Las mil y un Noritas

Luciano Colla | Entrevista a Gerardo Szalkowicz |

A los 94 años murió Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo, mujer coherente, madre de Gustavo desaparecido por la dictadura militar el 15 de abril de 1977, a quien buscó hasta el último día. En conmemoración, compartimos este texto publicado en junio de 2023 en la Revista Livertá!

Cuando Nora entra en la sala hay un breve silencio, casi imperceptible. Como una suerte de desconcierto que apenas dura menos de un segundo. Un lapso entre las conversaciones que se van callando y las sorpresas que se mezclan con aplausos cada vez más estridentes. Casi como sin entender después de tanto tiempo por qué genera lo que genera, Nora camina hacia el frente con algo de timidez. A su lado la acompaña el periodista y escritor Gerardo Szalkowicz, como en todas las presentaciones del libro, en cada rincón del país. Frente al público presente, ahora sí, toma asiento y saluda sonriendo.

El libro en cuestión es Norita, la Madre de todas las batallas. Una biografía sobre su vida que, cuando le propusieron comenzarla, a ella «le pareció demasiado», «como algo exagerado». En pocas palabras, dijo no creer que pudiera contar cosas muy iluminadas. Quizás un poco por esto, Nora comienza la charla hablando casi con pudor. Lo que vendría por delante sería un extenso monólogo repleto de historias de vida y memoria, breves anécdotas que Gerardo iría intercalando entre sus recuerdos, merecidos agradecimientos o preguntas del público.

Luego de unas horas que serán difíciles de olvidar para cualquiera, cientos de fotos y una larga fila que Nora aguarda con una paciencia estoica para firmar todos los libros que le acercan, charlamos mano a mano con Gerardo sobre cómo fue escribir una biografía sobre una Madre, conocerla desde adentro y -dato no menor- aprender a seguirle los pasos a una mujer que, con 93 años, no se toma nunca una pausa.

Nora cortando la torta de su casamiento junto a su marido.

– Empezás el prólogo diciendo «Norita es pedagogía del ejemplo». Antes de comenzar con el proyecto, cuando estabas solo con la idea, ¿cómo pensaste que iba a ser escribir un libro sobre una mujer que se supo ganar un calificativo de esa magnitud?

– Me imaginé que no iba a ser sencillo, por la dimensión del personaje. Es una historia demasiado apasionante y muy compleja. La pedagogía del ejemplo tiene que ver con la que quizás es una de sus principales virtudes: no nos dice lo que tenemos que hacer, nos lo muestra con su práctica consecuente. Poniendo el cuerpo. Creo que es alguien extraordinario que no nos mira desde arriba, sino que utiliza sus virtudes para el bien colectivo, para motivarnos a ser mejores personas, para contagiarnos.

Cuando comencé, supe que no iba a ser algo fácil, pero Nora tiene esa calidez humana impresionante que hizo que todo fuera mucho más llevadero, ameno, incluso divertido. Que se haya copado con el proyecto también hizo un montón a simplificar esa tarea titánica que era reconstruir la vida de una mujer que está hace 45 años caminando en las calles, no solo de nuestro país, sino de todo el mundo. Que tiene una vida tan rica y tan multifacética a la vez.

– ¿Cómo fue llevarle la propuesta?

– Al principio, cuando le contamos la idea, nos dijo que no. Que le parecía demasiado hacer un libro sobre ella y que, además, no quería opacar al resto de las Madres. Es alguien que, a pesar de que para mucha gente es la principal referencia política y ética que hay en el país, lo lleva con una humildad impresionante. Ya en ese primer encuentro nos mostró esa sencillez y esa lucidez política para entender que toda lucha es colectiva. Su capacidad de escuchar y además de disfrutarlo -que es otra de sus principales virtudes-, y también para cambiar de opinión, incluso.

Al final la convencimos de que estaba bueno que pudiéramos reconstruir su historia, principalmente, para las pibas y los pibes. Después vino la tarea titánica de acompañarla para todos lados. Seguirle el tren a una persona que va a tres o cuatro actividades por día y poder sentarla un rato fue difícil. Entre que sonaba un teléfono y otro, el celular y el de línea, más o menos pudimos tener esas charlas profundas donde fue reconstruyendo su vida. Gracias a que ella se enganchó con el proyecto después ya todo fluyó mucho más sencillo.

Gerardo Szalkowicz.

– Entonces se podría decir que la preparación y la investigación fueron de la mano…

– Sí, lo fuimos haciendo entre los dos. Digamos que en todo momento dirigió el proyecto y lo fue coordinando. Al principio me puso dos condiciones: quería que pudiéramos, además de contar su vida, reconstruir la historia de su hijo Gustavo y la de las Madres. Creo que eso fue un acierto, poder rescatar la semblanza militante de su hijo -y, en él, la de los y las 30.000- y la historia colectiva del movimiento de los Madres, que siempre es bueno seguir difundiendo para las nuevas generaciones.

En el libro vamos narrando, a partir de su vida, el contexto de cada momento histórico. Y eso ella lo fue monitoreando y lo fue corrigiendo. Fue muy placentero que quedara totalmente aprobado, dirigido y editado por ella, y con un epílogo donde plasma en primera persona su legado.

Nora y Gerardo durante una presentación del libro.

– En un momento decís que existen «mil Noritas». ¿Cómo se resume a Nora, su vida y sus luchas, en un libro?

– Lo que armamos fue un recorte, lo más integral posible, de estas mil Noritas. Dividimos el libro en  cinco nacimientos y, a partir de esa estructura, lo fuimos construyendo.

Primero, su nacimiento biológico: toda su infancia, su juventud, su vida como madre y ama de casa tradicional. Su segundo nacimiento, que es cuando desaparece Gustavo y ella tiene una metamorfosis, un giro de 180 grados, saliendo a la calle. Tercero: el nacimiento de las Madres como movimiento colectivo. Un cuarto nacimiento, que es la transformación de ser una Madre de Plaza de Mayo a ser lo que llamamos «la Madre de todas las batallas», a adquirir esa conciencia integral de la lucha y a canalizar esa impronta guevarista de sentir en lo más hondo cualquier injusticia, contra cualquiera y en cualquier lado del mundo. Este último paso creo que es el que la distingue hoy por hoy: el hecho no solamente de seguir peleando por la búsqueda de justicia, por su hijo, por los y las 30.000 y por la memoria y la verdad de la justicia, sino de abrazar todas las causas justas del planeta. Y el quinto nacimiento, que lo escribe Claudia Korol, que es su nacimiento como feminista, donde narramos cómo ella fue adquiriendo estas características a pesar de su edad y de lo complejo que ha sido al haber siempre vivido desde chica en un lugar machista y con un marido machista. Creo que ella, en este momento, es un puente entre esas heroínas del pañuelo blanco y la revolución de la marea verde. Así que lo armamos en esas cinco partes, esos cinco nacimientos, para dar cuenta de estas complejidades de las mil Noritas.

Demanda a favor de la legalización del divorcio vincular realizada por Nora Cortiñas. Año 1984.

– Y el trabajo no terminó cuando el libro se publicó, sino que podríamos decir que más bien empezó su camino. ¿Cómo es salir a recorrer distintos rincones del país juntos, presentarlos, llevar su palabra y su historia?

– El libro en realidad es en parte una excusa para homenajearla, para agradecerle un poquito de lo que ella da todos los días a todo el mundo. Es una oportunidad para abrazarla. Y las presentaciones del libro se han transformado en eso. Ya hemos hecho más de 30 por todo el país y cada lugar al que vamos es impresionante el amor que recibe. Como digo, en realidad las presentaciones también son una excusa para poder generar esos espacios donde la gente la pueda escuchar, le pueda preguntar. Y creo que eso es algo súper importante, porque esa vitalidad que uno le ve, que sigue de acá para allá a sus 93 años, tiene mucho que ver con el amor que recibe. Esos encuentros donde la gente le transmite su devoción son, además, un combustible que la llena de energía para seguir andando.

Nora junto a sus dos hijos, Gustavo y Marcelo.

– Más allá de las características que popularmente se conocen sobre Nora, desde adentro, ¿hay algo que mientras le ibas dando forma al libro te haya sorprendido? ¿Hay más Nora Cortiñas de la que vemos?

– Creo que lo que más me sorprendió es su calidez humana. Es una persona muy generosa, muy cariñosa, muy sencilla. La verdad es que es la misma y es siempre auténtica, tanto hablando para miles de personas como tomando mates en la casa. No se la cree ni ahí. Y, sobre todo, es una persona que está siempre pendiente del bienestar del otro y de la otra. Esa generosidad que se ve en las luchas, pero que también se ve en el día a día. El estar pendiente de todo el mundo. Creo que ahí es quizás donde más me sorprendió este ser extraordinario que uno ve públicamente, esa luchadora incansable, consecuente, pero que además en el cotidiano y en lo doméstico lo demuestra con cada gesto, todo el tiempo. Incluso con un sentido del humor admirable, esa capacidad que tiene para esquivarle a la amargura y para defender la alegría como una trinchera, como decía Benedetti.

Ustedes lo han visto en la presentación, cómo de repente se emociona hasta las lágrimas por esa angustia, una angustia que va a llevar siempre consigo, pero después te cuenta una anécdota y se ríe de sí misma. Por eso a veces digo que es la madre de todas las batallas y, al mismo tiempo, la madre de todas las sonrisas.

Nora durante su vistita a Leyla Güven, diputada kurda que se encontraba en huelga de hambre.

– Y, pese a que sos bastante más joven, tuviste que aprender a seguirla…

– No, imposible seguirle el tren. Uno a veces la acompaña un día y ya a la segunda o tercera actividad no puede más y ella sigue y sigue. No solo tiene una vitalidad admirable, sino también un gran apoyo de la familia, de las compañeras y, como ella siempre dice, el amor por su hijo que es el motor de su vida.

– Al reconstruir su historia y la de las Madres, ¿creés que se puede abrir una puerta para establecer un puente con los más jóvenes, con las nuevas generaciones que se acercan a la historia desde otro lugar?

– Sí, obviamente, fue uno de los objetivos. Poder aportar un material -como tantos otros que hay, y como otros que se van generando- para seguir manteniendo viva esa llama de la búsqueda de memoria, verdad y justicia. Y, principalmente, como decís, para los pibes y las pibas de hoy que no han vivido esos tiempos y les queda más lejana toda la historia del terrorismo de Estado. Que no es solo una historia del pasado, porque, además de dejar graves consecuencias y secuelas en nuestro pueblo, la dictadura vino para implantar un modelo económico que se instaló con los milicos y que hoy en día seguimos sufriendo.

Por eso es importante que surjan distintos materiales sobre las Madres, sus hijos y sus nietes, o como la película Argentina 1985, que también aporta a poner en la agenda estos temas. Sobre todo cuando avanzan los discursos negacionistas y de odio, en nuestro país y en todo el mundo. Es necesario pelear en esa batalla de sentido y Norita es una de las principales batalladoras en contra de eso. Es el principal puente entre esas luchas, las luchas de hoy y la búsqueda de transformación del futuro. Y verla con el pañuelo blanco en la cabeza y el pañuelo verde en su mano izquierda sintetiza ese puente y esa necesidad de llevar a los más jóvenes a nuestra historia y nuestras luchas actuales.

Publicado originalmente en Livertá!

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