Manifestaciones desde Tenochtitlán a la Cordillera de los Andes

Cristian Aravena

El octubre de Chile II

Manifestaciones desde Tenochtitlán a la Cordillera de los Andes: ¡Fuera militares de las calles de Chile!

El domingo 20 de octubre nos reunimos en el zócalo de la Ciudad de México en una concentración en apoyo al pueblo chileno que se encuentra en estado de emergencia, se estaba por vivir la segunda noche de toque de queda. Era el último día de la Feria Internacional del Libro, FIL Zócalo 2019, y aprovechamos la lumbrera para recurrir a la inmensa e histórica solidaridad del pueblo mexicano con nosotras/os.

La jornada autoconvocada inició antes de las 14 horas, pintamos mantas y pancartas en apoyo al pueblo chileno que desde el viernes se encuentra con militares en las calles invocados por la imposibilidad política del gobierno de derecha de Sebastián Piñera frente al conflicto social.

Los discursos y las consignas eran comunes a las del Cono Sur, sin escribir las necesarias groserías plasmadas, pedían la salida de los militares de las calles, la renuncia del presidente chileno y echar abajo por completo la constitución de Pinochet, avalada por todos los gobiernos posdictatoriales.

Otro de los principales puntos que se tomó el micrófono y las conversaciones fue el cómo contrarrestar la campaña del terror que han emprendido los medios de comunicación hegemónicos en Chile y que salen al extranjero. Como es común, los medios iniciaron una campaña de criminalización de la protesta grosera y repetitiva, pero muy efectiva. Para quienes nos manifestamos en las calles desde el 2006 sabemos que no es ninguna novedad, pero el asunto preocupante es que están responsabilizando al propio pueblo de la violencia suscitada, sin querer mostrar el verdadero fondo del conflicto. La estrategia es que entre civiles comience un descrédito, un amedrentamiento y construir un relato de una violencia desorganizada para justificar lo injustificable: militares y masacres de las que el pueblo chileno y nuestros propios cuerpos saben bien.

Pero las imágenes que compartían amigas/os, familiares y nuestros círculos eran otras, frente a este apocalipsis mediático, las llamas de las barricadas se encendieron con los productos del neoliberalismo contemporáneo, con pantallas de plasma por ejemplo, y dejaban perplejos a quienes estaban ahí y a los del otro lado de la pantalla.

Es que vamos por algo más allá que los 30 pesos del costo del transporte. Parece que a los medios (y a sus patrones) se les olvidó que las farmacias nos saquearon sistemáticamente y ¿pensaron que la rabia por ver morir a las/los nuestros se nos iba a pasar así como así? Nosotras/os recibimos balazos mientras el castigo para muchas de estas mega empresas fue recibir clases de ética y multas ridículas.

Y es que después de lo que ha sucedido en Chile, durante el fin de semana, ya no podíamos seguir solas en nuestras casas escuchando los relatos fragmentados de irrupciones militares a las casas de nuestros barrios, no podemos con los videos con milicos trotando por las calles de Chile con la bota trauma que cargamos hace décadas. Agarramos las consignas y salimos a repicar las ollas vacías que, insisto, son la alegoría de lo que significa este vacío provocado por el despojo que ese país vive hace décadas, recordemos la consigna “No son $30, son 30 años” y más.

Es que en el común de las y los chilenos la defensa al patronazgo y al dueño del fundo fue una marca fuerte hasta estos días. El descaro con el que nos robaron fue tan sistemático y cotidiano que ni limpiarnos el culo tranquilas pudimos sin que ellos nos robaran (revisar la imagen, un peso mx equivale a casi 38 pesos cl). Evasiones fiscales multimillonarias de empresas de salud, de retail, de alimentos (pollos), incluso el mismo presidente evadió el pago de impuestos de una de sus propiedades de veraneo.

Pero pareciera que desde el jueves dejamos atrás esa defensa acérrima al patrón y esa amnesia particular de la que adolecíamos frente al robo sistemático que nos han hecho. La estrategia del poder fue en primera instancia ridiculizar, luego el presidente quiso invisivilizar todo. Confundió al estudiante endeudado por 20 años (que tiene una abuela sin salud, con pensión de miseria y con padres que deben trabajar más allá de su edad de jubilación) con un delincuente. Es que ellos, el presidente con sus amigos, con sus compañeros, colegas y familias (Bachelet y Piñera veranean juntos) se tomaron muy bien de ese viejo tema de la lucha de clases. Se reconocieron, se blindaron y como tal se volvieron “impenetrables”. Y ese país fue perfecto para sus negocios. “Un oasis” decía Sebastián Piñera hace unas semanas, pero se les secó. Se lo secamos.

Pero hay que poner el cuerpo y estar. Allá y acá. En la micro política del barrio, de la pobla, del colegio, del liceo, la universidad, de los vecinos, y en la macro, en tanto nos compete. ¿Por qué? Porque el poder de turno quiere que le tengamos miedo a la vecina/o, le convienen los saqueos. Los aparatos represores del Estado (aparte de los montajes) han dejado operar la violencia a diestra y siniestra contra el pueblo, más no contra la empresa, eso jamás. Y sí, hay que asumir. Es real que el lumpen existe y que una de las mejores estrategias de la dictadura y de sus continuadores fue dividir, despolitizar y enajenar al pueblo unido [que] jamás ser[í]á vencido. En muchas de nuestras poblaciones (barrios) se replica la lógica de las estructuras de poder, el robo también ha servido para sobrevivir y obtener lo que el mercado ofrece con lujuria. Pero también sabemos reconocer y accionar contra los caseros (quienes le roban a su propio barrio) y con organización popular podemos contrarrestar mucha de esa violencia. Ya comenzaron a organizarse las primera ollas populares, vecinxs en los barrios están organizando jornadas de cuidado (no confundir con linchamientos fachos) de sus vecindarios, acciones que se suman a la movilización callejera y al llamado a paralización de funciones de los portuarios y los mineros. Que le quede claro al gobierno: la violencia no es un privilegio del Estado, ni de las clases altas, también se disputa.

El presidente chileno dijo anoche que “estamos en guerra contra un enemigo peligroso”. Le recordamos que no tenemos mucho qué hacer frente a un fusil, por lo tanto a su guerra le falta un bando. Y por último mis vecinos, compañeros y colegas no son mi enemigo, entonces al menos yo y nosotras no estamos en guerra contra nosotras, sino contra el poder que nos ha saqueado históricamente todo, hasta el miedo.

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