El desastre de Oaxaca el 14 de enero de 1931

Sergei Eisenstein

 

 

El desastre en Oaxaca Sergei M Eisenstein, 1931

El 14 de enero de 1931, alrededor de las 20 horas, un terremoto de 7.8 grados, que duró tres minutos y 10 segundos, provocó una tragedia en la ciudad de Oaxaca que hasta ahora no tiene parangón.

Hasta ahora, tal vez por las limitantes de aquellos años, no se tiene registrado un número determinado de víctimas ni de construcciones afectadas. Solamente se conocen versiones que hablan de 10 mil muertos por referencias de quienes sobrevivieron el gran temblor que tuvo su epicentro en Loxicha.

La tragedia, también causó hambruna, cólera y miseria, así como la consecuente migración de muchos oaxaqueños a diferentes ciudades del país, especialmente al Distrito Federal.

Las pocas imágenes que se conocen de la tragedia fueron filmadas por el célebre cineasta ruso Sergei M. Eisenstein. Casualmente Eisenstein y su equipo se encontraban rodando ¡Que viva México! en la región,  por lo que pudieron realizar este corto documental llamado “El desastre en Oaxaca”.

En la cinta, Sergei M. Eisenstein, retrata la devastación dejada por el terremoto del 14 de enero de 1931, fotografiada por el cineasta incluso desde el aire, cuando el avión se aprestaba a aterrizar en los terrenos del antiguo aeropuerto.

Era ya la noche del 14 de enero de 1931, ya todos se disponían al descanso, el cielo completamente despejado, un frío ligero se sentía en la ciudad de Oaxaca, cuando se escuchó un ruido extraño, las paredes se empezaron a mover, los techos a crujir; los gritos de hombres, mujeres y niños, cada vez más angustiosos se escuchaban por doquier; todos salían de sus casas a las oscuras calles, se hincaban y con las manos en alto pedían al altísimo misericordia. De pronto se escucha el estruendo ensordecedor que causó al caer la campana de una de las torres del templo de San Francisco, aquella que tres años antes había sido proclamada por los oaxaqueños como la más sonora de la ciudad, su tañer se escuchaba hasta Cuilapam y era motivo de admiración y orgullo para todos aquellos que alguna vez la oían.

Después de tres minutos y diez segundos y una fuerza de 7.8 grados, la Verde Antequera sufre uno de los más grandes desastres de los que se tenga conocimiento.

Las horas transcurrieron en el más completo desorden, cientos de viviendas se derrumbaron, inclusive las grandes y portentosas, no hubo templo que no mostrara alguna cuarteadura en sus bóvedas y muros, y algunos de ellos se destruyeron como el de Guadalupe, San Francisco, Consolación, La Merced, Los Siete Príncipes, los campanarios de la Catedral estaban a punto de desplomarse y los mismo los de Las Nieves, y no se diga los espacios conventuales.

En Oaxaca de Mis Recuerdos, Carlos Velasco Pérez escribió “entre pobrezas y trabajos terminé el segundo año, pero con muy buenas calificaciones, hasta que hizo su arribo el año fatal de 1931, y digo fatal porque el 14 de enero cuando el reloj marcaba las ocho de la noche y nos disponíamos a tomar café, empezó un temblor que de inmediato hizo crujir los techos … luego se fue la corriente eléctrica, en tanto mi infeliz ama luchaba por sacar a sus tres niños que ya estaban dormidos”.

Genaro V. Vásquez relata en Para la historia del terruño. “La destrucción de los sotabancos y cornisas de todas las casas de la ciudad y el agrietamiento o derrumbamiento interior de las mismas, daba a la ciudad, diez días después del 14, el aspecto de una fortaleza bombardeada cuyo 95 por ciento de casas estaban totalmente inhabitables”.

Mientras José María Bradomín, en Monografía del Estado de Oaxaca, escribió: “El 14 de enero de 1931 se registró el último movimiento sísmico de consideración en la ciudad y el valle, comparable en intensidad pero de mayor duración que los de marzo y abril de 1928. Esta vez sí hubo algunas víctimas y desplomes parciales de construcciones resentidas… abrió el éxodo de numerosas familias que se alejaron definitivamente de Oaxaca, cuya población quedó reducida a dos tercios”.

El antiguo cronista de la ciudad, Everardo Ramírez Bohórquez relató en Itinerario Crítico de mi Ciudad de Oaxaca que, “el mayor duelo fue que centenas de familias, perdida la fe en el porvenir, en el motivo original, encontraron razones para alejarse del terruño, donde quedaba la tumba de sus antepasados. Tuvieron razón, pero no para renegar —el término es duro, pero justo—, de Oaxaca, como si Oaxaca hubiera tenido la culpa de su desastre, como si el desastre hubiera sido motivo de vergüenza… Por eso, quienes aquí permanecimos, ganamos el derecho de sentirnos más oaxaqueños que antes del 14 de enero de 1931”.

El 16 de enero de 1931, a las 13:20 minutos, Sergei Eisenstein y su equipo arribaron en avión a la ciudad de Oaxaca para captar los devastadores efectos del sismo de 7.8 grados que había sufrido la entidad un día antes.

oaxaca 1931 14 enero sismo copia

 

Más de Documental Invitado

Dejar una Respuesta