• Home
  • méxico
  • La búsqueda de desaparecidos, tejer una hermandad con hilos de dolor

La búsqueda de desaparecidos, tejer una hermandad con hilos de dolor

Texto y fotos: Gerardo Magallón

El 5 de noviembre del 2017 Pamela Gallardo asistió con su novio y un grupo de amigos a un concierto de música electrónica en la montañosa zona del Ajusco, y desde ese día no se ha vuelto a saber nada de ella. Las últimas personas que la vieron aseguran que caminó hacia la zona de los autobuses, y fue “como si se hubiera desvanecido en la montaña”, dice María del Carmen Velázquez, su madre.

México está sumergido en una crisis humanitaria que acumula más de 110 mil desaparecidos, según cifras oficiales. Sin embargo es una tragedia de la que nadie quiere conocer detalles, quizá por miedo a mirarse en ese espejo, pues aquí desaparece gente común, desaparece cualquiera.

Desde el sangriento sexenio de Felipe Calderón se empezó a apuntalar el discurso oficial de que tanto las personas asesinadas como desaparecidas tenían algún contexto ilícito, pero en realidad las víctimas son estudiantes, trabajadores, comerciantes, empleados. Desaparecen personas que salen a caminar y no vuelven jamás. En nuestros días se ha añadido la estrategia de ignorar esta crisis negando, incluso, el derecho a ser reconocidos como víctimas.

“La búsqueda que estamos haciendo hoy la debieron hacer las autoridades días, semanas, meses después de que desapareció mi hija, pero a nadie le importó”, dice su madre, quien tardó más de seis meses en obtener los recursos para la búsqueda y organizar la jornada, misma que resultó infructuosa en parte por la desorganización de las autoridades. Tan sólo el primer día, la Comisión de Búsqueda no delimitó el área de trabajo, la Guardia Nacional llegó tarde con herramientas y la Fiscalía no recogió ningún indicio.

A la jornada acudieron familiares de otras víctimas del mismo delito, activistas y gente solidaria, unas 80 personas en total. Esta búsqueda se realizó los pasados 23 y 24 de mayo, se enfocó en Pamela y en esta zona de piedra volcánica al sur de la Ciudad de México donde se realizó el concierto y fue vista por última vez.

En el imaginario colectivo prevalece la imagen de las madres buscadoras, pero también hay padres, hermanos y hermanas que han puesto una pausa en sus proyectos personales para hacer frente a esta tragedia. Las familias de buscadores no son sólo buscadores, acorralarlos en ese sitio es revictimizarlos.

En esta labor se usan palas y picos para quitar la hierba, los troncos y las piedras, varillas que hunden en la tierra que sospechan removida para luego oler su punta, han aprendido a detectar el aroma de la carne humana descompuesta.

La precaria estrategia consistió en dividirse en tres células y caminar por diferentes rumbos. Una de ellas localizó ropa semienterrada que después fue mostrada a varios familiares de desaparecidos para su identificación, la cual fue negativa.

Sería entendible que la voz de las familias buscadoras fuera lúgubre, al menos hosco, sin embargo sobresale la voz dulce de las madres, el tono fraterno de los hermanos. Durante el cierre de la jornada agradecieron el acompañamiento y la labor, aún deficiente, de las autoridades involucradas. Pamela, quien tenía 23 años el día de su desaparición, sigue sin ser encontrada.

“Esta vez no quisieron salir a nuestro encuentro, ya saldrán cuando ustedes quieren”, dice Araceli Osorio, dirigiendo su voz hacia la montaña mientras abraza a Carmen y a otras madres que participaron en la caminata.

“Uno sale a buscar sin querer encontrar porque no queremos encontrar sus restos, los queremos encontrar con vida”, reflexiona Gerardo Ramírez, un hombre corpulento de modales recios y ojos hundidos de llanto contenido. Él ha participado en diferentes búsquedas, incluido caminar sobre ríos de aguas negras.

Aquí se ha tejido con hilos de dolor una hermandad que se manifiesta participando de manera constante en diferentes acciones. Carmen, por ejemplo, es un pilar de las Glorieta de las Mujeres que Luchan, ahí ha llorado y cantado transformando su dolor en resistencia. Gerardo coloca fichas de búsqueda en la Glorieta de Las y Los Desaparecidos.

¿Qué eran estos padres antes de ser buscadores?, quizá ni ellos mismo lo recuerden; Carmen no encontró respuesta y fijó la vista en la montaña. Gerardo atropella una reflexión tras otra.

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de méxico  

Dejar una Respuesta