Frente al abandono institucional y gubernamental, la solidaridad en la Montaña

Hubert Matiúwàa

Amigas y amigos,

Escribo este informe del día, es octubre principio del mes. Ya se siente el aliento de nuestras abuelas y abuelos muertos, el despertar de la memoria para caminar nuestros pasos.

Con la solidaridad de cada uno de ustedes logramos comprar dos toneladas de maíz y algunos bultos de frijol. Decidimos llevarlos a la comunidad de Zilacayota en Acatepec. A las 6 am, Jalil, Manu Doez, Cristo Reyno, Bart, Yare, Yelilia y yo cargamos las camionetas y partimos.

La olla del cielo derramaba blancas neblinas, seguimos la carretera una serpiente negra con rayas amarillas, los postes de luz seguían tirados y partes en donde quedó de un solo carril. Poco a poco nos adentramos en la piel de una tierra chiclosa y roja. Esquivar derrumbes y piedras, caer en baches, frenar ante lo imprevisto hizo que a la camioneta de Jalil y Manu Doez, se le calentaran las balatas en una curva de esa impresionante bajada de la Magueyera pasando por Cruz de Gallo hasta llegar a Tlacoapa. Jalil logró poner el freno de mano y nos gritaron, me estacioné, y como pusimos piedras bajo la llanta, se salvaron, como si una mano raíz los detuviera, los devolvió con nosotros, sonrieron, esperamos a que se enfriaran las balatas mientras veíamos que hacer. Pensé que la cotidianidad de la Montaña a veces nos cierra los ojos y normalizamos la muerte y el peligro.

¿Por qué el gobierno federal y estatal no han mandado caravanas especializadas, con camionetas todo terreno con víveres a la Montaña? Nadie ha llegado, pero si nuestra gente se manifiesta o se organiza, como lo hizo con Genaro Vásquez o como lo hicieron los maestros de la Montaña Roja, ahí sí, el gobierno llega con todo el aparato represor para matarnos.

La gente al ver nuestra camioneta se paraba y preguntaba en como ayudarnos, Bart les contestaba en mè’phàà, los abuelos sonreían y se detenían a conversar, pero los jóvenes, solo contestaban en español y se iban. “Es triste saber que aquí en Tlacoapa como en Malina la lengua mè’phàà está muriendo”, señaló Cristo. Estábamos en la orilla de ese río que hace 11 años con el huracán Íngrid y Manuel se llevó la mitad del pueblo dejando huesos blancos de la memoria al descubierto en el camposanto.

Miré la Montaña vestirse de gris tormenta y pregunté al señor que nos ayudaba, ¿Va a llegar esa lluvia? Me dijo; No, esa lluvia no llega. Pensé, la lengua está muriendo pero no el conocimiento del territorio y su tiempo.

¿Qué será lo último que nos quiten?

Buscamos la manera de comunicarnos con nuestros compañeros de Tlapa, y con la gente de Zilacayota, ellos se conectaban por ratos a una planta de luz de la comisaria para recibir información de nuestro camino. Por medio de una maestra nos enteramos de que en el centro de Tlacoapa, en la cancha hace días quedaron varados los de la Brigada de Salud Bienestar del Gobierno Estatal, ellos tienen acceso a internet móvil, fuimos con ellos y les explicamos quienes éramos: un grupo de personas que llevaba ayuda a las comunidades de más arriba y que necesitábamos urgentemente comunicarnos, pero nos negaron el internet, poco caso nos hicieron. Algunas personas del lugar nos comentaron que hace días la caravana de salud restringió su señal, poniendo contraseñas para que la gente de la comunidad no se conectara.

¿Por qué no liberar la señal para que la gente se conecte a ciertas horas o en emergencias? Se ve muy lejano ese camino de la empatía para estos servidores y sus jefes. Están en la Montaña y no la escuchan.

Se arregló la camioneta, empezó a lloviznar, seguimos nuestro camino, pero las condiciones de la carretera y el peso que llevábamos, nos impidió subir una pendiente, tuvimos que descargar los bultos, cargarlos en el hombro a unos 300 metros y volverlos a subir. Nadie sube y baja los bultos si no fuera por el ánimo y la fuerza que nos dieron todos ustedes con su apoyo para “Que el maíz abra los caminos de la Montaña”.

Lo que sí pesa es la injusticia y el olvido en la que tienen a nuestra región, la violencia sistémica del racismo y ninguneo a nuestras culturas, dejándonos vulnerables ante los desastres ambientales.

¿Por qué las carreteras están en tan mal estado? ¿Por qué se tienen que hacer bloqueos y marchas para que las autoridades arreglen un pedazo de camino? ¡Exigimos que todos los caminos de la montaña sean carreteras dignas! Que en las emergencias de salud no tengamos que morir en el camino por no llegar a tiempo al hospital, como ocurrió hace un año con mi cuñado.

Llegamos a las 4pm en Zilacayota, las autoridades nos recibieron, estaban organizados, primero recibirían maíz los más afectados y dijeron que aunque alcanzara para un día o dos, pero que fueran todos, así lo hicieron. Ninguna autoridad, ni local, ni estatal ni federal ha llegado para ayudarles, arreglaron sus carreteras a mano.

Arreció la lluvia, esperamos que pasara y bajamos coleando las camionetas, poco a poco. Atendimos una invitación a cenar en la casa de una familia amiga en Tlacopa, el elopozole más rico que he probado en años. Volvió a caer la lluvia, subimos de nuevo a Cruz de Gallo, en la curva donde hay que levantar un día la sombra del miedo de Jalil y Manu Doez (un amigo fotógrafo que siendo de Acapulco, baja y sube la Montaña con nosotros porque lo importante en una emergencia es ayudar en donde quiera que uno esté). Cristo Reyno empezó a contar la historia de los diablos que le contó su abuelo nahua, nos adentramos en medio de la noche como dos luciérnagas de acero escupidos por el tiempo, en los pueblos sin luz desde hace 11 días.

Después de 14 horas de manejar llegamos a Tlapa y parecía tan distinto, como si tuviera otro lenguaje. Hay gente que piensa que Tlapa es toda la Montaña, no es así, como todos los pueblos, siempre hay una Montaña más arriba y mientras más subas, más se necesita de los otros para poder bajar.

Nuestros colectivos Gusanos de la Memoria y Centro Cultural San Francisco seguimos recaudando un fondo para comprar maíz y apoyar a las personas afectadas por el huracán John, pueden hacer una donación al número Clabe BBVA 012281011419865386 bajo el concepto de Maíz; para más detalles contactarnos al teléfono (+52)7571222271.

Gracias

4 de octubre, 2024

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