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«La anexión no es sólo el robo de los territorios. Se trata de la expulsión de las y los palestinos»

Ahmad Al-Bazz

En las últimas semanas, mucha gente lectora de los principales sitios de noticias pueden creer que Israel implementará un plan drástico de anexión de la Cisjordania ocupada tras el acuerdo del nuevo gobierno de coalición israelí (Benny Gantz y Benyamin Netanyahu) y el llamado «Acuerdo del siglo» en los Estados Unidos.

Las y los palestinos, por su parte, saben que esta anexión no tiene nada de espectacular. Pero que la comunidad internacional parezca sorprendida por esta decisión les enoja.

Para comprender el abismo que separa los titulares de los medios y la realidad sobre el terreno, veamos un ciudadano israelí común que decide salir de su apartamento en Tel Aviv para ir a las orillas del Mar Muerto, gran parte de las cuales se encuentran en Cisjordania ocupada. Le basta con tomar la autopista hacia el este y está en menos de una hora y media en la orilla del Jordán. No se encontró con ningún punto de control, y esta ruta solo lo llevó a su objetivo: no hay nada que le diga que entró en Cisjordania. La ruta está llena de señales de tráfico en hebreo, la policía israelí regula el tráfico y la Autoridad israelí responsable de Parques Nacionales de Israel indica los sitios cercanos.

El conductor israelí tendrá cuidado de no extraviarse en las áreas habitadas por palestinos en Cisjordania. No le será difícil. Después de los Acuerdos de Oslo, los militares instalaron grandes letreros rojos en las entradas de las ciudades palestinas advirtiendo a los israelíes que entrar en estas áreas sería «peligroso». Por supuesto, ningún palestino que viva al otro lado de estas señales puede tomar el camino a Israel o visitar los centros turísticos del Mar Muerto que se ofrecen al conductor israelí.

A pesar de la aparente complejidad de las estructuras políticas del país en 2020, el mapa de Palestina-Israel es extremadamente simple: con la excepción de algunos enclaves palestinos semiautónomos en Cisjordania y la Franja de Gaza, de norte a sur , de este a oeste, todo el país está gobernado por Israel.

Esto es así desde hace décadas. ¿Y el mundo expresa hoy cierta preocupación por el hecho de que Israel ahora quiera «formalizar» esta realidad llevando a cabo una anexión formal? Lo que la comunidad internacional (oficial) ve como la decisión ilegal de un ocupante militar o una disputa territorial entre dos gobiernos, los palestinos saben muy bien que es realmente solo un paso más hacia la realización de un proyecto colonial que tiene ya más de un siglo.

El «error» demográfico

Excluir y controlar, que siempre han sido las características esenciales del sionismo, son los componentes básicos de la geografía del país. El objetivo de crear un país exclusivamente judío que alberga a otras personas ha llevado a la realidad de la opresión sin fin para los palestinos. El sionismo ha ofrecido solo una alternativa a las y los palestinos: la expulsión y el exilio, o el régimen israelí. Sin derechos. Toda la gente palestina, dondequiera que se encuentre en el mundo, vive uno de estos dos destinos.

Después de la creación del Estado en 1948, muchos israelíes lamentaron que ciudades como Hebrón, Naplús, la ciudad vieja de Jerusalén, consideradas sitios judíos sagrados, no hubieran sido tomadas por el Estado recién creado. Esta esperanza finalmente se hizo realidad en 1967, cuando Israel tomó el control de toda la Palestina del mandato. Pero con la excepción de Jerusalén Este, el estado nunca sometió estos territorios a la ley israelí, nunca los anexionó.

Hasta el día de hoy, Israel ha tratado de evitar repetir el error demográfico cometido en 1948, cuando otorgó la ciudadanía israelí a una parte de las y los palestinos. Bajo gobierno militar hasta 1966, y discriminados desde entonces, estas y estos ciudadanos palestinos son un obstáculo para los planes forjados en Israel para crear un estado puramente judío. Pero estos palestinos siguen escuchando una y otra vez que no son deseados: Netanyahu dejó en claro el año pasado que «Israel no es un Estado para todos sus ciudadanos», e incluso el «Acuerdo del Siglo» estadounidense ha propuesto la transferencia de sus comunidades a una futura entidad palestina.

Atormentado por su error, el Estado de Israel decidió aplicar una política «provisional permanente» en Cisjordania y Gaza: anexión de facto , en lugar de anexión de jure. Forjó nuevas categorías para designar a la población no deseada: tarjetas de identidad rojas de «residente permanente» para habitantes de Jerusalén Este (han sido revocadas por miles desde 1967) y tarjetas de identidad naranja o verde para los de Gaza y Cisjordania, que administra el Ministerio de Defensa israelí.

Al mismo tiempo, el Estado de Israel alentó a su población judía a establecerse en los territorios ocupados. Con el florecimiento de las colonias, construyó variantes de carreteras, muros y barreras, con la intención de asegurar los enlaces de las colonias entre ellas y su conexión con Israel, pero por supuesto también para controlar y limitar los movimientos de la población palestina.

Pero entonces ¿por qué, después de más de cincuenta años de «provisional permanente», el Estado de Israel decide oficializar esta realidad? ¿Y ¿cuál debería ser la respuesta de las y los palestinos?

La respuesta palestina

Lo que Israel parece estar preparándose para anunciar nos da la respuesta: la absorción de las colonias y las tierras circundantes, que ya están bajo su control, pero también la depuración final de las y los palestinos que aún permanecen dentro de estas áreas. Tal plan ha estado funcionando durante años en el Valle del Jordán, E1 y las «South Hebron Hills», las colinas al sur de Hebrón. Podría acelerarse una vez que se declare la anexión formal.

Dada la impunidad de que goza Israel para violar el derecho internacional en los «Territorios Ocupados», no podría haber un mejor momento para que las y los palestinos abandonen finalmente la fraseología legalista de la «denuncia de la ocupación». Durante mucho tiempo, las y los palestinos pensaron que el marco internacional en el que tuvo lugar podría ayudar a su lucha, a pesar de todos los límites de este marco y las distorsiones que infligía a su causa. Fue en vano.

Una razón de este fracaso son las y los propios líderes palestinos. Hasta finales de la década de 1980, veían a Israel como una colonia de poblamiento que usurpaba la propiedad de las tierras palestinas y exigían el regreso de las y los refugiados. Reivindicaban un solo estado democrático para todos y todas. Luego, la Organización para la Liberación de Palestina reconoció oficialmente a Israel y adoptó la solución de dos Estados, en gran medida para satisfacer a la comunidad internacional que acredita la existencia de un supuesto «conflicto» entre dos partes iguales.

Este marco de referencia reemplazó la reivindicación palestina de descolonizar la Palestina del mandato y aceptó la Línea Verde como la frontera dentro de la cual encerrar a las y los palestinos en un cuasi-Estado. Casi 30 años después de los Acuerdos de Oslo, la política colonial israelí sigue tratando a todos los palestinos como un grupo indeseable de colonizados, ya sean ciudadanos árabe-israelíes, sujetos de los «Territorios Ocupados» o refugiados expulsados.

El presidente palestino, Mahmoud Abbas, ha utilizado este estado de cosas para amenazar regularmente con desmantelar la Autoridad Palestina, o retirarse de los llamados acuerdos de seguridad con Israel. Pero nunca tuvo el coraje de llevar a cabo sus amenazas. Si la Autoridad Palestina no corrige sus errores, tendrá que limitarse a llevar a cabo el plan que limita su función a administrar en nombre del Estado de Israel pequeños enclaves.Por lo tanto, en un momento en que Israel está afinando la próxima fase de su proyecto de colonización, ya es hora de que las y los palestinos vuelvan a sus demandas iniciales de descolonización total en un estado democrático que reconozca en la totalidad de su territorio la igualdad de derechos para todos los seres humanos. Y de que desarrollen nuevas estrategias para lograr este objetivo. Hasta la fecha, la comunidad internacional no ha sido creíble cuando lamenta la próxima anexión. Una anexión que es solo el fruto de un proyecto colonial que la misma comunidad internacional nunca tomó medidas para detener.

Ahmad Al-Bazz es periodista y documentalista con sede en Naplús, en Cisjordania.

https://www.972mag.com/israel-settler-colonial-annexation/

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur
tomado de: https://www.vientosur.info/spip.php?article16019 _______________________________________________
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