“Aunque estemos en distintos países, sufrimos la misma discriminación”: Eda Marina Santos Luna

Susana Albarrán

Foto: David F. Sabadell

Hondureña de 22 años, fue invitada al II Congreso de empleadas de hogar y cuidados celebrado los días 14 y 15 diciembre 2019 en Madrid. Pertenece a la Red de Trabajadoras Domésticas de Honduras con sede en Tegucigalpa y se llama Eda Marina Santos Luna. 

¿Qué te llevas de este congreso? 
El intercambio de experiencias no tiene precio, pero también empezar a construir desde diferentes países para unirnos en la misma lucha. Es un aprendizaje muy grande el que nos deja este congreso, y que vengan más. 

¿Lo que has escuchado aquí también se refleja en la situación de las empleadas de hogar hondureñas? 
El trabajo de cuidados es una cadena globalizada, aunque estemos en diferentes países padecemos las mismas condiciones de discriminación. Es verdad que el contexto actual de Honduras ha significado poner aún más en riesgo la vida de las mujeres y de las empleadas de hogar. Dentro de nuestro contexto político es bien duro luchar, pero cada vez que se nos pone un obstáculo nosotras nos fortalecemos aún más. 

Y ¿cómo enfrentan esta situación? 
Como Red de Trabajadoras Domésticas, venimos trabajando desde 2015, tanto desde el trabajo interno como en la formación de las compañeras. Decimos que va más allá de lo económico, es decir mejorar las condiciones laborales, pero también emocionales y los ambientes donde trabajan. El dinero se gasta pero lo emocional se queda con nosotras siempre. Buscamos fortalecer esos espacios desde el autocuidado. 

¿Cómo llegaste a la Red de Trabajadoras Domésticas de Honduras? 
Desde mis 14 años soy trabajadora doméstica remunerada, luego ingresé a un colegio, el proyecto Reyes Irene Valenzuela, que fue fundado con el propósito de que niñas o adolescentes trabajadoras domésticas pudieran tener la posibilidad de estudiar los fines de semana a distancia. La Red, con el acompañamiento del Centro de estudios de la Mujer de Honduras (CEM-H), llegó a ese instituto y me invitó. Pasamos por un proceso de formación política feminista popular que se llama “Intercambiando saberes, construyendo poderes”. Nosotras mismas, después de que nos formamos, reproducimos el conocimiento en diferentes espacios, lugares y departamentos del país.

Expusiste en el Congreso que la Red está presente en comunidades rurales donde las mujeres están incluso más aisladas. 
Realizamos una investigación y arrojó muchos resultados negativos. No teníamos aún datos específicos de las compañeras trabajadoras domésticas. Nos hemos desplazado a los departamentos donde consideramos que se vive aún más en la explotación. Los datos arrojaron que, por ejemplo, las trabajadoras domésticas en La esperanza, en Intibucá, solo salen una hora a la semana, y en algunos casos con supervisión del empleador. También se reflejó que las compañeras de las áreas rurales y comunidades no reconocen la violencia y la naturalizan por la falta de información. 

Se ha hablado en el congreso de fortalecer las alianzas entre las trabajadoras de hogar, ¿ese es también un objetivo de vuestra Red? 
Poder intercambiar experiencias es importante pero también lo es cómo articulamos y acuerpamos la lucha de las demás. Pienso que otras organizaciones internacionales pueden también acuerpar estas luchas. Me llevo contactos para que podamos fortalecer y construir colectivamente a nivel global. 

No podemos dejar de mencionar que la memoria de Berta Cáceres estuvo presente en el congreso, ¿cierto? 
Las mujeres desempeñamos un papel muy importante y hay que reconocer el trabajo de las compañeras que han dado su vida a cambio de la defensa de la misma, porque sin duda los recursos naturales son nuestra vida, no son negociables, y los tenemos que defender. 

¿Cómo dice esa consigna que gritabas durante la acción final del congreso? 
Siempre digo que, si el sistema quería desaparecer a Berta, pues se jodió, porque nos hicimos millones. Berta se hizo millones…[canta] Berta no se murió.. Berta soy yo…

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