“Estoy listo para morir pero creo exageré”: Leonard Cohen

Redacción Desinformémonos

«Dije recientemente que estaba preparado para morir, pero creo que exageré». En realidad, afirmó, «tengo la intención de vivir para siempre”: Leonard Cohen en su última aparición pública .

Leonard Cohen murió la noche del 10 de noviembre a los 82 años. Cohen, poeta, novelista y cantautor,  marcó a toda una generación: Hoy es un día triste para la melancolía.

Leonard Cohen, desarrolló una carrera musical con una continua exploración de temas como la religión, la política, el aislamiento, las relaciones personales y la sexualidad. Este poeta-músico o músico-poeta, y también candidato al Premio Nobel de Literatura, de voz cavernosa era un hombre de talante melancólico, que atribuía a la herencia de su madre, de quien decía que solía tener una actitud compungida en muchos aspectos de la vida.

Cohen fue reconocido siempre como poeta y músico. En 2011 recibió el premio Príncipe de Asturias de las Letras, el mismo que habían recibido Günter Grass, Amos Oz o Paul Auster. En su discurso en Oviedo, abordó esta doble condición: «Siempre he tenido sentimientos ambiguos sobre los premios de poesía. La poesía viene de un lugar que nadie controla y nadie conquista. Así que me siento un poco como un charlatán al aceptar un premio por una actividad que no domino».

Publicó su primer libro de poemas, inspirado en Federico García Lorca, ‘Comparemos mitologías’ en 1956, a los 22 años.  En la década de 1960 se instaló en la isla griega de Hydra, donde empezó a componer canciones, y vivió siete años entre Europa y América. En 1963 publicó su primera novela, El juego favorito, a la que siguió el tercer poemario Flores para Hitler (1964), su segunda novela Los hermosos vencidos (1966) y el cuarto poemario Parásitos del cielo (1966). Su obra poética se completa con títulos como La energía de los esclavos (1972), Memorias de un mujeriego (1978), Libro de la misericordia (1984) o El libro del anhelo (2006).

Grabó su primer disco en 1968 y solía señalar que era una década más viejo que los amigos y contemporáneos con los que compartió el éxito. En una ocasión dijo que se metió a la música porque la poesía no le daba para ganarse la vida. En los años 80, cuando su voz adquirió la profundidad envolvente que le caracterizó, fue cuando empezó a modelar el personaje de su vejez. En esa época publicó la Hallelujah, uno de los mayores himnos de la historia de la música popular gracias a infinitas versiones posteriores.

Leonard Norman Cohen, nació en Quebec en 1934 y vivió su vejez en Los Ángeles. Allí presentó su último disco, ‘You want it darker’.  El 13 de octubre fue su última aparición en público. El periódico El Mundo publicó al día siguiente sobre la presentación del disco:

‘El respeto es inmenso, tanto como la admiración por un hombre que a sus 82 años prefiere seguir creando música y reflexiones que hacer mutis por el foro. Claro que el inmenso talento del hombre nacido en Montreal, criado por una familia de clase media judía en la parte anglófona de la ciudad, dejó un tanto inquietas a sus legiones de seguidores al declarar en una entrevista con la revista The New Yorker que está listo para dejarlo, para enfrentarse a la muerte. Son las cosas de Leonard Cohen, profundo a cada paso que da.

Después, tras dejar que la concurrencia escuchara su último trabajo, You want it darker, el álbum número 14 de su extensa carrera, aclaró que sólo era una licencia un tanto melodramática propia de un artista. «Dije recientemente que estaba preparado para morir, pero creo que exageré». En realidad, afirmó, «tengo la intención de vivir para siempre», y despertó una nueva ovación.

La primera y más sentida fue al entrar. Cohen salió a escena ante una sala abarrotada un tanto disminuido por el tiempo. El traje gris oscuro que llevaba parecía grande sobre sus ya estrechos hombros, aunque no su sombrero, su eterno compañero. Esta vez no lo dejó sobre la silla, como hizo cuando salió a dar aquel extraordinario discurso de aceptación del Premio Príncipe Asturias en 2011. Se lo dejó puesto durante toda la tanda de preguntas ante la prensa de medio mundo, cansado en apariencia, asido a su bastón, pidiendo agua para poder resistir el trago de un nuevo discurso.Cohen dejó claro, sin embargo, que el desgaste es sólo físico. Su mente sigue siendo deslumbrante, meditando cada respuesta, lento como con su proceso creativo. «Siempre he sido lento componiendo canciones. Mi mente siempre ha estado abarrotada».Aun así, ha logrado acallar las voces que le daban por terminado.

El 21 octubre saldrá al mercado su trabajo, cargado de meditación, de oscuridad, de reflexiones sobre el amor, la vejez y el concepto de Dios, en una dualidad peculiar por su aparente desafío a un ser superior en temas como You want it darker y su forma de hablar al mismo tiempo, pidiendo permiso a Dios para hacer más discos.»Nada en este disco tiene sentido», dijo. «Todos tenemos un sistema mágico que empleamos para abrir los canales de la creatividad.

Creo que cualquier cantautor, Bob Dylan y todos nosotros, escribe canciones de cualquier manera. Y si eres afortunado, puedes mantener el vehículo saludable y con capacidad de respuesta a lo largo de los años».Como era de suponer, se acordó su amigo y colega estadounidense, laureado con el Premio Nobel de Literatura por su trabajo musical y su capacidad de difundir poesía a las masas durante varias décadas. En la sala se respiraba la ansiedad por conocer su opinión al respecto, sabedores de que él, con sus constantes homenajes implícitos a Federico García Lorca, Walt Whitman o Henry Miller, bien podría haber optado al mismo galardón.»El premio Nobel a [Bob] Dylan es como ponerle una medalla al Everest, a la montaña más alta», indicó de forma voluntaria, sin esperar a la pregunta. Fue una forma generosa de quitarle hierro a la polémica surgida y de engrandecer, al mismo tiempo, la figura del cantautor de Minnesota.Y eso que era su noche.

En esa entrevista con The New Yorker, la primera que concede en muchos años, se habla de sus crisis existenciales, como la depresión que le llevó a convertirse en un monje budista en 1996, o de los 3.000 dólares con los que sobrevivió en Londres durante mucho tiempo gracias a una beca del Consejo de las Artes de Canadá.También están presentes las mujeres, especialmente Marianne, So long, Marianne. La abuela de esta hermosa mujer noruega le había dicho que conocería a un hombre que hablaría con una lengua de oro, y así fue. Pese a ser bautizado años más tarde como el «padrino de la melancolía», el canadiense siempre encontró refugio en los brazos de las mujeres, siendo Marianne Ihen la más trascendental de la lista.Estuvieron juntos durante gran parte de la década de los 60. Este verano, la muerte encontró a la noruega y la carta de despedida de Cohen se leyó en su funeral:  “Marianne, llegamos a ese momento donde somos muy viejos y nuestros cuerpos comienzan a caer a pedazos, creo que te seguiré pronto. Quiero que sepas que estoy detrás de ti, tan cerca que si alargas tu mano, podrías tomas la mía”.

En You want it darker, un recital de Cohen casi de principio a fin por la voz desgastada por el tiempo, hay reminiscencias de ese pasado. «Me sonreíste como si yo fuese joven, me dejaste sin aliento», dice en On the level, o despacha aparentes referencias a la muerte: «Viajo ligero, es un au revoir”.

Discurso cuando recibió el premio Príncipe de Asturias en 2011

video: SrAdorno

 

La canción If it be your will / Si es tu voluntad del disco ‘Various positions’ de 1985

video: Juasmalo

Con información de agencias.

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