La encrucijada catalana y las posibilidades de independencia

Redacción Desinformémonos

La Asamblea de la CUP que tuvo lugar el domingo 27 en la Pista de Atletismo de Sabadell mantuvo al mundo entero en vilo: debía decidir si la candidatura de la izquierda independentista investiría o no al candidato de la derecha independentista catalana Artur Mas.

La lectura que proponía el diario.es mostraba una encrucijada: “la organización está fracturada entre quienes consideran que el pacto con Junts pel Sí, la organización que lleva a Mas, acerca la independencia y quienes creen que con Mas será imposible convencer a importantes capas sociales claves para superar el 50% de los apoyos necesarios.»

Más de 3 mil personas militantes de la CUP y provenientes de movimientos sociales afines votaron en una asamblea para definir la candidatura, pero sobre todo, cuál sería el papel de la organización anticapitalista frente a una España vacía de poder.

Después de tres rondas de votos, la asamblea terminó empatada en 1515 votos para cada una de las propuestas.

El politólogo alemán Raúl Zelik explica que “la decisión fue (y sigue siendo) tan difícil, porque los argumentos de ambos bandos son bastante razonables”. Por un lado, quienes iban tras Mas, entienden que “existen fundamentos para un gobierno transicional en Catalunya”, por medio del cual se conforme la República Catalana y su correspondiente proceso constituyente, un programa social de 270 millones de euros y lo más importante, se de una ruptura con el gobierno central español. Pero a la vez, recuerda el politólogo, que la campaña electoral de la CUP se apoyaba en la no-investidura de Mas.

“Hay un argumento clave para inclinarse finalmente por el SÍ. La izquierda estatal (tanto Podemos como Izquierda Unida) siempre ha afirmado que un voto por Mas sería pequeño-burgués y reformista. Nada más falso. El NO llevaría a elecciones en marzo y es cierto que las izquierdas alternativas (En Comú Podem y CUP) quizás podrían convertirse en una fuerza política central. Pero también es cierto que una alianza progresista nunca tendría mayoría. Así se perdería la oportunidad histórica de romper el régimen (posfranquista) del ’78 en su eslabón más débil.”

Antes del 10 de Enero los Países Catalanes  tiene que investir a un nuevo presidente. De lo contrario, las cámaras elegidas en las últimas elecciones se disuelven y deben llamarse a nuevas elecciones autonómicas.

Foto: Sandra Lázaro / eldiario.es

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