Chile pos revuelta III. Sedimentos para otras revueltas

Raúl Zibechi

Fotos: Mario Ramos-Quimantú y Casa Roja

“La revuelta fue un desborde de rebeldía e imaginación popular”, dice un folleto que encontramos a la entrada de Casa Roja, en La Serena. “Hoy, a pesar de toda adversidad, esos horizontes siguen abiertos”, continúa el folleto.

Una de las grandes ventajas de alejarse de los grandes centros urbanos está en los tiempos, los modos de caminar, hablar, gesticular, comunicarse. A cinco horas de Santiago, La Serena es un remanso al borde del mar, donde las palabras van y vienen según los tiempos del mate, tiempos circulares entre el cebar, el beber y el retorno a quien ostenta el termo. Las palabras deben acompasar los tiempos de la ronda matera, no pueden acelerarse, son tiempos comunitarios.

Quizá por eso los integrantes de Casa Roja decidieron convocar una “mateada”, una ronda circular para propiciar intercambios de ida y vuelta, sin mirar el reloj, dejando que las ideas fluyan y se vayan decantando en comunidad.

Casa Roja es un amplio espacio en el centro de La Serena. Se sube una pequeña escalera y aparecen habitaciones a ambos lados del pasillo que se abre a un gran patio, con varias salas a su alrededor, incluyendo una cocina. Luego aparece un gran espacio verde donde se realizan las reuniones, recitales y obras de teatro, un espacio ideal para matear y compartir.

Miembros de Casa Roja y visitantes en el espacio principal

La Casa nació hace cinco años con el propósito de ser un centro de reunión de organizaciones que quieren construir el mundo nuevo y vivirlo desde ahora, según el relato de la decena larga de personas que la integran. Es también un espacio político-cultural de quienes pretenden convivir en comunidad, orientados por “la experiencia zapatista y de las comunidades mapuche”.

Se dicen cuidadosos a la hora de sumar nuevas personas, ya que los crecimientos abruptos pueden echar abajo lo construido con mucho esfuerzo. “Apuntamos a ser una más de las redes de articulación de los movimientos populares territoriales en la región y en Chile. Para eso trabajamos, para que vayan naciendo pequeños grupos que luego van creciendo. Este es un espacio seguro para todas y todos los que vienen, desde las niñeces hasta las disidencias”.

Pasaron del objetivo inicial de cobijar a las organizaciones autónomas, a comenzar a desarrollar propuestas político-culturales y educativas para fortalecer el movimiento social “desde lo territorial, antipatriarcal y anticapitalista”.

Libros, mate y alimentos autogestionados

Sus modos de trabajo son asamblearios, se autogestionan y muestran orgullo de no recibir fondos del Estado ni de ONGs, y depender sólo del trabajo colectivo propio y de otras organizaciones afines. “Establecemos redes de trabajo colaborativo con otros colectivos, damos mucha importancia a la educación popular y hemos tejido lazos con medios de comunicación alternativos a raíz de la revuelta”.

La Casa Roja realiza y alberga una gran variedad de actividades: ciclos de cine, jornadas de educación popular, ferias de libros, talleres culturales, feria de reutilización y reciclaje, jornadas internas de organizaciones, ensayos de coros, teatro y baile, talleres de serigrafía, de literatura y de género, encuentros feministas, de cooperativas y de campesinos.

Asamblea feminista en Casa Roja

***

Casa de Piedra fue uno de los tres centros de detención y tortura de la CNI (Central Nacional de Inteligencia) en la región, durante la dictadura de Pinochet (1973-1990). Desde hace algunos meses dejó de ser un cuartel militar para nombrarse Sitio de Memoria y Reflexión por los Derechos Humanos Casa de Piedra, pero conserva las diferentes salas donde los detenidos sufrían castigos y todo tipo de torturas.

Aún se observan vestigios de los castigos, como el riel vertical de donde colgaban a los detenidos, la zona denominada “parrilla” donde aplicaban picana eléctrica y otras habitaciones símbolo de la crueldad del régimen.

Fachada del ex cuartel militar

Quienes administran el espacio de memoria lo están convirtiendo en hermosos jardines con plantas y flores, creando vida donde antes había sólo dolor y muerte. Como parte de la transformación, realizan diversas actividades culturales y políticas, en las que participan artistas, músicos y colectivos de La Serena y Coquimbo, dos ciudades conurbadas.

Un domingo de setiembre se presentaron libros sobre la memoria de las resistencias, se compartieron empanadas y lentejas, escuchamos a miembros del periódico La Noche que informa “sobre lo que no se ve en el día”.

Presentaron un video sobre la contaminación de la Compañía Minera del Pacífico, que exporta hierro que traslada desde la mina El Romeral, ubicada a 38 kilómetros al norte de Coquimbo. El hierro es transportado en tren sin medidas que protejan a las comunidades que sufren grave contaminación, porque el viento esparce el mineral directamente sobre sus viviendas. Niñas, niños y adultos respiran ese aire viciado y presentan altos índices de cáncer y otras afecciones.

La edición especial de La Noche dedicada a los 50 años del golpe de Estado, reflexiona sobre los actos oficiales y en particular sobre las actividades estatales el 11 de setiembre. En los barrios populares se formaron barricadas en rechazo a las conmemoraciones “con tintes carnavalescos” del gobierno. Los manifestantes críticos irrumpieron en el acto oficial, repleto de banderas de los partidos oficialistas. La izquierda compartió escenario “junto a figuras locales del fascismo, como el conocido pinochetista Pino Uribe y altos mandos de los pacos (Carabineros), en un acto insólito de cobardía y complicidad”, señala La Noche.

Trabajo colectivo y reflexión en Casa de Piedra

***

Los grandes hechos colectivos, esos que sacuden la vida cotidiana como un sismo, van amainando su intensidad a medida que pasa el tiempo, hasta desaparecer de la  visibilidad. Pero dejan sedimentos que, siempre, la vida va depositando en el fondo, lejos de quien observa desde arriba. Los sedimentos no los deposita nadie, se van precipitando por el sentido común del propio sedimento. Son a la vez concentración, sosiego, calma.

Depositadas en los fondos, las memorias y las prácticas colectivas que las acompañaron sólo reaparecen en la superficie cuando se las revuelve. O sea, con la revuelta.

Con ella reaparece otro conflicto: la disputa por la memoria.

El 11 de setiembre de 2023, el oficialismo (la alianza entre el progresismo y la derecha) se empeñó en realzar la figura de Salvador Allende. Digna figura, sin duda. La sobredimensionaron, con el evidente objetivo de desaparecer las creaciones de abajo durante los mil días de la Unidad Popular, como los cordones industriales, los campamentos que fueron creando trozos de mundos nuevos como Nueva La Habana, las recuperaciones de tierras de campesinos y mapuche, las fábricas autogestionadas y una variedad de acciones populares en poblaciones y fundos.

Pero también desaparecieron las doce jornadas de protesta nacional que, desde 1983, arrinconaron a la dictadura y pudieron apremiar a un sistema que fue salvado por la democracia extractivista que hoy conocemos. Dejando en la cuneta a cientos de asesinados y torturados por las fuerzas en armas del sistema.

A los miles de desaparecidos por el pinochetismo, debe sumarse ahora la  desaparición oficialista del poder popular en movimiento, que está siendo rigurosamente revivido por las organizaciones de abajo.

Fuego, alimentos y brotes en Casa Roja

Las experiencias que retratamos en estos tres reportajes (Trenza la Río, Movimiento por el Agua y los Territorios, Casa Roja, Casa de Piedra y Quimantú), son apenas retazos de un lienzo mayor que está siendo tejido constantemente abajo y a la izquierda.

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de internacional  

Dejar una Respuesta