El aumento de la frecuencia de estas ondas de calor impacta en las condiciones de habitabilidad de la zona, traduciéndose en gastos y consumos de recursos que deterioran aún más los niveles de vida de la población más desprotegida.
Este fenómeno, aparentemente, sólo molesto, puede ser determinante para la viabilidad de vida en una cierta zona. Por ejemplo, para la península de Yucatán se pronostica que de seguir la misma tendencia se tendrán más de 200 días al año con temperaturas por arriba del límite establecido para finales de siglo, situación que convertiría a la península en un lugar no habitable.2
Lo anterior es tan sólo la punta del iceberg, ya que el calentamiento global acarrea otros fenómenos también importantes para otras zonas, como, por ejemplo, el aumento del nivel del mar en las costas.3
Sin ir más lejos, en estos últimos días se ha sentido una onda de calor en 26 estados de la República Mexicana, y en particular en la Ciudad de México las temperaturas han rebasado los 30 grados Celsius, como lo reportan el Servicio Meteorológico Nacional y la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). En los estados de Sonora, Chihuahua, Sinaloa y Nayarit las temperaturas superaron los 45 grados Celsius el pasado fin de semana.4
Dada la importancia de este fenómeno atmosférico, así como sus consecuencias nocivas para los habitantes de las zonas donde se presente, es imperativa la difusión de la información de los riesgos a los que estamos expuestos. La intención no es alarmar a la población, sino motivarla para tomar las medidas preventivas pertinentes y concientizar a los habitantes de nuestro proceder.