Acciones de autocuidado, cuidado colectivo y sanación para defensoras en México

Ana María Hernández Cárdenas y Nallely Guadalupe*

Foto: Paz con Dignidad

El Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxaca A.C. (@Consorcio Oaxaca) es una organización feminista ubicada en el sureste de México. Uno de los ejes principales de nuestro trabajo es la exigencia de justicia para las mujeres víctimas de feminicidio y sus familiares. 

En México son asesinadas 11 mujeres diariamente y, según nuestros registros, desde diciembre del 2016 al 30 de noviembre del 2020 se han documentado 477 feminicidios solo en el Estado Oaxaca. En ese mismo periodo de tiempo hemos contabilizado 1.015 mujeres desaparecidas -un incremento de más del 500% en relación con los cuatro años previos a 2016-[1]. Oaxaca, es el segundo Estado más pobre de México. Según el Registro de Agresiones de la Red Nacional de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos en México, este Estado es el primer lugar nacional en ataques a defensoras, con 188, y de este total, el 28% son calumnias, señalamientos y campañas de desprestigio, 22% intimidación y hostigamiento y 10% amenazas.

El contexto oaxaqueño cada vez más caracterizado por el incremento de la violencia contra las mujeres, el intento de imposición de proyectos extractivos y de despojo y la ausencia de gobernabilidad, generan que las personas defensoras tengan que redoblar sus esfuerzos para intentar garantizar los derechos humanos en el Estado. Esto además genera estrés, irritabilidad, frustración, enfermedades, etc., de las que en ocasiones  erróneamente no hablamos por temor a “debilitar” nuestra imagen frente a los actores a lo que nos enfrentamos e incluso frente a nuestras compañeras y compañeros de movimientos sociales.

Es así que desde Consorcio Oaxaca trabajamos a favor de las defensoras de derechos humanos, porque sabemos que ellas, en las que también nos reconocemos, trabajan por el bien común, para transformar las condiciones injustas en las que vivimos la mayoría de la población, respetando el medio ambiente y a los otros seres que habitan en el planeta. Ser defensora significa vivir en comunidad, lo que implica defender condiciones equitativas, igualitarias, sin violencia ni discriminación. Implica escuchar y aprender otras formas de comprender realidades, necesidades y construir en colectivo. También, ser defensora es poner en práctica propuestas de vida sostenibles, luchar contra los modelos depredadores neoliberales, racistas y sexistas que fomentan la desconexión y el individualismo. Trabajar para que las jóvenes y todas las mujeres sean libres y puedan decidir sobre su cuerpo y su proyecto de vida, luchar para que los pueblos y las comunidades indígenas decidan con autonomía sobre sus recursos naturales y simbólicos, y que puedan resguardar y proteger sus semillas nativas, esas que son el alimento que nutre nuestra vida. Ser defensora es luchar contra la impunidad, rescatando la memoria, buscando la justicia, es trabajar para reparar y sanar las violencias por los impactos y luchar para que nunca más se repitan. Ser defensoras es trabajar para exigir los derechos de todas y de todos, para defender los derechos humanos.

Pero para llevar a cabo todas estas acciones, también hay exigir que el Estado garantice condiciones laborables  favorables para las defensoras. En ese sentido, junto con otras compañeras y desde hace ya una década, venimos trabajando en el Consorcio Oaxaca desde el marco de la Protección Integral Feminista (PIF), que definimos como una apuesta por salvar la vida y la integridad de las defensoras de derechos humanos. Esto es una propuesta que pretende fortalecer y favorecer las condiciones laborables de las defensoras.

La propuesta de la PIF promueve prácticas y hábitos para el bienestar, el cuidado, la atención y la sanación de los impactos, traumas y heridas que la violencia sociopolítica y patriarcal nos provoca. Es una propuesta que busca hacer visibles las agresiones y los impactos hacia las defensoras, y que tienen un claro componente de género, buscando respuestas para atender y proteger las necesidades específicas. Es una apuesta que se construye en colectivo y en solidaridad, para respaldar y acompañar a las defensoras cuando son amenazadas, atacadas o cuando presentan desgastes prolongados y crónicos y requieren apoyo. La experiencia nos dice que la fortaleza de nuestra lucha está en el apoyo mutuo y comunitario, y es por eso que decimos que las redes salvan.

La PIF documenta las agresiones contra las defensoras, genera propuestas amplias para la atención y plantea diálogos con tomadores de decisión para ampliar los marcos de respeto y garantía para defender derechos humanos. La apuesta de la PIF pone énfasis en fortalecer los movimientos sociales, organizaciones y colectivos, promoviendo un activismo gozoso, no sacrificante, que tome todos los aportes para la construcción colectiva y que evite la sobrecarga y la centralización del poder.

En la organización Consorcio Oaxaca, una parte importante de las acciones de la PIF, tiene que ver con medidas de autocuidado, cuidado colectivo y sanación. Tenemos implementado un programa destinado a fortalecimiento de estructura interna, que se desarrolla con sesiones grupales de acompañamiento emocional una vez a la semana, impartidas por una persona externa. Hemos ido mejorado nuestras capacidades de comunicación asertiva para resolver de manera propositiva los conflictos. Disfrutamos de espacios y tiempos de convivencia y de ocio con el objetivo de mejorar la cohesión organizativa. También, en en el marco de la PIF, hemos desarrollado un programa para fortalecer nuestra seguridad digital y física.

En todos los proyectos que tiene Consorcio Oaxaca, destinamos al menos el 10% de los presupuestos a fortalecer la apuesta de la PIF, incluido el cuidado colectivo y el cuidado individual. Tenemos derecho a que bimestralmente el Consorcio apoye a sus integrantes con un bono de salud y adicionalmente, hemos logrado conseguir para todas las integrantes un salario digno que incluye prestaciones de vivienda, salud y pensión para el retiro. Buscamos también fortalecer y estar en bienestar en el lugar físico de trabajo, favoreciendo espacios adecuados para la realización de las actividades –ventilación, luminosidad, amplitud, etc.-, y promoviendo el consumo de alimentos saludables como frutas, verduras, semillas para el tiempo de ocio y reuniones en la oficina.

Estas acciones nos han permitido enfrentar de mejor manera el confinamiento derivado de la contingencia sanitaria en la crisis de la COVID-19. Para ello, además de mantener varias de las medidas anteriores, hemos generado otras, como el envió de kits de salud al domicilio de nuestras compañeras, generar sesiones de yoga de manera virtual para contrarrestar el efectos de la falta de movilidad por el encierro, contar con un fondo de apoyo para aquellas integrantes azotadas por la COVID, y con una compensación  económica por el pago de gastos de electricidad y otros servicios consumibles en sus hogares por el tele trabajo. Ante una crisis de la magnitud que enfrentamos, nada es suficiente, pero estas acciones aportan para hacer menos desconsolado y precario estos tiempos.

Con este compartir de experiencias, invitamos a las organizaciones y colectivos de derechos humanos a generar prácticas de autocuidado, cuidado colectivo y sanación de acuerdo a sus propios contextos y recursos, porque es fundamental que los derechos que defendemos para otras y otros, podamos vivirlos en primera persona.

[1] Violencia Feminicida 

*Integrantes del Consorcio Oaxaca y de la estrategia regional de autocuidado, cuidado colectivo y sanación de la IM-Defensoras

Este material se comparte con autorización de El Salto

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