Entrevista a Emory Douglas: arte, Black Panthers y zapatismo

Pérez Gallo y Martino Sacchi

Hoy, 15 de octubre de 2017, se celebran los 51 años del nacimiento en Oakland, California, del Partido de las Panteras Negras. El año pasado en la misma fecha publicamos para el portal independiente italiano Carmilla, esta entrevista que hicimos hace 3 años. La reproducimos ahora en este blog traducida al español.

En el diciembre de 2013 encontramos en San Cristobal de las Casas, Chiapas, a Emory Douglas, Ministro de la Cultura del Black Panther Party hasta la disolución de este movimiento. Como nosotros, Douglas fue uno de los 5000 estudiantes que asistimos a la escuelita zapatista: momento en el cual las comunidades zapatistas del sureste mexicano abrieron sus casas para hospedar activistas de todo el mundo y enseñar sus caminos de autonomía llevados adelante a lo largo de más que veinte años de lucha. Algunos meses después tuvimos la posibilidad de encontrarlo otra vez en su casa en la periferia de San Francisco, y le hicimos esta entrevista, que más que otra cosa ha sido una charla sobre su biografía de militante, de artista, de internacionalista. Como buen camarada, afroamericano, heredero de una tradición de lucha que se ha desarrollado sobre todo a través de líneas de fuga, movimientos, deportaciones y éxodos (desde el middle passage atlántico a las experiencias anti-esclavistas del cimarronaje), no nos sorprendió su natural capacidad de poner en relación resistencias y luchas en diversos contextos como lo de una periferia como Oakland en la década de 1960 y 1970 y lo de las montañas y las selvas indígenas del sureste mexicano hoy en día. A partir de las descripciones directas de un artista callejero como Emory Douglas, es posible rastrear aquellos circuitos políticos revolucionarios que han ligado las Panteras Negras a la China de Mao, a las páginas de Fanon y a los movimientos de liberación en Angola. En el arte de Douglas se entrelazan estas trayectorias transnacionales, desde el arte de la Revolución Cultural a los manifiestos por la Conferenza Tricontinental de Cuba en 1966, hasta el proyecto “Zapantera Negra”, empezado en el año 2012 en apoyo a las luchas en Chiapas.

Mayo de 2014, San Francisco: Eres primero de todo tanto un artista como un activista político. Ninguna de estas dos definiciones puede ser considerada sin la otra. A partir de tu trayectoria personal a través de los movimientos sociales de los años sesenta y setenta, en qué manera estos dos aspectos del arte y del activismo político se han entrelazado?

Ambos aspectos se encuentran en mi participación al Black Arts Movement, antes de las Panteras Negras. Fue un movimiento muy amplio que tuvo lugar en la costa oeste, en la costa este y en el sur. prima delle Pantere Nere. Fu un movimento molto vasto nella West Coast, nella East Coast e un po’ nel Sud, donde conocí a Amiri Baraka (LeRoi Jones) y empecé a darle consejos para sus obras teatrales mientras frecuentaba el San Francisco Community College. En el mismo periodo – era el enero de 1965 – algunos jovenes activistas estaban organizando un encuentro en ocasión de la llegada de Malcom X en la Bay Area: ellos sabían que yo era parte del Black Arts Movement y me pidieron de hacer la gráfica del evento. Cuando luego fui al encuentro me dijeron que algunos hermanos estaban llegando para organizar una asamblea sobre la autodefensa y la seguridad. Fui allí y conocí a Bobby Seale; esto ocurrió entonces mucho antes que él me pidiera de juntarme al Black Panther Party. Me dio un boleto del autobus – yo no tenía coche – y me invitó a su casa donde había mucha gente viviendo en comunidad. Entonces mi trabajo gráfico para la llegada de malcom X fue mi primera participación política como artista. En el mayo de 1967 hice mi primera portada de un tabloid, y trabajé mucho en la gráfica de revistas. Era el periodo en que el arte empezaba a ser percibida como un reflejo de la política, pero era todavía algo de separado del Black Panther Party. En aquel tiempo puse en práctica una serie de técnicas adquiridas cuando estaba en el City College basadas en el estilo comercial que se usa normalmente para los portfolios, los que haces cuando buscas trabajo. Cuando luego entré en las Panteras Negras desarrollé un estilo más libre, inspirado a los Diez Puntos del programa y a nuestra línea, y Bobby Seale y Huey Newton me dejaron completa autonomía. Fue allí que el arte se hizo para mí un reflejp de lo que pasaba en el mundo tanto a nivel local como nacional e internacional.

Cuáles experiencias artísticas y políticas contribuyeron a la elaboración de este estilo nuevo de que hablas?

Muchas influencias políticas vinieron desde Cuba. Lass OSPAAAL [Organization of Solidarity for People of Asia, Africa and Latin America] produjeron muchísimos pósteres en solidaridad con las luchas globales. Pueden encontrarlos en línea, son miles de pósteres, y fueron a la raíz de parte del trabajo artístico que hice. Luego fui inspirado por el arte que venía desde Vietnam, el arte china y a veces la rusa, así como por los trabajos que salieron desde el movimiento contra la guerra en Vietnam aquí en los Estados Unidos.

Cuál era tu papel dentro del Black Panther Party? Cómo se conectaban las estrategias artísticas con el empeño militante en el partido?

Inicialmente me dieron el papel de “revolutionary artist” y trabajaba principalmente para el periódico. Poco a poco el partido empezó a crecer y se dotó de una estructura para acoger a las nuevas personas que se juntaban y que querían contribuir. Así se formaron los ministerios e yo fui Ministro de la cultura, con deber de coordinar todas las iniciativas que gravitaban alrededor de este ámbito, desde las mantas a los volantes hasta los contactos para recoger fundos. Santana por ejemplo fue el primero en participar, mucho antes que se volviera famoso, y también Jerry Garcia, The Greatful Dead, John Lee Hooker, gente de todos los tipos a lo largo de los años. Bueno, eso era arte de nuestras responsabilidades. Se trataba esencialmente de enseñarse las cosas entre sí, compartir capacidades, acoger a nuevos membros. En este contexto se empezaron poco a poco también cursos de estudio político entre diferentes colectivos.

Aparte esto había el trabajo político cotidiano: vender periódicos, participar en la vigilancia a la policía (copwatching) con los grupos de autodefensa en los barrios, y cosas así.

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A la luz de una experiencia como aquella de la autpnomía zapatista, a la cual te has recién acercado, puedes describir los rasgos principales de la práctica política del Black Panther Party?

Obviamente hay importantes diferencias de contexto. Oakland es una ciudad donde intentabamos defendernos y llevar adelante una lucha de autodeterminación. En la selva todo es diferente, es un terreno político diferente.

A nivel ideológico el Black Panther Party se inspiraba en el marxicmo y en el leninismo, aunque desarrollamos una ideología propia, buscando maneras originales de conectarnos con las luchas globales. Claramente leíamos de todo, debíamos de hacerlo, y algunos en el partido eran marxistas, pero otros, como por ejemplo yo, no teníamos absolutamente idea de nada cuando entramos. Entonces no era tan necesario enfrentar temas intelectuales sino descomponerlos en un lenguaje común. Esto había sido el gran logro de las Panteras Negras, sobre todo gracias a di Bobby Seale, quien era el más intelectual entre nosotros, un gran comunicador, mientras Eldridge Cleaver era el más concentrado en la militancia cotidiana; los dos eran muy respetados, eran capaces de comunicar también al interior del propio partido. Muchas Panteras eran jovenísimas, yo entré que ya tenía 21 pero había cuadros de 16 y 19. Bobby Seale tenía 30 años y era considerado un viejo. Fred Hampton tenía 21 años, pero ya había sido activo en los youngsters antes de entrar en las Panteras Negras. Lo mataron en el año 1969 cuando la represión se hizo más pesada y cuando otras dos panteras, Bunchy Carter y John Huggins, fueron asesinadas en el campus de la universidad de Los Angeles. Poco después del asesinato de Fred Hampton hubo un tiroteo de varias horas entre la policía y la sección de Los Angeles del Black Panther Party. Iniciaron a infiltrar agentes provocadores en las Panteras Negras, ocurrieron verdaderos ataques paramilitares, de forma similar a como hacer hoy en día en contra de los zapatistas. El COINTELPRO [prográma de contra-espionaje del FBI] hacía circular declaraciones falsas para ponernos unos contra otros.

En cuanto a la práctica política, nosotros promovíamos la autorganización a partir de necesidades primarias, como la asistencia médica o el breakfast program: poníamos en evidencia las contradicciones respecto a lo que el gobierno no hacía. El primer breakfast program fue en la iglesia de West Oakland y pronto el proyecto se difundió en muchas ciudades de los Estados Unidos: Panteras que se levantaban a las 4 de la mañana para preparar el desayuno para los chicos de los barrios antes de ir a la escuela. Alrededor de nosotros había solidaridad, por ejemplo por parte de los tenderos, pero también mucha intimidación y varios apoyos gubernamentales prometidos a quienes no colaborara con nosotros. Una vez, por ejemplo, la policía envió una falsa carta de amenazas, aparentemente firmada por Huey Newton, a un empresario que financiaba este proyecto.

Eres entre los protagonistas de esta larga tradición política afroamericana y más recién has participado en las redes de solidaridad con el movimiento zapatista mexicano. ¿Qué conexión política y biográfica hay entre estas dos experiencias?

Nosotros siempre hemos sido internacionalistas. Teníamos camaradas en el Vietnam del Norte. Teníamos compañeros en Corea del Norte, compas exiliados en Argelia en 1969. Nos invitaban a hablar en todo el mundo en apoyo a los movimientos de solidaridad y resistencia contra las guerras. Bobby Seale y las otras Panteras viajaban mucho. También aquí en los EE.UU. estabamos en contacto con varias luchas antiracistas: había los Young Lords puertoriqueños, las Red Guards asiáticas, los movimientos chicanos. Estabamos en contacto con las muchas luchas de América Latina, recuérdense las Olimpiadas de Ciudad de México de 1968 cuando hubo la masacre de Tlatelolco. Por eso cuando Caleb Duarte, un joven artista que yo había encontrado hace cinco o seis años y que había abierto un centro artístico en San Cristobal, Chiapas, me pidió de ir en el sur de México como artist in residency, la idea era mostrar como las estrategias artísticas hubieran inspirado los caminos de autodeterminación de ambos movimientos, zapatista y afroamericano. Así nació el proyecto Zapantera Negra, aún activo.. Caleb conocía muchos zapatistas y tenía contactos en los Caracoles y así logró organizar nuestra actividad de creación de murales y dibujos en las comunidades. Fue increíble, muchos jóvenes de allí participaron activamente, yo desafortunadamente no hablo castellano pero podía sentir las vibraciones y el entusiasmo. Al principio se trataba de ir allá a encontrar las personas, y en cierta manera esto era hacer algo que siempre había sido parte de mí, el llevar solidaridad. En el año 2002 me pidieron de hacer una presentación de mi volumen con las Panteras Negras, y estaban presentes grupos solidarios desde todo el mundo. Me quedé un mes, fue un honor poder ir a conocer aquellas realidades con is ojos. Mucha gente en los últimos años había bajado a Chiapas desde la Bay Area, pero en aquel epriodo aparte algunos comités de solidaridad pocos seguían lo que pasaba en México. Por fin regresé este año [Diciembre de 2013] por la Escuelita zapatista, cuando nos conocimos.

Cuéntanos tu experiencia en la escuelita…

Estuve en el Caracol di Morelia. Mi votàn [guardián, guía personal de cada alumno y alumna en la escuelita durante los días de permanencia en las comunidades] era un joven zapatista de trece años. Yo no hablaba castellano y él no hablaba inglés, pero nos dijeron que lo hubiéramos logrado. Llegamos al Caracol después de 7 horas de camión y todos los zapatistas estaban allí a recogernos. La comunidad donde estábamos nosotros era a media hora de distancia desde el Caracol y era mixta, algunos eran zapatistas y otros no. Nosotros trabajábamos cada día en las tierras comunes. La casa donde estaba era simple, con el piso de tierra y la ducha afuera, en el lado del cerro donde crecía parte del trigo. La ducha consistía en un tubo que bombeaba el agua e te bañabas en el puro lodo, afuera [ríe], con una manda de plástico colgada entre los árboles. Y cuando tenías que ir al baño tenías que rodear la colina y estar atento a no caer en el lodo. Comíamos más que nada frijoles y arroz y tomábamos esa especia de maíz calentado [pozole]. Lluvia de noche y sol de día, ellos caminaban tranquilos, mientras yo caí como seis veces [ríe] o para saltar un riachuelo tenía que concentrarme muchísimo [ríe]. Oh… es otro mundo, amigo.

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