La alegría y emoción que hoy sentimos se expresa en abrazos, en gestos de reconocimiento a las ancestras, a las y les pibxs, a nosotras todas, a nosotres.

El feminismo se enternece sin perder la dureza jamás con la mafia antiderechos. Pero se enternece entre nosotras, quienes podemos tener miles de diferencias pero somos concientes que la marea verde no empieza ni termina con una ley, por más deseada y peleada que sea, sino que tiene que inundar todos los espacios para seguir siendo revolución feminista antipatriarcal, antirracista, anticolonial, anticapitalista.

Al sentirnos seguras de nuestro poder feminista y popular, logramos sentir nuestro compromiso colectivo y dejar al costado muchas broncas y maltratos innecesarios que nos hacen doler y que nos debilitan colectiva e individualmente. Esas peleas y agresiones tal vez son modos de expresar el desencanto y la impotencia en un tiempo que fue muy duro.

Mi deseo para los tiempos que vengan, en todos los calendarios, es que sepamos atesorar esta alegre rebeldía y con ella nos volvamos mas capaces de cambiar al mundo todos los días. Que nuestra venganza por todos los golpes y dolores sufridos sea atrevernos a ser felices.