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Jóvenes impulsan estrategias de economía feminista

Karen Conde y Erika Olivares*

Ciudad de México | Desinformémonos. Vendedoras que realizan entregas en distintos puntos, principalmente en el metro de la Ciudad de México, se han visto afectadas a causa de la pandemia por Covid-19. “Las nenis”, forma en que se les ha llamado en redes sociales, son mujeres y hombres, que venden productos a través de internet.

Desde el inicio de la emergencia sanitaria, más de dos millones de personas han perdido su trabajo en el país, según cifras oficiales. La crisis de salud global ha dejado a México con menos puestos de trabajo, y las mujeres se han llevado la peor parte; ellas representan el 71 por ciento de las trabajadoras que aún no regresan a laborar. Un 13 por ciento poblacional está disponible para trabajar más horas, frente al 8 por ciento de hace un año, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Autoempleo durante la pandemia

Hace años, estas emprendedoras vendían sus productos a través de catálogos impresos. Pero hoy, con el crecimiento de las redes sociales y la digitalización de casi todas las actividades diarias, las mujeres compran y venden productos a través de Internet. Y son esas mismas redes sociodigitales donde el concepto de nenis se ha popularizado en los últimos meses. Este término es entre una etiqueta y un estigma, que caricaturiza, dicen algunas a estas comerciantes que usan adjetivos con sus clientes  como “hermosas” y “nenas”. Algunas de estas comerciantes se han apropiado de la etiqueta para agenciarse una identidad entre política y publicitaria, señalan.

Las nenis lograron darse a conocer por su esfuerzo en la entrega de sus productos en líneas del metro de la Ciudad de México. La estación Chabacano en el centro de la capital mexicana, es aún hoy, un intersticio donde estas economías populares tienen lugar. Hay riesgo, pues la policía puede confiscar sus mercancías, o incluso pueden ser detenidas, explican en sus redes sociales alguna de ellas. A ellas también se han sumado sus parejas, hermanos o sobrinos, quienes se encontraban en situación de desempleo. 

En el metro Chabacano sólo se venden accesorios y ropa, también se encuentra doña Conny, ama de casa, quien en compañía de su hija, se encontraba sentada con una hielera a sus pies, vendiendo boings congelados y preparados a gusto del comprador. Es decir, dos generaciones de vendedoras conviven en los pasillos del metro. Los chicos que se reúnen ahí también adoptan este término, “puedes ser chingón, chingona; yo también podría considerarme neni” menciona Daniel Amaro. 

Los y las nenis tienen que esperar a ser reconocidos por clientes que van directo a completar una compra. Muchos, después de casi dos horas, siguen esperando su primera venta. Adriana Itzel, quien se dedica a vender ropa vintage hecha en México, narra que publica su contenido en una página de Facebook y un perfil, además de una cuenta de Instagram. Explica que lleva a cabo el proceso ella sola, desde surtir, restaurar, rediseñar, tomar las fotografías, contactar a los clientes; y para las entregas a veces la acompaña su mamá. Adriana narra que anteriormente ha tenido problemas con la policía, pues han intentado quitarle su mercancía, tomarle fotografías y amedrentarla.

Ricardo Arzate y Santiago Barraza llevan cuatro años vendiendo en línea. El coronavirus afectó de cierta forma, pero también los ayudó; las ventas subieron porque la gente estaba encerrada en su casa y compraba en línea.

“La gente piensa que es fácil pero no, porque tienes que ir a buscar tus productos, a hacer entregas. Inviertes tu tiempo, tu dinero y tu persona porque también te desgasta. La verdad es que es muy complicado, pero es algo que te da muchos frutos y te hace muy responsable”, dice Adriana.


*Este reportaje fue producido por estudiantes del Taller de Periodismo de Investigación del plantel Tezonco de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).

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