, ambas me reciben con parsimonia. Su perspectiva de lucha, que se fundamenta en la creación de alianzas entre diferentes colectivos, sienta directrices alternativas para sobrepasar el realismo capitalista y los límites de las políticas de la identidad.
Un poco de memoria, luchas a escala global
El 1 de enero de 1994 fue un año histórico para la República Mexicana. El alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) cambió la perspectiva mestiza del país y visibilizó las violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos de las comunidades indígenas. Dos años después, se creó el Congreso Nacional Indígena (CNI), un espacio de organización propio de pueblos originarios, con el objetivo de fortalecer sus luchas de resistencia y rebeldía, con sus propias formas de organización.
Ahora, 27 años después del primer alzamiento y 25 años de la creación del CNI, los pueblos originarios de México vuelven a buscar cambiar la perspectiva de las luchas sociales. Esta vez, a escala global. Coincidiendo además con el 500 aniversario de la conquista de Abya Yala, el pasado mes de abril el EZLN anunció la llamada Gira por la Vida, una travesía en la que más de un centenar de representantes del EZLN y del CNI recorrerían varias ciudades europeas para visibilizar los procesos de lucha de las comunidades indígenas y crear redes con los movimientos de resistencia a la opresión neoliberal que hay a lo largo de Europa.
El 20 de junio, después de varias semanas en alta mar, llegó la embarcación bautizada como La Montaña al Puerto de Vigo con el Escuadrón 421 a bordo. Esta comisión estaba integrada por siete integrantes del EZLN, quienes recorrieron varias ciudades europeas por varios meses. Fue el 14 de septiembre del presente año que llegó al aeropuerto de Viena la comisión llamada La extemporánea, integrada por 177 personas provenientes de varias comunidades indígenas de todo México. María de Jesús Patricio y Nisaguie Abril Flores forman parte de esta “unidad de Escucha y Palabra” que continuará con el recorrido iniciado por el Escuadrón 421.
¿Cómo se constituye el CNI?, ¿qué relación mantiene con el EZLN?
María de Jesús Patricio (MA): En 1995, durante los diálogos de San Andrés, nuestros hermanos zapatistas convocaron un Foro Nacional Indígena (FNI) en Chiapas, con el objetivo de que todos los pueblos transmitieran su palabra. En ese entonces, tanto los medios de comunicación, como el Gobierno, decían que la situación de Chiapas era excepcional, que el resto de los pueblos indígenas estaban bien, que no tenían problemas. El Foro fue una respuesta a esto. Fue un movimiento estratégico por parte de nuestros hermanos zapatistas.
Al FNI llegaron la totalidad de los pueblos originarios de México. Desde el principio notamos el parecido físico. Estando ahí reunidos, empezamos a platicar. Cada quien traía su vestido, hablaba su lengua, compartía las costumbres de sus comunidades. Cuando se comenzó a conversar sobre los problemas que tenía cada comunidad, cada pueblo, resultó que eran problemáticas similares. Eran los mismos problemas que tenían nuestros hermanos de Chiapas, sólo que ellos llevaban más tiempo resistiendo. Pero eran problemas de salud, conflictos territoriales, violaciones de los derechos colectivos.
“El Gobierno está usando herramientas ‘legales ’ para justificar más el despojo a las comunidades”
Fue ese encuentro el que nos dio pie a pensar en tener un espacio propio. No una organización, sino algo que fuera un lugar en el que se diera una gran asamblea y que se sintiese como si fuese la casa de todas y todos. Entonces se forma el Congreso Nacional Indígena. Esto se concretó en un acto en la Ciudad de México, al que llegó la Comandanta Ramona a entregar una bandera de México. En ese entonces, los medios decían que los pueblos indígenas querían separarse del país, que querían crear otra nación dentro de la nación. Pero no. Exigíamos un reconocimiento colectivo, como comunidades. Al entregar la bandera, la Comandanta dejó claro que somos mexicanos y queremos seguir siendo de México, pero que queremos que nos respeten en nuestra integridad como pueblos.
El CNI integra 68 pueblos. No está la totalidad de ellos porque, a pesar de que llegaron todos a la primera convocatoria, algunos, o se fueron desligando, o solo asisten ocasionalmente a las asambleas. Los zapatistas forman parte de este espacio y gracias a ellos el CNI no ha perdido su rumbo. Nació para hacernos fuertes, defendernos y para buscar formas propias de organización desde dentro. Para ir fortaleciendo nuestra autonomía.
Una lucha presente
¿Qué sucedió con los Acuerdos de San Andrés, tanto en 1996, como en el 2000? ¿Cuál es el estado de la legislación con respecto a los derechos humanos de las comunidades indígenas en México?
MA: Después de que se aprobó la contrarreforma indígena del 2001, la llamada “Ley Cocopa”, que rasuró derechos y que no recogió el espíritu de los Acuerdos de San Andrés, quedó claro que todo iba a tomar el mismo curso y con el ánimo de seguir haciendo normas o reglamentando las que están, pero bajo esa que nació ya lesionando a los pueblos y comunidades.
Desde los pueblos, vemos que esa Ley fue la forma en la que el Poder y el Capital aseguraron el despojo hacia las comunidades; fue una preparación para echar a andar los megaproyectos. Por eso, todas las leyes que hay en realidad no protegen a las comunidades. Hay otras leyes, por ejemplo el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), número seis, que establece que todo lo que tenga que ver con las comunidades indígenas, se les tiene que consultar. Pero lo que sucede ahora es que se hacen consultas simuladas para que los proyectos salgan adelante. El Gobierno está usando esas herramientas “legales” para justificar más el despojo a las comunidades.
López Obrador no representó un cambio, dio continuidad a los megaproyectos. No importa de qué partido sea quien esté en el Gobierno. En el fondo continúan en el poder los mismos políticos, solo se cambiaron de partido
Entonces, ¿actualmente no hay un diálogo real entre Gobierno actual y las comunidades indígenas?, ¿el Gobierno de López Obrador no ha representado un cambio con respecto a los gobiernos pasados?
Nisaguie Flores (NF): No. No ha cambiado. Por el contrario, los despojos se han agudizado. Porque con este “nuevo Gobierno”, que se dice llamar de izquierda o “de los pueblos”, han avanzado muchos proyectos que habían estado detenidos en los sexenios anteriores, lo que no quiere decir que en esos periodos estuviésemos bien. Pienso que este cambio de Gobierno fue estratégico. En México había demasiada inconformidad y descontento y ¿cómo puedes detenerlo?, pues colocando a alguien que, supuestamente, va a beneficiar al pueblo. Pero no. En ningún momento este Gobierno ha tomado en serio a las comunidades indígenas. No respeta nuestras formas de organización. López Obrador no representó un cambio, dio continuidad a los megaproyectos. Ya desde la campaña electoral dijo que no iban a detenerlos. No importa de qué partido sea quien esté en el Gobierno. En el fondo continúan en el poder los mismos políticos, solo se cambiaron de partido.
En el 2016 se aprobó la creación el Consejo Indígena de Gobierno (CIG). ¿Surge como propuesta para participar en la campaña de las elecciones presidenciales del 2018?
MA: Este es otro tema que surgió cuando el CNI cumplió 20 años de haberse constituido. Cuando celebrábamos el quinto Congreso, se hizo una revisión para analizar nuestra trayectoria y la situación de nuestras comunidades. La conclusión fue que las circunstancias eran más complicadas. A 20 años de caminar juntos, había más despojos, más encarcelamientos, y ahora se agregaba como amenaza el crimen organizado, que estaba presente justo en los lugares en los que se estaban implementando los megaproyectos. Llegaban, asustaban a la población e impedían que las integrantes de las comunidades se organizaran. Por eso dijimos: no podemos hacer un pronunciamiento más, igual a los que emitimos en los otros encuentros. Me acuerdo de que nuestros hermanos zapatistas dijeron: tiene que haber algo más fuerte, algo que vuelva a sacudir al país y que haga visible que los pueblos están sufriendo, que los están masacrando.
“Buscamos organizarnos y tejer redes para poder accionar contra el despojo que vivimos en todo el mundo”
Fue entonces que nuestros hermanos zapatistas propusieron participar en las elecciones presidenciales 2017-2018. Creemos que fue algo muy atinado. Teníamos claro que el objetivo era visibilizar los problemas de nuestras comunidades y poder recorrer el país para invitar a la gente a construir otra forma de gobernar. Entonces dijimos: vamos a jugar con sus mismas herramientas, pero nosotros vamos a llevar otros objetivos. Por eso se participó con un CIG, que iba a ser integrado por concejales y concejalas que iban a hacer una propuesta de gobierno. Al final, participar en este proceso electoral nos dio la oportunidad de recorrer el país y escuchar los problemas. Por eso, a pesar de que no logramos las firmas necesarias para estar en una boleta, el CIG terminó más fortalecido. El hecho de haber podido salir a plantear que tenemos que buscar otra forma de organización, no acatarnos a la que nos han impuesto. En ese proceso también nos dimos cuenta de hasta qué punto los medios de comunicación están de acuerdo con todo lo que plantean desde arriba, porque eran principalmente ellos quienes, en lugar de apoyar y preguntar sobre los problemas de las comunidades indígenas, preguntaban tonterías que desviaban la atención.
Tejer redes de lucha
¿Cuál fue el resultado de la campaña electoral?, ¿cambió tu perspectiva del país y del estado de las comunidades indígenas?
(MA): Recuerdo que, al iniciar eran 70 concejales y, al finalizar, eran 157 hombres y mujeres que logramos conformar el Consejo. Pero lo que sacamos de ese recorrido fue ver que los problemas de los que se hablaban en las asambleas del CNI, sí estaban sucediendo en los pueblos. Y que no solamente eran problemáticas de los pueblos originarios. También caminamos en barrios, colonias y ciudades. Hablamos con estudiantes, mujeres y otros colectivos. Nos dimos cuenta que, donde fuera que teníamos oportunidad de escuchar a las personas, los problemas eran similares. Todo eso nos hizo hacer un mapeo de cómo está México. Vimos y concertamos que el despojo que vivimos en nuestros pueblos y comunidades, se lleva también en barrios, colonias, escuelas… Escuchamos a algunos estudiantes de varias universidades y los problemas que planteaban tenían que ver con el avance del capitalismo que implica un despojo individual y colectivo. Nos quedó más claro que existía la necesidad de tejer las luchas del campo y la ciudad, de jóvenes, de mujeres… de todos quienes resisten de alguna forma este despojo del capitalismo. Porque no solamente planteaban los problemas, sino que planteaban su proceso de resistencia. Eso nos pareció muy importante porque no importa si eran movimientos grandes o pequeños, son luchas que se están dando en contra de las condiciones impuestas. Eso nos hacía iguales. Los problemas de los pueblos ya no son solo de los pueblos originarios, son más generales. Con esto nos quedó claro que nuestra lucha no es solamente nuestra. Si nos están afectando a todos por igual, hay que encontrar otras formas de relacionarnos, de tejernos y de caminar juntas y juntos para ir haciendo algo fuerte desde abajo. Hablo de algo que no cabe en las urnas electorales. Se tiene que ir más allá.
¿Qué esperan de Europa hoy?, ¿cuál es el objetivo de esta gira?
El propósito está en el mismo nombre: Gira por la vida. Porque creemos que la única forma de luchar es defendiendo la vida y la única manera de hacerlo es organizándonos. Buscamos organizarnos y tejer redes para poder accionar contra este despojo que estamos viviendo, porque no solamente lo vivimos en México, sino que lo vivimos en todo el mundo y eso es lo que hemos estado viendo en los distintos países a los que hemos ido. Hemos conocido sus despojos: aquí en Galicia, por ejemplo, se lucha en contra de las empresas mineras; en Austria, en contra de la construcción de una autopista y contra parques eólicos. En Europa también hay movimientos de resistencia y para nosotras es importante conocerlos. No es lo mismo escuchar sobre ello desde México.
“Llámese como se llame el megaproyecto, lo que está detrás es el capitalismo voraz que quiere acabar con nosotras las comunidades indígenas que somos quienes impedimos esto”
Lo importante es verlo directamente y poder articular estas luchas que coinciden y que son como un reflejo unas de las otras. Quizás en Latinoamérica son luchas más complicadas porque se enfrentan a otro grado de violencia y agresión, pero, de una u otra forma, estamos en la misma lucha contra un enemigo en común, que es este sistema capitalista y patriarcal, cuyo único interés es expropiar los bienes naturales sin importarle quién esté ahí. Le importa más el dinero que la misma vida. El propósito es ese: estar aquí, conocernos, articular y aprender. Aprendemos de ambos lados. Y lo que nos pueda servir, lo ocuparemos en nuestras respectivas luchas.
¿Qué opinan del recibimiento y el interés europeo en sus proyectos?
MA: Hemos visto que hay bastante entusiasmo. A pesar de no conocernos, han sido muy amables al darnos algo que comer y un lugar donde dormir. Para nosotras eso ya es mucho porque venimos a invadir (risas). Sobre todo, nos están mostrando cómo el capitalismo está lesionando este continente. Antes de viajar, pensábamos que en los “países desarrollados” no sufrían como nosotros en México. Pero, ya aquí, nos damos cuenta que era una idea errónea. Hay organizaciones de personas jóvenes, de mujeres, de campesinado que está desarrollando proyectos para recuperar la tierra. Y nos parece importante que nos compartan sus formas de organización porque quizás podamos llevarlas a México para reforzar lo que ya se ha construido allá. Nosotras ya nos damos por bien servidas con el compartir estas experiencias
Ante la violencia, las desapariciones y demás prácticas represivas, ¿cómo seguir defendiendo la vida?
N: La única forma es organizándonos. Lo que venimos a compartir en esta gira son nuestras formas de organizarnos. Y vemos que la única vía es esa: la organización desde abajo, desde las comunidades, desde la toma de decisiones de todos los pueblos y de quienes estemos luchando por la vida. Esa creo yo que es la única forma de poder sobrellevar toda la violencia que estamos viviendo como comunidades indígenas. Desde hace mucho tiempo nos hemos organizado a través de asambleas en las que cada quien tiene la oportunidad y el derecho de hablar. No podemos hacerlo solos. Y por eso es necesario crear redes de apoyo para fortalecernos a pesar de que estemos en geografías separadas.
Megaproyectos contra las comunidades
Nisaguie, tú trabajas por visibilizar las reivindicaciones de dos pueblos del Istmo de Tehuantepec ¿a qué amenazas se enfrenta esta zona de Oaxaca actualmente?
N: La región del istmo, es una región que ha estado señalada por el Gobierno desde hace mucho tiempo como un punto estratégico, porque está en la parte más estrecha de México, que conecta con dos océanos, el Atlántico y el Pacífico. Por eso, desde hace mucho tiempo es una zona que ha estado en disputa. Actualmente hay un proyecto llamado “El Corredor Interoceánico”, que en realidad es un paquete de proyectos que se conectan con el Proyecto Integral Morelos y con el mal llamado Tren Maya. A su vez, implicará la construcción de maquiladoras, gaseoductos, minas y más proyectos energéticos. También quieren hacer un canal seco, como el que hay en Panamá. Este último, ha cambado de nombre con cada sexenio, pero el proyecto es el mismo. El objetivo de este canal seco es reducir el tiempo de traslado de las mercancías. Sería mucho más rápido que el de Panamá.
México tiene 32 parques eólicos distribuidos en varios estados. La mayoría están en Oaxaca. Hay 29. En total son 2,100 aerogeneradores distribuidos en aproximadamente 50 mil hectáreas. Estamos luchando contra muchas cosas. Pero todo esto no solamente se da en la región de istmo, está pasando en todo México. Cada pueblo está luchando contra una empresa o un megaproyecto que está despojando a las comunidades. Hay comunidades que incluso han sido desplazadas y han tenido que migrar a la Ciudad de México, donde han tenido que enfrentar otros procesos de lucha. Por ejemplo, los Yaquis, en el norte del país, están luchando contra un basurero clandestino.
“Si las normas y los procedimientos establecidos por el Estado están lesionando a quienes estamos abajo, hay que construir otros que realmente garanticen la vida de todas”
Hay otros pueblos luchando contra la imposición de los monocultivos de aguacate, negocio que está totalmente controlado por el narcotráfico. Son muchísimas luchas. De hecho, si tú buscas el mapa de la minería en México, verás que todo el territorio está concesionado a minerías. Es decir que prácticamente nos quieren exterminar. Quieren sacar todos los bienes del territorio. Llámese como se llame la empresa o el megaproyecto, el que está detrás sigue siendo el capitalismo voraz que quiere acabar con nosotros y quienes impedimos esto somos las comunidades indígenas. Es por eso que nos desaparecen y nos asesinan.
Sabemos que con todos estos megaproyectos viene también el narcotráfico, la militarización, lo que a su vez aumenta los feminicidios, la trata de mujeres, de órganos… Suena muy feo, pero, a pesar de todo eso, en cada comunidad nos estamos organizando para poder crear nuestros procesos de autonomía. No tenemos los años de lucha ni la capacidad que tienen nuestros hermanos zapatistas, pero tratamos de hacerlo a nuestras formas desde nuestros propios contextos.
A nivel mediático, poco se habló de las implicaciones del narcotráfico en las comunidades indígenas. ¿Cómo ha permeado la guerra y cómo gestionan esa lucha?
MA: Nis hablaba de un paquete de proyectos y yo pienso, más bien, que es un paquete de herramientas de represión que está usando el gobierno, al que le llamamos “narcoestado”, porque brinda impunidad y permite que estos grupos delictivos transiten libremente, especialmente donde se están implementando los diferentes megaproyectos. El problema se ha agudizado en el sur con el Proyecto Integral Morelos. Llegan grupos del crimen organizados a todos los pueblos de México en donde hay resistencia, donde se estén organizando para detener cualquier proyecto que atente contra la vida de las comunidades. Eso con el fin de impedir la organización. Precisamente estos grupos están ahí para fortalecer y asegurar la imposición de los megaproyectos. Ante eso, a los pueblos no les queda otra alternativa que fortalecer su propia seguridad, porque ya no hay confianza en la policía, el ejército o la marina. Donde se supone que se colocan para cuidarnos, son ellos quienes están en contacto con los grupos delictivos, con quienes asesinan y desaparecen activistas.
¿La presencia policial y militar en las comunidades aumentó?
Se está desplazando. Andrés Manuel López Obrador dijo que iba a sacar el ejército de las calles y no es así. Ahora las comunidades están tomando en sus manos su seguridad creando su propio consejo de seguridad. Son policías que la misma asamblea les asigna la tarea de cuidar a las personas y está pendiente de que los guardias caminen correctamente y que no se los recluten los grupos del crimen organizado. Entonces esto demuestra que la única opción es que nosotros mismos nos organicemos. Aunque diga el gobierno que estas medidas son ilegales, lo que se está haciendo es retomar los mecanismos de seguridad que tenían originalmente las comunidades y que se fueron perdiendo porque se introdujeron mecanismos ajenos, que son precisamente los que han lesionado a los pueblos.
“López Obrador dijo que iba a sacar el ejército de las calles y no es así. Ahora las comunidades están tomando en sus manos su seguridad creando su propio consejo de seguridad. Son policías que la misma asamblea les asigna la tarea de cuidar a las personas”
Por eso decimos que hay que buscar otras formas, se trata inventar. Si las normas y los procedimientos establecidos por el Estado están lesionando a quienes estamos abajo, hay que construir otros que realmente garanticen la vida de todas porque si no, vamos a seguir acatando lo que nos imponen, que ya vimos que no favorece la vida.
Mencionabas antes los problemas con los medios de comunicación respecto a la visibilización de los procesos de resistencia. ¿Cómo afrontan este problema?
Las comunidades y los medios libres están usando sus propias herramientas para poder difundir los problemas que hay. En este contexto han sido importantes los aliados y aliadas que nos hemos ido encontrando en el camino para difundir cómo se vive la situación en nuestras comunidades, porque los medios de comunicación no hablan de nada de lo que sucede en ellas. Eso también generó que las propias comunidades creen sus propias radios, sus propios medios para comunicar lo que está sucediendo. Actualmente, los medios oficiales, cuando hablan de Michoacán, Chiapas, Guerrero, sólo hablan de narcotráfico, desaparecidos, muertos… ha etiquetado regiones. Entonces lo que están buscando las comunidades es comunicar que son mucho más que eso. Mostrar que son comunidades que tienen una historia y tienen una forma de vida.
Sus reivindicaciones tienen muchos frentes. La lucha en defensa de la Tierra, la defensa de la autonomía y los derechos de los pueblos indígenas, la lucha decolonial, anti patriarcal y la anticapitalista. ¿Cómo los articulan?
MA: Lo que vemos es que tenemos un gran enemigo en común, que es el capitalismo, que tiene diferentes formas de despojarnos. Yo creo que las luchas que se llevan en diferentes geografías de México y el mundo van encaminadas a lo mismo: a ir derrumbando el sistema capitalista. Eso nos impulsa con más energía a buscar aliados. No es una sola lucha. No es sólo la lucha de los pueblos, hay luchas de mujeres, hay hermanas y hermanos que han emigrado y que están luchando donde están, luchas de trabajadores del campo y la ciudad. Se trata de ver cómo ir tejiendo esas redes desde lo que somos y desde donde estamos cada quien. Y hacerlo desde abajo.
Son varias luchas y la nuestra no es más importante. Todas son importantes y necesarias. Ya sean grandes o pequeñas, entre todas esas resistencias, es que podemos hacer algo y combatir el sistema capitalista que nos está acabando de forma separada. De ahí la importancia de tejernos y fortalecernos. Si no, es dejarles el camino fácil para que continúen decidiendo sobre nosotros y seguir despojando y masacrando. En los pueblos, nosotros decimos que hay un llamado de la Madre Tierra ante todo este calentamiento global diciéndonos: hagan algo, no me dejen sola. Entonces por eso, como pueblo, decimos que nuestra lucha es por la vida. Y una vida que no solo sea la nuestra, sino la de todos.
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