El 25 de octubre celebramos el XV aniversario de Desinformémonos. Dicen las periodistas y escritoras Beatriz Zalce y Adriana Malvido que la imagen que mejor representa la conmemoración es el cálido, fuerte y amoroso abrazo que nos dimos las mujeres en el escenario. Ahí estaban Araceli Osorio, que desde que asesinaron a su hija Lesvy sigue luchando contra la impunidad en un país en el que se cometen alrededor de 12 feminicidios diarios. Y Ana Enamorado, que sigue buscando a su hijo Oscar y ahora forma una red para buscar a los migrantes desaparecidos en territorio mexicano. Se tomaron las manos con Trini, campesina emblemática de la lucha por la tierra de Atenco. También se tendieron los brazos de Haizel de la Cruz, que defiende el territorio maya, y los de Juana Ramírez, que lo mismo hace con las del Istmo de Tehuantepec, y Teresa Castellanos, que persiste en la defensa del agua y las tierras nahuas de Morelos heredadas por la lucha del general Zapata; y Maya, orgullosa de que los pueblos cholultecas de los Volcanes, en Puebla, lograron echar a la multinacional Bonafont y recuperaron el agua de sus manantiales.
A ese gran abrazo en forma de bolita se unió Argelia Betanzos, quien junto con un grupo de valientes mujeres mazatecas de Eloxochitlán de Flores Magón, Oaxaca, sigue luchando por la libertad de su pueblo contra el cacicazgo de la familia Zepeda. Y Patricia Espinosa, hermana de nuestro colega Rubén, asesinado junto a cuatro mujeres en la colonia Narvarte, por quienes sigue exigiendo justicia. Los brazos extendidos también eran los de Joaquina Paulino, otomí que narró cómo sus familias llegaron a esta ciudad hace décadas y su arduo camino por el derecho a una vivienda digna. Krizna y Bety, trabajadoras sexuales, periodistas y activistas contaron su lucha por la dignidad y su proceso de convertirse en escritoras. Y Laura Rocha, de Barro Rojo, se fundió en el abrazo desde su danza en disidencia, rompedora y rebelde, junto con tres jóvenes bailarinas que demostraron que no hay una generación perdida. Y que las grandes, las que nos preceden, como doña Fili, sí tienen herederas.
Doña Cristina Bautista, madre de Benjamín Ascencio, uno de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, sin soltar el cartel con la imagen de su hijo se unió al círculo y bailó junto a todas al ritmo del Son de la Negra. “Hace mucho que no reía”, dice, y con esa frase hace que todo valga la pena. Y doña Fili y toda su historia de luchas a cuestas, desde que junto con los fundadores de los emblemáticos Pedregales de Santo Domingo pusieron piedra por piedra para que se formara esa colonia a la que viejos y nuevos proyectos inmobiliarios le siguen arrebatando el agua. Doña Fili, es sabido, no es sólo de los Pedregales, es de todas, es de todos. Es la piedra, como la llamó Hermann Bellinghausen, que no se mueve y nos sostiene.
El preludio a los comentarios de los periodistas fue la participación del Coro La Coraza, mujeres que con su canto se unieron al abrazo colectivo desde las butacas. Su sororidad, acompañamiento, su voz generosa y alegre nos dieron un respiro después de escuchar la 15 indignaciones de estas mujeres faro.
Blanche Petriche, periodista fundadora de La Jornada, legendaria en todos los sentidos y formadora de generaciones enteras desde sus coberturas en El Salvador, Guatemala y Nicaragua, además de muchas de las luchas del país entero, lo dijo claro: “ellas, las 15 mujeres, son el motor que mueve este país”, fuera de los partidos políticos y de los poderes. Sólo una parte de este motor, aclararía Hermann, pues, por ejemplo, no estaban presentes, pero sí en cada referencia, las mujeres zapatistas, o las de Cherán y Guerrero. Más tarde el sindicalista Héctor de la Cueva, también con justeza y razón, nos comentaría: “faltaron las luchas de las mujeres trabajadoras”. Y la verdad es que faltaron más, muchas más.
Como buen reportero, Hermann se fue a la actualidad: al reciente asesinato del padre Marcelo que desnuda la descomposición anunciada de Chiapas, un estado sin gobierno. Y a la desaparición de la defensora mixe Sandra Domínguez en Oaxaca, otro estado en descomposición, si no fuera por las comunidades que lo mantienen vivo. El gran reto, resumió el periodista independiente Zósimo Camacho, es que nuestra pluma esté a la altura de estas historias y de la dignidad de estas mujeres.
Desinformémonos, que nació hace 15 años y justo 15 años después del inicio de la lucha zapatista, toma de aquí, como muchos otros medios alternativos, su inspiración y el mundo en el que cree. La autonomía y el derecho de los pueblos a decidir su destino es nuestro horizonte. Por eso, las actuales amenazas a las comunidades zapatistas son preocupaciones centrales y urgentes de este medio que nació, con ellos y ellas, con el corazón del lado izquierdo.
No existiríamos sin la suma de muchas voluntades, nacimos con una mano adelante y otra atrás pero con mucha fortuna, pues algunos artistas donaron obra plástica para rifarla y obtener recursos: Vicente Rojo, Gabriel Macotela, Gironella, Emilio Payán y, de manera destacada, Beatriz Zalce que, literal, abrió el clóset y puso, además de su pluma, obra del gran Alfredo Zalce para nuestro nacimiento.
El Colegio de San Ildefonso, histórico y majestuoso, abrió sus puertas para que se fundieran la lucha por la vida y la cultura, que casi siempre van juntas. Al director Eduardo Vázquez lo conocí hace muchos años en su otra faceta, la de poeta, en una lectura en Madrid junto a Mario Benedetti. Yo era público de la última fila de un auditorio repleto de magia.
Un gigantesco número 15 pintado a mano por Florencia y su hermana, y el mariachi de Rogelio Zavala, del meritito Centro Histórico, dieron la bienvenida a la madrina de la quinceañera: Fernanda Navarro, filósofa y compañera de tantas causas, zapatista de hueso colorado, como ella misma se define, de generosidad desbordada y formadora de generaciones universitarias a las que les inculca la lucha por un mundo mejor y más digno.
Y ahí, entre las Mañanitas y el Son de la Negra, vino ese abrazo fuerte y espontáneo, la risa, el llanto y unas ganas tremendas de no soltarnos, con nuestras banderitas de papel picado tan festivas como nuestra amiga Gretel, quien junto con su compañero pegó cada palito al papel multicolor que nos regalaron para festejarnos. La celebración pasó al Patio de los Pasantes, con su fuente escultórica del gran Vicente Rojo, y una exposición fotográfica curada por la fotógrafa Ángeles Torrejón y los fotógrafos Gerardo Magallón y Ricardo Trabulsi, con sólo 15 imágenes de las miles de tomadas a lo largo de estos 15 años.
Ángeles Torrejón, Antonio Turok, Consuelo Pagaza, Elsa Medina, Gabriela Sanabria, Gerardo Magallón, Iván Castaneira, Luis Jorge Gallegos, Mario Olarte, Maya Goded, Miguel Tovar, Noé Pineda, Prometeo Lucero, Raúl Ortega y Ricardo Trabulsi componen este mosaico que da cuenta de quiénes somos y de nuestra intención: las imágenes son de abajo, no hay fotos del poder ni de los poderosos. Juntas configuran el mundo de la autonomía y la fuerza de los pueblos y barrios. Son, también, rostros de la esperanza, para la construcción y no para la victimización del movimiento.
Y ahí, en el público, estaban migrantes que alberga la Casa Tochan, los telefonistas independientes, amigas del proyecto campesino La Ordeña y compas de los cafés autogestivos Infinito y La Resistencia. Abrazamos a Lily, luchadora, defensora y compañera de Samir Flores Soberanes, y al profesor Jorge, que desde Amilcingo siguen exigiendo justicia para Samir, el primer defensor del territorio asesinado durante el sexenio de López Obrador. Correteando en el auditorio estaban los niños otomís que habitan en la Casa Samir Flores Soberanes y buscan una vivienda digna. También Guillermo Briseño, Juan Carlos Rulfo, Valentina Leduc, Alberto Cortés, Luis Riley, Ana Solares, Ramón Vera y tantos y tantas más.
Al Laboratorio Popular de Medios Libres le debemos una transmisión que logró que compañeros y compañeras de México, Argentina, Brasil Colombia, Uruguay, Bolivia, Estados Unidos, Italia y España pudieran conectarse y festejar las luchas. El Laboratorio realiza un enorme trabajo con talleres de comunicación y tecnologías libres en comunidades organizadas. Su trabajo es invaluable y vital, como el de tantos otros medios libres y autogestivos que, por fortuna aunque a contracorriente, crecen en México.
Jaime, Mary, Katya, Gerardo, las dos Fernandas, Raúl, Teresa y Teresita y muchísimas personas más que hicieron la magia junto a Mariana y su equipo de San Ildefonso. A todas, por supuesto, un abrazo.
Desinformémonos hermanos
hasta que el cuerpo aguante
y cuando ya no aguante
entonces decidámonos,
carajo decidámonos
y revolucionémonos