“Yo no sé lo que es sentir miedo, pero en el pasado las mujeres sí” es la frase en voz en off de una mujer O´dam. ¿Cuál es la fecha de esa afirmación que en este presente no tiene sentido? Es el año de 2080. Bucan Tu Rhachhidu’ es la más reciente producción de Yi Hagamos Lumbre y la directora Luna Marán, una mezcla de Cine Documental y Experimental que desafía las narrativas sobre el fin del mundo; un imaginario que se dibuja de diferentes formas y que nos llevan al declive. Para las mujeres protagonistas de esta película, no es así. Ellas han transitado por los caminos de la esperanza para imaginar un futuro distinto.
No fue fácil, es parte de un camino de larga data. Para ello se han reunido en círculos de palabra, valorando la importancia de la juntanza entre las mujeres para sentirse acompañadas en procesos personales, pero también en procesos colectivos que guardan relación directa con el Sistema Normativo Interno de las comunidades en las que viven para integrar su participación y representación política, ya sea en los cabildos municipales o agrarios, para no sólo asumir cargos que tradicionalmente eran designados para las mujeres, por ejemplo, el del comité de padres de familia de las escuelas, sino también presidentas municipales, síndicas, regidoras de Hacienda, Salud, Educación, Obras, Topiles o síndicas suplentes.
El miedo, ese que espanta, posiblemente se deba a los obstáculos a los que se enfrentan: falta de acreditación no sólo por parte de la asamblea, sino también por la dificultad del registro ante el RAN (Registro Agrario Nacional) para ser reconocidas como comuneras, inseguridad para hablar en las asambleas, tiempo casi nulo para asistir a talleres, capacitaciones o reuniones que, en muchos casos, se reconocen como actividades que vienen a sumarse a su larga jornada de trabajo, en los quehaceres de la casa y el cuidado de los hijos o de los ancianos, aunado a la falta de recursos económicos.
En esa juntanza de mujeres la invitación es dejar lo que les espanta, que tengan la seguridad y decisión de participar en el servicio comunitario, el exhorto a que la familia sea un apoyo para cumplir el cargo, poder caminar en libertad, nombrar cómo quieren vivir, nombrarlo en sus propios idiomas, en la extensa relación que tienen con su cuerpo territorio.
Bucan Tu Rhachhidu’ nos muestra, mediante una cámara Bolex con formato de 16mm, un Bosque Mesófilo equilibrado por la red de la vida, helechos, hongos, grandes árboles, ríos de agua cristalina, pero también nos muestra imágenes de explotación minera, cerros destruidos, grandes camiones sacando material pétreo, hombres manipulando dinamita. Como ya mencionamos, esta película es una mezcla de Cine Experimental y Documental por contar con la participación de mujeres que son parte fundamental de la defensa territorial en todas sus vertientes. Ahí podemos ver los rostros y escuchar la palabra de Carolina Vásquez y Nereida Pérez, participantes en su momento de Radio Jenpoj, pionera en la radiodifusión comunitaria con más de 20 años transmitiendo en idioma ayuujk desde Santa María Tlahuitoltepec. A cuadro aparece Eva Melina, originaria de Teotitlán del Valle e integrante de Ojo de Agua, una productora de cine y radios comunitarias con sede en la Ciudad de Oaxaca. No puede faltar la voz amorosa y vasta experiencia de la señora Cela Cruz, presidenta municipal de Lachatao, comunidad enclavada en la Sierra Norte, opositora a los proyectos mineros y defensora de los bosques ante la tala ilegal de madera; y en ese circulo de palabra, el consejo y la guía de Rosalinda Dionisio, habitante de San José del Progreso, integrante de la Coordinadora de Pueblos Unidos del Valle de Ocotlán (COPUVO), conocida por su trabajo de defensa ante la la explotación de oro y plata que la minera Cuzcatlán, filial de la empresa canadiense Fortuna Silver Mines, pretende realizar en sus territorios- Y, por último, la zapoteca Jenny Pacheco, exregidora de Hacienda y quien será la próxima síndica municipal de Guelatao, comunidad de la que es originaria la directora Luna Marán.
Bucan Tu Rhachhidu’, situada en el año 2080, nos deja una pregunta: “¿El miedo puede volver?”. Desde mi corazón respondo: Nosotras esperanzamos que no. En el tiempo perpetuo, ese que se mueve en ciclos, nuestras ancestras, bisabuelas, abuelas, madres, se han reunido en círculos de palabra y de acciones para el cuidado de la vida, y éste comprende a todos los seres visibles e invisibles que habitan sus espacios territoriales. Han tenido que sortear múltiples obstáculos en contextos de violencia y de precariedad, ya que vale la pena, o más bien la alegría, poder caminar sin miedo en las calles, ya sea en las grandes ciudades o en el campo, tener la capacidad de decidir en sus propios términos lo que es mejor para ellas en lo personal y en lo colectivo, habitar espacios no contaminados y de explotación, acceder a la salud y a la educación comunal, y preservar sus propios idiomas en los que manifiestan sus pensamientos y sentires con relación al mundo.
¿Qué nos vería haciendo la esperanza, el río, el reino fungi, para que esos territorios sean habitables para las próximas generaciones? Nos verían en asambleas comunales decidiendo proyectos de vida, cuidando de la selva y los bosques ante el avance de los monocultivos, garantizando agua limpia para los pueblos, nos vería dejando lo que nos espanta con ayuda de las plantas medicinales para que ese miedo no nos paralice. En estos momentos que pareciera que es más fácil integrar las narrativas del fin del mundo a imaginar las alternativas que den sustento a la vida en este planeta, una película como esta nos invita a pensarlas. Que no sea hasta el 2080 que podamos afirmar: “Yo no sé lo que es sentir miedo, pero en el pasado las mujeres sí”, sino que sea ya en este presente, es urgente.
*Artista Sonora Ñuu Savi
